Payo Today, un toque de atención a cómo informamos sobre los gitanos

«España es un país de gitanos». Es una frase escuchada una y mil veces. No se refiere a la tercera acepción de la palabra «gitano» en el diccionario de la RAE («que tiene gracia y arte para ganarse las voluntades de otros»), sino a la cuarta: «Que estafa u obra con engaño». No es la Academia la que define la palabra, sino el uso social el que crea la acepción. La frase sintetiza el lugar en el que el imaginario colectivo de la sociedad ha colocado a los gitanos: ladrones, tramposos, delincuentes.
Parte del imaginario colectivo se cimenta sobre lo que cuentan los medios, según teorizan en dos pasos las investigaciones en sociología de la comunicación, El primero, la ‘agenda setting’ de la que hablamos aquí, teoría según la cual lo que sale en ellos es lo que centra la atención de la gente, de forma que todo aquello que no se cuenta parecería no existir.
El segundo, el ‘framing’, teoría que recoge que no se trata sólo de qué hablan los medios, sino en qué tono lo hacen. Si los medios hablan de inmigración el próximo CIS recogerá la inmigración como preocupación de los encuestados, y si los medios vinculan la idea del delito a la inmigración la incidencia ascenderá en los resultados del barómetro. Así ha sido, al menos, hasta ahora.
Conscientes del papel de los medios a la hora de hacer calar las ideas en la sociedad, el Secretariado Gitano ha puesto en marcha una curiosa iniciativa para llamar la atención sobre lo innecesario y perjudicial que es mencionar que alguien sea o no gitano. Porque, efectivamente, sólo se hace cuando se vincula a cuestiones problemáticas -falta de integración, delitos y demás- ¿Cómo sería la realidad incidiendo en que los implicados en cualquier hecho son payos?
Eso es lo que intenta Payo Today, donde noticias como la lucha de poder en el PP madrileño toma otro cariz cuando se traduce ‘a lo payo’: «Guerra entre patriarcas por el poder del Partido Popular», con foto de Esperanza Aguirre y María Dolores de Cospedal. «Palabra de payo», como show televisivo. «Payos lideran las nominaciones a los premios Grammy», como nota de color cultural. «Iglesias avisa que acabará con la casta paya del ’78», como propuesta política.
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Y, directos a ejemplos reales, «Cae la banda de 14 payos en operativo antidrogas», «Reyerta entre payos en alta mar», o «Cuatro mujeres de etnia paya detenidas por robar en supermercados».
El proyecto usa las armas de los medios reales, que son las palabras. Porque la definición de ‘gitano’ en medios cuenta con su propio diccionario: «clan», «reyerta», «etnia» «patriarca» y otros vocablos que  el imaginario colectivo nuevamente asocia a los gitanos y, con ellos, al conflicto. Tienen, incluso, un informativo

Y ese es el problema que intentan hacer visible con la iniciativa: si es absurdo señalar que alguien es payo, tampoco tiene sentido señalar que alguien sea gitano porque la ascendencia no condiciona la acción. «Este diario no es real, pero desgraciadamente la manera de comunicar las noticias sí lo es», cuentan en un banner en el que recogen recortes reales de prensa en ese sentido, donde hacen un llamamiento a los periodistas a hacerse eco de la campaña y comparten una guía práctica con consejos para evitar la estigmatización de los gitanos en los medios.
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Aunque el medio no sea real, hay titulares certeros como pocos: «El pequeño payo Nicolás, símbolo de su especie». Ya saben, España es un país de pequeños Nicolases.

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Patrick Thomas

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