Si el faro de Ajo, en Cantabria, ha pretendido alguna vez pasar inadvertido durante el día, ahora puede ir olvidándose. Okuda San Miguel lo acaba de intervenir plasmando más de 70 colores en las paredes cilíndricas de sus 16 metros de torre.
El zambombazo cromático representa la riqueza natural de la región mediante su fauna local. También refleja la diversidad cultural de Cantabria, tierra de origen del artista y que este percibe como un lugar «moderno, abierto y conectado al mundo».
El pasado 24 de agosto comenzaba el proyecto denominado Infinite Cantabria. Okuda San Miguel lo afrontaba «con mucha ilusión y agradecimiento por tener la oportunidad de trasladar mi arte a un lugar tan simbólico e importante en mi tierra como es el faro de Ajo».
Solo hicieron falta tres días para que el encargo de la Autoridad Portuaria de Santander y el Ayuntamiento de Bareyo se hiciese realidad. Desde entonces, el de Ajo se ha convertido en el primer edificio de estas características en España en ser intervenido artísticamente.
Su nuevo aspecto no pasa inadvertido. Ni ahora ni antes, incluso, de lucirlo. Al anuncio de la intervención de Okuda San Miguel respondieron algunas voces críticas contrarias a la pérdida del blanco tradicional de la torre. Hubo quien, incluso, ponía en duda que con tanto colorido el faro pudiera seguir ejerciendo su función.
Polémicas que, de momento, han quedado eclipsadas por la luz que proyecta el faro, ahora también de día a través de sus coloridos muros.