El diseñador de muebles Dmitry Kozinenko, de 30 años, decidió que cada una de sus creaciones debía inquietar a quien la mirara. Sus muebles aspiran a lograr lo que los dibujos de Escher: agarrarnos de la pechera y desafiarnos para que intentemos resolver su misterio. Son muebles con efecto óptico.
Hace siglos de que el mobiliario de una casa dejó de idearse exclusivamente bajo premisas de funcionalidad. Acaso nunca ocurrió así. La necesidad de crear una armonía doméstica que encaje con los patrones estéticos y los ribetes del momento ha estado presente en todas las épocas. Sin embargo, es ahora cuando el comprador elige cada opción de decoración como una forma de proyectar una imagen individual y, sobre todo, una identidad, una personalidad.
El efecto sorpresa es una de las piezas básicas de la posmodernidad, pero a la vez resulta de lo más complicado de conseguir. Es el reto que se plantea Kozinenco en piezas como Field, una estructura de lejas con listones que, mirada de frente, nos convence de que los libros y las botellas levitan.
Kozinenko es diseñador gráfico de profesión y trabaja como diseñador de interiores en la firma de arquitectura Soesthetic Group, pero lleva unos años enfocándose en la creación de objetos domésticos: «Es muy interesante para mí trabajar con las formas, siempre estoy intentando hacer diseños que causen gran impacto. Para mí, la función no es suficiente, debe haber una idea más allá», cuenta a Yorokobu.
La clave es que el mobiliario se disuelva en el espacio, por ejemplo, a través del efecto de la gradiente de colores y de agujeros de diferentes diámetros en una chapa metálica. Así ocurre, por ejemplo, en su trabajo En la niebla, que fue la primera de sus invenciones en esta línea: «Ésta se hizo bastante popular en internet y se convirtió en el inicio de toda la serie».
Luego llegaron los estantes de Sunny, que proyectan una sombra geométrica de 45 grados en la pared, convirtiendo la habitación en una especie de pantalla de videojuegos ochenteros. O Coin, una colección de mesas imposibles que parecen estar volcándose.
Lo cierto es que las colecciones de Kozinenko trabajan con la misma fibra del espectador que los trucos de magia y, en consecuencia, despiertan su lado más lúdico e ingenuo. Sin embargo, él obtiene su inspiración de fuentes más sesudas:
«He estado muy interesado en la ciencia moderna durante los últimos tiempos, especialmente en la física y la astronomía; quiero entender cómo funciona nuestro mundo y siempre encuentro inspiración en ellas para mi trabajo creativo».
Reivindica una mirada que busque continuamente lo especial y estimulante de la vida: «Debemos ser capaces de sorprendernos con el mundo y la visión de la belleza que hay en él».
El proceso creativo del ucraniano es más mental que manual. En cada una de sus palabras, se intuye que su vocación es más artística que industrial: «El 70 por ciento de mi proceso de diseño es simplemente de pensamiento. He desarrollado una habilidad especial para pensar las formas y las imágenes».
El 30 por ciento restante lo emplea para realizar bocetos y dibujos a mano y, más tarde, les aplica una pátina de realidad a través de un programa de renderizado.
«Me esfuerzo todo el tiempo no en crear un nuevo objeto como una silla o una lámpara, sino en buscar un nuevo principio, una nueva regla que vaya más allá del diseño de mobiliario», reflexiona.
A pesar de que el trabajo que desarrolla en Soesthetic Group no es exactamente el mismo que le lleva a jugar con las perspectivas y las ilusiones ópticas, confiesa que el reto que supone el diseño de interiores, o sea, el explorar la posibilidad más atractiva para gestionar un espacio lo estimula en la ideación de muebles originales.
Dmitry Kozinenko, no obstante, todavía no ha reproducido físicamente sus trabajos. «Creo que trabajar con prototipos es bueno y útil, pero nunca los fabricaría mejor que un manufacturero con experiencia».
Aun así, ya hay quienes intentan comprar sus muebles a través de internet y, según informa Wired.com, hay un par de fabricantes importantes interesados en comercializarlos.
Kozinenko es consciente de la enorme competencia que existe en el mercado de la decoración y sabe que los productos, para que el consumidor los elija, necesitan cierta historia detrás, ciertas ideas profundas que lo acompañen. «Una de las principales tareas del diseñador es crear cosas que antes no existían, esto es la verdadera innovación».
Su trabajo viene avalado por una fe sin fisuras en que la estética que nos rodea deja una gran huella en nosotros: «Lo que vemos todos los días a nuestro alrededor nos forma como personas, nos afecta directamente: somos lo que vemos», concluye.
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