Luces multicolor parpadean en la oscuridad de la sala, caras que se ven y al siguiente fogonazo han desaparecido, tecno ensordecedor y un DJ que levanta un dedo al cielo cuando el tema llega a su punto orgásmico.
Suspicazmente, has imaginado un antro repleto de ojos vidriosos, mandíbulas bailarinas e hilos de humo subiendo desde cigarrillos escondidos junto a las caderas. También sudor. En realidad, ese es el único elemento que comparten con ese otro contexto los asistentes a PartyGym, un gimnasio mexicano con más ambiente que la mayoría de los sitios por los que sales.
A Ileana Quintero, la creadora del lugar, le sobrevino la idea de crear un centro con este concepto durante una terapia. Tras sufrir un accidente que le lesionó la espalda se enteró de que en Suiza vendían unas botas saltarinas llamadas Kangoojumps, y le contaron que podían ayudarle. Las pidió, se las calzó, salió a brincar. Lo que dice que pasó después es que llegó a casa con un descubrimiento: «Hacer deporte puede ser muy muy divertido».
Sus zapatos botadores le había proporcionado no una tarde de ejercicio físico, sino una sesión de sudoración lúdica. Pensó entonces que, si un gimnasio tuviera aparatos y clases así de entretenidos, podría animar a más de uno a frecuentarlos. Si a eso le añadía un ambiente de sábado noche, ir al gimnasio podría ser la fiesta absoluta.
«La idea era que estuviera llevado por profesionales del deporte, pero con clases divertidas, eufóricas, con mucho entretenimiento», habla de cuando empezó a esbozar el proyecto, que hoy es todo un éxito.
Entre otras ocurrencias, a Quintero le pareció que estaría curioso poder sprintar en una bici estática, entre luces destelleantes y decibelios de discoteca, que tuviera la capacidad de inclinarse hacia los lados como si estuviera agarrando cerradas curvas virtuales. «Ese ejercicio, que llamamos Real Ryder, mejora tu capacidad pulmonar», puntualiza el objetivo médico-físico de la carrera a dos ruedas derrapando entre neones.
Las clases de diferentes danzas, entre focos, se convierten casi en puestas en escena. Y a los alumnos de boxeo el chunda-chunda les ritmifica los madrazos. También hay boxeo subido sobre las kangoojumps, puestos a hacer deportes divertidos. Una actividad llamada Partyheels está preparada para armonizar el cuerpo y la mente; y entre que vienen los de pilates y los de las artes marciales, llegan algunas mamás que acuden a una clase llamada YMCA, que se trata de un entrenamiento especial y musical para madres recientes. Quizás alguna llegó a aquello tras una de las clases de Kizomba, que según el propio gimnasio, «es el arte de la conexión que te llena de sensualidad mientras te ejercitas, con raíces africanas y para parejas».
Eso sí, sin duda existe una reina de todas las actividades. Se llama kangooparty. El DJ empieza con tribal ante un público que enfrenta la mesa en mallas. Cada uno de esos oyentes tiene unas botas puestas con las que podrían dar una lección de vuelo a Michael Jordan. Sube la rosca, sube volumen, sube el pulso cardiaco…. El subidón en este caso se vuelve más literal que nunca.
«Y también hay clases especiales para grupos empresariales», apunta Quintero. Ella es de las que opinan que hacer deporte también puede ser una terapia psicológica, un método de grupo o, simplemente, «algo que ir a hacer, porque es divertido».