Si la vida tiene siempre su lado positivo y su lado negativo, una fiesta como la Navidad no se escapa de esa máxima. Muchas personas se sitúan en su cara A, la de la felicidad, la alegría, la dulzura… Pero hay otras, muchas más de las que pensamos, que solo pueden ver en esta fiesta una cara B, mucho más triste y dolorosa.
Para ellas, la Navidad se convierte en la peor época del año, donde afloran con más fuerza los problemas de salud mental provocados por la depresión, la presión social o los problemas económicos. Y su recurso para hacer frente a un periodo tan negro para ellos es la automedicación.
Mario Añibarro, copy en la agencia Good Rebels, y Camilo Bracho, director de arte, aunque ahora trabaja en el departamento de Formación interna y comunicación de Asisa, han querido dar visibilidad a esa cara B de la Navidad con su proyecto El pastillero de Adviento. A diferencia del tradicional calendario del mismo nombre, en el pastillero no hay chocolatinas tras cada ventanita, sino 25 asociaciones que trabajan en el campo de la salud mental a las que se puede acudir en busca de ayuda en lugar de lanzarse al Lorazepán, al Diazepán o a las benzocaínas.
«La sociedad, de algún modo, aunque suene un poco frívolo, nos pinta la Navidad como un momento de felicidad, de alegría, de jolgorio, de luz, y realmente para la mayoría de los casos es así —explica Mario Añibarro—. Pero existe una cara B para otras personas: aumentan de manera muy significativa las crisis de ansiedad, los casos de depresión, el número de suicidios, el número de tentativas de homicidio, las llamadas al Teléfono de la Esperanza… y queríamos poner en valor esta situación».
Añibarro se define como alguien muy proactivo y con un constante bullir de ideas en su cabeza. Esta le sobrevino porque la salud mental es algo que le toca de cerca y conoce bien. Contó su idea en la agencia para la que trabaja, pero por problemas de tiempo no se pudo llevar a cabo, así que se lo tomó como un proyecto personal. Contó su idea a su amigo Camilo Bracho, a quien había conocido mientras ambos cursaban el Máster de Creatividad de la escuela Brother, y se pusieron manos a la obra: Añibarro se encargó de la parte redaccional y de comunicación y Bracho del arte y el 3D.
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«Íbamos un poco pillados de tiempo porque, nivel conceptual, para que tuviera todo el sentido del mundo, debía lanzarse el día 1 de diciembre, para que tuviera todo ese recorrido lógico del pastillero de Adviento, igual que un calendario de Adviento. Así que han sido unas semanas intensas», explica Añibarro, en las que han tenido que cuadrar todo el concepto de la campaña y hacer los gráficos 3D, lo que más tiempo llevaba, según aclara, para llegar a tiempo.
«Lo que realmente queríamos hacer con esto, más allá de generar cualquier tipo de repercusión, era intentar buscar una solución realista y no simbólica, más allá de lo que pueda representar a nivel simbólico», concluye.
El pastillero de Adviento se mueve a través de Instagram y han creado una landing en la que se indica el contacto y el número de cuenta de algunas de estas asociaciones para que quien quiera hacerlo pueda hacer un donativo a través de una compra simbólica del pastillero.