Cuando el MoMA acabó con La Patrulla Canina

10 de enero de 2018
10 de enero de 2018
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El día comenzó como tantos otros en los cuarteles generales. Ryder recibió una alerta de socorro. Parecía una alerta como otra cualquiera. La señora Matthews se había dejado los emparedados fuera de la nevera en pleno verano y corrían un serio riesgo de echarse a perder. ¡Era una misión perfecta para La Patrulla Canina!

Las cosas no tardaron en torcerse. Nada más entrar al jardín, Marshall, Chase y Skye vieron que allí había algo que no iba bien. El jardín estaba cubierto de manzanas. Incluso la cara del jardinero, un señor con bombín, había mutado a manzana verde. Aquello parecía el interior de la mente de Magritte y a la patrulla no le gustaba.

Ya en el interior de la casa, el panorama era también sobrecogedor. Cada rincón estaba cubierto por formas de color cuidadosamente recortadas. Formas vegetales, aves, figuras de contornos curvos y equilibrados. Esas formas acabaron por sobrepasarles. Así fue como Magritte primero y Matisse después borraron a La Patrulla Canina de la faz de esa casa.

Aunque la intención del MoMA no es la de dejar un reguero de víctimas infantiles a su paso, lo cierto es que sí quiere introducir a algunas de las grandes figuras del arte contemporáneo en el imaginario infantil. Por eso, el museo estadounidense creó una colección de libros infantiles inspirados en artistas universales. Esa colección acaba de aterrizar en España de la mano de SM.

Como explica Teresa Tellechea, responsable de la colección MoMA en castellano, el  proyecto ha comenzado con cuatro títulos: La Manzana de Magritte, dedicada al artista belga; El jardín de Matisse, inspirada en el final de la carrera de Henri Matisse; El joven Frank, arquitecto, una incursión en las obras de Frank Gehry y Frank Lloyd Wright y Lo que Degas veía, un volumen dedicado a sus grabados del siglo XIX.

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La elección de estos artistas era obvia. Como explica Teresa Tellechea, «son artistas cuya obra está en la colección del MoMA (que posee obras de Magritte y Matisse, muebles y maquetas de Frank O. Gehry y todo el archivo de Frank Lloyd Wright) y a los que el museo dedica grandes exposiciones temporales (Degas)».

Los álbumes, que están dirigidos a un público de 6 años en adelante, son libros ilustrados en los que se buscó a ilustradores «cuyos estilos encajaran bien con las obras de Degas, Matisse y Magritte respectivamente. Los tres libros requieren coherencia estética al alternar las obras originales con las ilustraciones», explica Tellechea.

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Portadas de dos de los álbumes

Para La Manzana de Magritte, el ilustrador elegido fue el belga Klaas Verplancke. «Verplancke creó unas ilustraciones sencillas y accesibles en cuyo ambiente onírico hay múltiples referencias a la obra de René Magritte, de la que hay varias reproducciones al final del libro», cuenta la editora. «El texto también es de Klaas Verplancke y narra de un modo sencillo y eficaz cómo era el estilo de Magritte».

Cristina Amodeo fue la responsable de adaptar la historia de Matisse creando «unos collages fieles al estilo de los recortables de Matisse, que aparecen reproducidos a lo largo de la historia», cuenta Tellechea.

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Interior de El Jardín de Matisse

Para Lo que Degas veía, la elegida fue «la ilustradora italiana Cristina Pieropan, que domina la técnica del grabado en madera, y realizó unas magníficas ilustraciones ambientadas en el París de La Belle Époque que se alternan con reproducciones de la obra del pintor».

Finalmente, quien repasa la obra de los dos Franks es otro Frank, Frank Viva, «un ilustrador y diseñador muy ecléctico que ha sabido trasladar ejemplos de los diseños y maquetas de Frank O. Gehry y Frank Lloyd Wright a un álbum ilustrado».

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Los libros cuentan con textos sencillos y muy explicativos de cada etapa descrita en la vida de los artistas. En dos de ellos, la responsable de hacer que los contenidos fueran accesibles es Samantha Friedman, trabajadora del MoMA y comisaria de varias exposiciones como la de los recortables de Matisse, que pudo verse entre octubre de 2014 y febrero de 2015.

No es cuestión de llenar los cementerios de cadáveres de héroes infantiles, pero sí estaría bien que compartiesen estantería con los grandes titanes de la creatividad.

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Interior de La Manzana de Magritte

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