Puede que ellos lo vivan de forma distinta. Que tal vez sientan la incertidumbre, el miedo, de una manera diferente a la que lo hacen los adultos. De lo que no escapa ningún niño diagnosticado de cáncer, al igual que los mayores que también lo padecen, es de los continuos peregrinajes al hospital. Sus salas de espera, sus consultas, las habitaciones se acaban convirtiendo, por el tiempo allí invertido, en una segunda casa pero desposeída de todo atisbo del bienestar y del confort que proporciona el verdadero hogar.
Las paredes blancas (cuando no desconchadas), las máquinas, el ir y venir de gente no contribuyen a hacer más llevadera la enfermedad ni los efectos del tratamiento. Las gerencias de los hospitales y las autoridades sanitarias parecen ir dándose cuenta de la circunstancia e intentan ponerle remedio, alentadas, en muchos casos, por asociaciones y otras instituciones que velan por el bienestar de estos niños y de sus familias.
Una de estas, la Fundación Small, se propuso hacer del hospital de día de oncología y hematología infantil del Hospital Universitario de la Vall d’Hebron (Barcelona) un lugar más acogedor para sus pequeños pacientes.
Contactó con Toormix y el estudio de diseño lo vio claro: aquel hospital tenía que ser un Parc d’Atencions (Parque de Atenciones). En él, los pacientes y sus familiares recibirían todo tipo de cuidados: médicos pero también personales y emocionales. En la sala de espera, uno podría entretenerse mirando nubes o contemplando las formas de los árboles. Una vez dentro, en la consulta, no resultaría raro encontrarse con naves espaciales u ovnis. Y el área de tratamiento se parecerían a las zonas de boxes de los circuitos de Fórmula 1.
«Además, se han conceptualizado y diseñado diferentes espacios donde buscar complicidades entre familiares (mesa/zona de cowork), zonas de juego en la escala de los pacientes más jóvenes (cabañas) y zonas independientes para los pacientes adolescentes», explica Ferran Mitjans, director de arte de Toormix.
El proyecto, posible gracias tanto a la Fundación Small como a las donaciones de diferentes fundaciones y particulares y en cuya conceptualización también ha colaborado Plasencia Arquitectura, trata de ponérselo un poco más fácil a los enfermos. Pero también a sus familiares y al propio personal sanitario. Por eso, nada más hacerse cargo del proyecto, los responsables de Toormix contactaron con todos ellos. Querían saber qué es lo que le pedirían a aquel nuevo espacio: «En un proyecto de estas características es vital tener en cuenta a todos los públicos con sus sensibilidades y necesidades específicas».
Pensar en los niños era elemental pero sin que ello menoscabara el bienestar del resto de los públicos: «Si te centras solo en el niño y planteas un discurso muy colorista y saturado, como se ha hecho tradicionalmente en los hospitales infantiles, esto generará estrés en el trabajador médico que debe utilizarlo a diario. En cambio si haces una cosa aséptica solo pensando en el personal, te olvidas de las necesidades del enfermo».
Y luego está esa tercera parte, la familia del paciente, a la que rara vez se tiene en cuenta. «Queríamos un lugar que cumpliese con las tres sensibilidades, en el que todos los públicos encontraran su sitio. Por eso planteamos un espacio lo más cercano a un salón de casa, confortable para todos: iluminación cálida y materiales orgánicos como la madera, colores desaturados y engamados». Todos los elementos visuales se cuidaron al detalle.
El Parc d’Atencions lleva funcionando desde el pasado verano. «Hace unas semanas visitamos la planta a pleno rendimiento y ver la sala de espera llena de niños y familiares usando el espacio con unas caras no tan graves que provocan las largas esperas hospitalarias, del equipo médico atendiendo en los boxes… te pone la piel de gallina. Si con nuestro trabajo ayudamos a modificar el estado de ánimo de médicos, pacientes y familiares o si conseguimos que afronten de forma más positiva esta situación vital tan dura, ya habremos cumplido el objetivo marcado», nos confiesan desde Toormix.