«Mujeres que no fueron tapa» analiza los estereotipos de género en las portadas de revistas

24 de julio de 2018
24 de julio de 2018
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Mujeres que no fueron tapa es un proyecto destinado a mostrar que los modelos que imponen los medios de comunicación, la publicidad, la industria de la moda y la cultura institucional poco o nada tienen que ver con la realidad de las mujeres.

«Un día me di cuenta de que el 80% de las tapas de las revistas y periódicos estaban ocupadas por hombres. Además, esos hombres eran diversos en sus edades, corporalidades y ocupaciones, estaban vestidos y su gestualidad era cómoda y natural. En cambio, en el 20% de las tapas en las que aparecían mujeres, ellas eran todas idénticas: jóvenes, blancas, del mundo de la moda o el espectáculo, con menos ropa, con una gestualidad un tanto sexualizada, posando de una manera poco natural, y hablando siempre de la maternidad, el amor, el cuerpo…», explica Lala Pasquinelli, artista argentina que concibe su disciplina profesional como herramienta de comunicación y transformación estrechamente relacionada con la sociología, la pedagogía o territorios semejantes y que es la impulsora de Mujeres que no fue ron tapa.

Esta iniciativa aborda, a través del arte, una realidad social con dos derivadas muy claras: por un lado, hay mujeres que nunca llegarán a las portadas de las revistas por mucho talento que tengan. Por otro, las que sí lo consiguen lo hacen reproduciendo unos estereotipos de género muy concretos.

«Hay mujeres que, a pesar de haber protagonizado acciones que han transformado el mundo, son invisibles. Luego, las que aparecen en los medios en la publicidad, en el cine, en las series, no lo hacen por su actividad profesional o por lo que piensan sino por su apariencia principalmente. ¿Por qué sucede esto?», se pregunta.

«En mi opinión es una suma de causas. Entre ellas está la división sexual del trabajo porque, para que las mujeres hagan de forma gratuita el trabajo reproductivo y de cuidado de la sociedad, es necesario un enorme sistema de propaganda que presente ese rol como un deseo de las mujeres. En esos casos, es mejor que estemos alienadas en nuestra apariencia, insegurizadas por la publicidad y convencidas de que tenemos que perder nuestro valioso tiempo y nuestra creatividad en editar nuestros cuerpos en un gimnasio, un “centro de belleza” o un quirófano, para parecernos a ese ideal que se nos impone como único e inalcanzable. Todo ello provoca que nos aislemos en nosotras, que nos miremos el cuerpo, “el ombligo” y perdamos la conexión amorosa y empática con los otros. Algo que, a su vez, nos hace más vulnerables a estos modelos».

Ese mecanismo de alienación suele estar sustentado por un sistema en el que los hombres ostentan los cargos de responsabilidad en las empresas propietarias de los medios de comunicación, las redacciones de periódicos y las agencias de publicidad. Sin embargo, resulta llamativo que muchas las revistas que perpetúan esos estereotipos femeninos estén dirigidas justamente por mujeres.

«Como dice la filósofa femenina argentina Diana Maffia, el machismo, el sexismo, la permeabildiad a una cultura patriarcal e inequitativa no tienen que ver con la genitalidad o las hormonas. Hay hombres machistas como hay mujeres machistas y es natural que así sea, porque todos hemos crecido y hemos sido educados en esta cultura que nos impone estos modelos y naturaliza estas prácticas», indica.

«Por un lado son cuestiones de cultura, pues la desnaturalización no llega sola, sino que es necesario un proceso. Por otro, es una cuestión económica que permite ganar mucho dinero a las corporaciones pero cosifica y deshumaniza a las mujeres, lo que también tiene consecuencias directas en la violencia de género. De hecho, no hay que olvidar que estos mensajes también están dirigidos a los varones, que se encuentran encerrados en un modelo que los obliga a ser proveedores como una expresión de su masculinidad, que los obliga a la amputación de su sensibilidad para no ser expulsados del clan de los hombres y a usar la violencia como su principal herramienta para resolver las cuestiones de la vida».

La problemática que describe Lala Pasquinelli está tan normalizada en la sociedad actual que a los adolescentes de hoy en día les resulta muy difícil identificar el sexismo y el machismo en los medios. Tanto esa sí que llegan a asumir que «las cosas son así». Por eso, para revertir esta situación, Lala Pasquinelli creó Mujeres que no fueron tapa, una iniciativa que organiza conferencias en centros educativos, charlas en lugares de trabajo y talleres de hackeo de revistas.

