De verdad. Yo no quería entrar en esto, pero mi apreciado Pascual Drake ha invocado a la bestia en el sitio web de GQ. Bueno, en realidad la invocación no era tal, pero el caso es que necesito responder a, no solo él, sino a todos aquellos que piensan que la vida seguirá igual cuando el enano asome la cabeza entre las piernas de su madre. Querido padre joven y moderno, la realidad se encargará de demostrarte que otros muchos lo intentaron antes que tú y que, si no triunfaron, no es porque tú seas guay, es porque la infancia tiene necesidades que se alejan mucho de las de los malditos asquerosos de la noche roquera.
Querido amigo, yo también pensaba antes del parto que seguiría siendo igual de molón. Le compré protectores de oídos a la niña para poder ir a conciertos con ella. De hecho, con menos de un año ya había visto a los Stooges en Hyde Park. Pero salió llorando. Por algún extraño motivo, a ella no le gustó ver a un cojo cantando Quiero ser tu perro bajo la lluvia y sobre un océano de barro.
Esa es la idea. Lo que tú crees que está guay, el jolgorio, puede que a él o ella le mole. Pero la atención de un niño en algo dura treinta segundos.
Conviene aclarar que son muchos los puntos en los que creo que Drake acierta. «Tu entorno se vuelve loco y decide ordenarte la vida», dice. Es cierto. Además, lo hacen con su mejor intención en la mayor parte de casos. Pero, qué quieren que les diga: napalm para todos. Partimos de la base de que, salvo excepciones, ellos quieren que tú y tu pareja seáis unos padres convencionales porque está claro que ser raro cotiza muy mal en esto de la paternidad. Seguro que los padres de Antonio Anglés, Charles Manson o Björk eran raros. Y nadie quiere que sus hijos salgan como ellos.
El entorno debe asumir que los padres aprenden a serlo a base de hostias de la misma manera que el mejor método para dejar de fumar es tener un tumor en el riñón. Pascual piensa, o cree, que puede ser padre sin cambiar. NO. La clave está en mantener la dignidad con el cambio.
Seguiré el orden propuesto en su texto para que no nos perdamos.
- Estarás durmiendo mucho, ¿no? Porque con lo que te viene… Tranquilo Pascual, con un poco de suerte podrás dormir. Son pocos, proporcionalmente hablando, los bebés que joden de manera fatal la relación de sus padres con Morfeo. Aquí viene lo que no te han contado. Podrás dormir, pero tú no decides ni cuándo ni cuánto. Los primero meses son geniales. El churumbel o churumbela está chapando nuca día y noche pero, amigo, cuando despierta toca zafarrancho. Mierda fuera. Pis fuera. Cambio de ropa y necesita comer cada tres horas. Cada tres horas. Sí, de madrugada también. Y no serás tú el típico cabrón que deja que tu pareja se coma sola todos los despertares para amamantar ni todas las incursiones nocturnas en la cocina, ¿no? ¿NO?
- ¡¡¿Qué te quedas en casa?!! Aprovecha para salir de fiesta ahora, hombre. Aprovecha. En serio. Sal. Aunque no seas de mucho salir. Sal. Porque vas a estar un tiempo sin hacerlo. Si tienes la suerte de que tus padres o los de ella vivan en la misma ciudad, podrás dejar a la criatura con ellos de cuando en cuando. Pero eso no ocurrirá hasta que, por lo pronto, deje de tomar el pecho. Una vez que salgas dará igual. Los niños no entienden de resacas y se despiertan a las 8 de la mañana, es decir, una hora después de haberte acostado como Bertín Osborne en una despedida de soltero. ¿Compensa? Sin duda. Como ganar el Tour de Francia. Pero para alcanzar el éxito hay que vomitar mucha bilis.
- ¿Pero dónde vas con ese coche, alma cándida? Ahí no te cabe nada. Tranquilo, un cochecito de bebé cabe en cualquier maletero. Ahora, como tu vehículo sea un utilitario no demasiado grande, poco más podrás meter dentro. Y ya te digo yo que te van a hacer falta más cosas. Las tuyas y las de tu pareja, por lo pronto.
