La micromuerte: además de un orgasmo, es una medida de riesgo

21 de febrero de 2017
21 de febrero de 2017
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Los franceses llaman petite mort al orgasmo. Por ese estado de semiinconsciencia que se le queda a veces a uno o por esa cosa de que acabamos como de soltar un poco de vida. Es una expresión bonita, un poco exagerada tal vez, pero bonita. Hace evidente aquello de que en cada minuto nos vamos muriendo un poco, que en cada cosa que hacemos nos dejamos un jirón de existencia, que nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar y etcétera.

Es la misma idea que subyace al concepto de micromuerte (micromort) acuñado por el profesor de Stanford Ronald Howard a finales de los años 70, y que equivale a algo así como una probabilidad entre un millón de morir. Podemos morirnos en cualquier momento, en cualquier circunstancia, es verdad, pero algunos momentos son más proclives que otros, y eso es lo que trata de capturar el concepto de micromort.

Por ejemplo, se estima que el riesgo de morir en una anestesia general es de una entre 100.000. O sea, que por cada 100.000 anestesias generales practicadas, esperamos una muerte. Eso quiere decir que una anestesia equivale a 10 micromorts. Correr una maratón equivale a unos 7 micromorts y medio. Cada salto en paracaídas son unos 9 o 10 micromorts, y así todo. Gastamos un micromort en caminar 30 kilómetros o en recorrer 10 míseros kilómetros en moto.

Cuidado que esto de los micromorts no es una medida de la probabilidad de morir en tal o cual actividad. Eso depende de muchos otros factores, y en la mayoría de los casos no puede reducirse a un cálculo de probabilidades. No, más bien se trata de un juicio subjetivo del riesgo que supone una actividad, basado en la información que tenemos.

En Cambridge trabaja un señor excepcional y muy cachondo llamado David Spiegelhalter (sir David desde 2014) que ostenta una cátedra para la percepción social del riesgo, desde la que explica esto de los micromorts y otras muchas cosas relacionadas con el riesgo y la teoría de probabilidades. Sir David Spiegelhalter se toma su trabajo muy en serio, tanto que se apuntó a la versión inglesa de Humor amarillo para probar el riesgo en sus carnes, presenta shows de televisión y es campeón del mundo de billar en mesa elíptica (Loop se llama el deporte en cuestión).

Como científico es excelente. Es uno de los más citados del mundo en estadística, ha recibido varias medallas, honores y premios y acaba de ser elegido como presidente de la Royal Statistical Society. Entre las actividades del bueno de sir David está el mantenimiento de una colección de casualidades a la que podéis enviar vuestra propia historia sorprendente o podéis leer historias como que la primera persona nacida en Islandia en 1980 acaba de tener al primer bebé nacido en ese país en 2017. De locos.

Además de contarnos que vivir dos días en Nueva York equivale a un micromort, Spiegelhalter ha descubierto que las parejas inglesas tienen menos sexo (casi un 20% menos) debido a la serie Game of Thrones (o Juego de tronos, como la llamamos por aquí). Parece que la gente prefiere las muertes violentas en la pantalla que las petite morts en la intimidad. Lo cual es una pena, porque si esta vida es irse muriendo poco a poco, mejor los dolores y las glorias de las pequeñas muertes cotidianas que las degollaciones colectivas al son de la música de The rains of Castamere.

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