«Los hackeos, en realidad, los pienso como acciones artísticas solo que, por una cuestión de hacerlos accesibles y trascender el prejuicio que tenemos hoy del arte, empecé a decir que eran talleres. En las primeras versiones los hackeos fueron pensados como una acción entre mujeres destinada a hacer visibles a las mujeres que son invisibilizadas por la cultura. Es decir, a la enormísima mayoría que no somos actrices o modelos jóvenes que encarnan el estándar de belleza actual. Fue uno de los temas que me llevó a iniciar este proyecto con la pregunta “¿Adonde están las otras?”. ¿Donde están las mujeres que nos inspiran, las fuertes, las diversas, las que hacen cosas en todos los campos y ámbitos de la vida social, política, científica, etc.?».

Poco a poco Pasquinelli comenzó a abrir esas acciones a grupos mixtos y a plantear otras cuestiones destinadas a fortalecer la personalidad y autoestima del participante con objeto de combatir esa inseguridad que los medios de comunicación transmiten a las mujeres a través de esos modelos estéticos y de comportamiento.

«Esa manera de vendernos cosas que presuntamente nos harán encajar en ese modelo que se nos impone, no es solo un modelo de apariencia física, sino que es un modelo de éxito y felicidad vacío de propósito y contenido. Por eso empecé a usar en los talleres la pregunta de “¿Cuando a vos te encanta ser vos?”, porque te conecta con una experiencia placentera de ser quien sos que ya ha ocurrido en tu vida y que dependerá de las experiencias de cada persona. Sin embargo, me di cuenta de que las respuestas eran parecidas, aún en contextos completamente diversos, como pueden ser barrios y contextos vulnerables, directorios de empresas, con ejecutivas, con niños, con mujeres campesinas, con familias… El año que viene queremos hacerlo con escuelas de primaria, porque nos hemos dado cuenta de que en escuelas secundarias ya estamos llegando tarde, hay mucha naturalización del sexismo, la cosificación y los estereotipos a esas edades».


Además de los talleres presenciales impartidos por Pasquinelli, Mujeres que no fueron tapa ha desarrollado materiales didácticos que pueden ser solicitados por docentes para utilizarlos en sus clases e incluso por personas de los departamentos de recursos humanos de las empresas para mejorar las relaciones entre empleados.

«Se inscriben y nosotras les enviamos las guías y materiales que desarrollamos. La acción cuenta de dos partes, en la primera los participantes utilizan las revistas para hacer un collage en el que expresan la respuesta a la pregunta de “¿Cuando te encanta ser vos?”. Tomamos esa materialidad que representa la cultura masiva y homogénea y la convertimos en expresión de singularidad. En la segunda parte, se analiza a través de ejemplos visuales y videos, la construcción y reproducción de estereotipos de género en los medios, dando cuenta de la imposición de roles y modelos. ¿Qué modelos se nos imponen? ¿Qué queda afuera? ¿Qué vínculo hay entre lo que estos mensajes dicen e imponen y eso construimos a través del collage? ¿Hay algo de eso expresado en estos mensajes? En general la conclusión es que la distancia es abismal. Luego les pedimos a los docentes que completen una encuesta y nos manden fotos porque es vital para nosotras saber qué pasó en esa experiencia».

Las actividades de Mujeres que no fueron tapa se completan con un podcast en el que se pretende hacer visibles a esas mujeres que hacen cosas relevantes, que han desempeñado roles dinámicos y profundamente importantes en los cambios sociales, las revoluciones o los procesos de independencia, pero que son invisibles para los medios.

«Lo que todo el tiempo me pregunto es ¿cómo hacemos para que no se borre de la historia a las que están empujando y accionando las mujeres en este momento histórico? Para que esas mujeres sean escuchadas es para lo que hago este podcast en la plataforma Wetoker. La dinámica del programa es mantener una conversación de alrededor de una hora con una mujer que tenga cosas para decir, una voz, que genere resonancias, que nos interpele, que nos inspire a pasar a la acción. Una de esas mujeres que, cuando las escuchás pensás, “es cierto”, “es como ella dice” o «si ella pudo yo también puedo”. En definitiva, mujeres que ponen en juego su deseo por fuera de lo que nos imponen que debemos desear».

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