- ¿Sigues viviendo en el centro? Cámbiate a una casa con jardín ya. Esto es un poco exagerado. No hace falta que tu casa tenga jardín. En realidad, lo que no es necesario es que el jardín sea tuyo. Sí es necesario que tu hijo sepa que hay más cosas que asfalto bajo sus pies, que crecen cosas vivas a veces por el mundo. Y necesita jugar con niños, no compartir su tiempo con una puñetera panda de modernos en La Ardosa. En cualquier caso, tranquilo, un niño puede vivir sin un parque y sin columpios. Probablemente Antonio Anglés y Björk así lo hicieron. Segundo aviso.
- Deja de fumar. Como tú mismo cuentas, «mi generación se ha criado en casas llenas de humeantes cigarros y puritos Farias y aquí nos tenéis, 30 años después, apuntándonos como gilipollas a medias maratones y maratones y discutiendo sobre si somos pronadores o supinadores». Tú lo has dicho: gilipollas. Y no es eso lo que queremos, ¿no? Además, podrás usar la excusa del bebé para que los imbéciles de tus amigos no te dejen la casa apestando porque, hazte a la idea, tu rol pasará a partir de ahora de visitador a anfitrión. Solo por no cargar con un millón de bártulos de mierda cada vez que sales.
- Haz deporte ahora porque con el niño va a ser imposible. Tranquilo, siempre podrás preparar las medias maratones empujando el carrito por el Retiro o adosarle a la bici una silla ridícula en la que llevar al mico. De todas formas, aquí sí podrás recurrir a tu pareja para que te cubra el turno porque, de momento, está moralmente más aceptado abandonar a tu hijo para hacer deporte que para salir de juerga y ponerte fino de MDMA.
- Aprovecha para leer. Tranquilo. Esto podrás hacerlo. Quédate con estos nombres porque serán los autores omnipresentes en tu mesilla: Carlos González y Eduard Estivill. El primero es un ‘vivalavida’ que dice que los hijos se forjan a base de amor, achuchones y almíbar. El segundo es nazi. Si el bebé llora porque no se duerme, déjalo hasta que aprenda que no le va a servir para nada. Bueno, todo esto es una exageración, pero lo que no lo es es que los seguidores de ambos son militantes irreconciliables con más rencor que Bruce Wayne. Ojo con ellos.
- Cambiarás de coche, ¿no? Tú piénsatelo.
- Cómprate un home cinema, porque lo de ir al cine… Esto es como lo de correr. Podrás hacerlo, tranquilo. No es necesario que compres un home cinema. A tu hijo le dará igual ver los dibujos ahí o en una tele de tubo en blanco y negro. Olvídate de ver películas en casa mientras esté despierto. Los bebés requieren atención, por si no habías caído en el tema. Es decir, no puedes dejarlos las dos horas que dura una peli a su puñetera bola.
- Quita los vinilos de ahí que te los va a romper el niño. Tranquilo, a nadie salvo a ti, amigo hipster, le interesan esos trozos de plástico negros en carpeta de cartón. Los tocarán, los cogerán, los sacarán de la estantería y alguno caerá al suelo pero, tranquilo, no es nada personal, lo hacen CON TODO. Lo tocan todo y lo rompen todo, que es la manera de aprender cómo funcionan las cosas. Ojo con los singles de 7 pulgadas. Ese tamaño se ajusta mejor a sus pequeñas manos.
- ¿Y qué vas a hacer con todo ese vino? A saco. No hay problema en esto.
- Uy, ¿y ese coche? ¿En serio no has mirado nada a estas alturas de post?
¿Significa todo esto que tu paso de ser molón a ser ‘viejoven’ es inminente? Ni mucho menos. Podrás ir a conciertos de día y al aire libre, escuchar a Bad Religion en casa y que tu hija lo flipe, rechazar con gusto los DVD del Cantajuego, vestirla con camisetas de los Who, viajar desde muy pronto donde te plazca y fardar por Malasaña con frecuencia. Es, sencillamente, una cuestión de ajustes vitales. Además, hay una ventaja: no te puedes echar atrás. Y otra: si a los concursantes de Gran Hermano les dejan tener hijos es porque todo el mundo puede hacerlo.