Aunque siempre es buen momento para recurrir a la poesía, que el 8 de agosto se celebre el Día Internacional del Gato es la excusa perfecta para recordar la oda que Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto, aka Pablo Neruda, les dedicó a estos felinos:
Oda al gato, de Pablo Neruda
Los animales fueron
imperfectos,
largos de cola, tristes
de cabeza.
Poco a poco se fueron
componiendo,
haciéndose paisaje,
adquiriendo lunares, gracia, vuelo.
El gato,
solo el gato
apareció completo
y orgulloso:
nació completamente terminado,
camina solo y sabe lo que quiere.
El hombre quiere ser pescado y pájaro,
la serpiente quisiera tener alas,
el perro es un león desorientado,
el ingeniero quiere ser poeta,
la mosca estudia para golondrina,
el poeta trata de imitar la mosca,
pero el gato quiere ser solo gato
y todo gato es gato
desde bigote a cola,
desde presentimiento a rata viva,
desde la noche hasta sus ojos de oro.
No hay unidad
como él,
no tienen
la luna ni la flor
tal contextura:
es una sola cosa
como el sol o el topacio,
y la elástica línea en su contorno
firme y sutil es como
la línea de la proa de una nave.
Sus ojos amarillos
dejaron una sola
ranura
para echar las monedas de la noche.
Oh, pequeño
emperador sin orbe,
conquistador sin patria,
mínimo tigre de salón, nupcial
sultán del cielo
de las tejas eróticas,
el viento del amor
en la intemperie
reclamas
cuando pasas
y posas
cuatro pies delicados
en el suelo,
oliendo,
desconfiando
de todo lo terrestre,
porque todo
es inmundo
para el inmaculado pie del gato.
Oh, fiera independiente
de la casa, arrogante
vestigio de la noche,
perezoso, gimnástico
y ajeno,
profundísimo gato,
policía secreta
de las habitaciones,
insignia
de un
desaparecido terciopelo,
seguramente no hay
enigma
en tu manera,
tal vez no eres misterio,
todo el mundo te sabe y perteneces
al habitante menos misterioso,
tal vez todos lo creen,
todos se creen dueños,
propietarios, tíos
de gatos, compañeros,
colegas,
discípulos o amigos
de su gato.
Yo no.
Yo no suscribo.
Yo no conozco al gato.
Todo lo sé, la vida y su archipiélago,
el mar y la ciudad incalculable,
la botánica,
el gineceo con sus extravíos,
el por y el menos de la matemática,
los embudos volcánicos del mundo,
la cáscara irreal del cocodrilo,
la bondad ignorada del bombero,
el atavismo azul del sacerdote,
pero no puedo descifrar un gato.
Mi razón resbaló en su indiferencia,
sus ojos tienen números de oro.
Neruda no fue el único escritor ni artista atraído por los gatos. Cortázar, Bukovski, Muriel Spark, Borges, Hemingway son solo algunos de los genios de las letras que compartieron vida y mostraron sus admiración por estos animales, dedicándoles también algunos de sus textos.
Lo que hace especialmente adecuada la Oda al gato de Neruda para conmemorar este día es la forma que el poeta chileno elige para enfocar sus versos. De manera cauta, con cierta distancia, sin juzgar ni invadir, de la misma manera que alguien que conoce su naturaleza se acerca un minino para no ahuyentarlo.
Además, la pieza de Neruda transcendió y se convirtió en mainstream hace solo unos años. Fue a raíz de la viralización del vídeo del programa El show de los libros, en el que el también escritor chileno Antonio Skármeta (fallecido el pasado año) recitaba la primera estrofa de la oda, acompañado de un minino extremadamente cariñoso:
¡Felicidades, michis!!