“No descansaré hasta que acabemos con las muertes en las carreteras del D.F.”, reza Peatónito. La Ciudad de México cuenta desde hace unos meses con un superhéroe enmascarado que realiza acciones en la calle para defender los derechos de los peatones. Todo esto en una ciudad en la que cada año mueren 500 viandantes atropellados por los coches.
Si la Ciudad de México fuese un ecosistema animal, el peatón sería el eslabón más bajo de una cadena en la que el vehículo motorizado es el rey. En la última década, miles de millones de pesos han sido destinados para hacer autopistas y grandes avenidas que facilitan la vida al automovilista mientras que el peatón, salvo algunas excepciones, apenas ha recibido atención.
“Vivimos en una ciudad en la que cada año mueren 500 viandantes atropellados por vehículos. Hay muy poco espacio para el caminante; las aceras están llenas de obstáculos y la policía no hace su trabajo. Llega hasta tal punto esta situación que el concepto de peatón ni siquiera se incluye como un medio de movilidad en los estudios que realiza el gobierno local”, explica Jorge Cáñez, un estudiante de urbanismo de 26 años que vive en la capital.
Cáñez lleva tiempo participando en organizaciones que reclaman medidas para hacer de la ciudad un lugar más habitable, pero sus actuaciones se le quedan cortas. Por ello ha decidido recurrir al humor y así inyectar un poco de vitalidad a su causa. El joven urbanista se enfundó una máscara de lucha libre y una capa con el firme propósito de defender los derechos de los transeúntes. De esta manera fue como nació Peatónito, un superhéroe que una vez al mes sale a la calle a denunciar a los conductores que complican la vida a los caminantes en la capital mexicana. Su caso ya ha recibido atención internacional de medios como Atlantic Cities.
“Me inspiré en las acciones urbanas de Antonus Mockus durante su mandato como alcalde de Bogotá entre 1995 y 1997”. El académico, reconvertido en político, desplegó un ejército de mimos para reñir con humor a los conductores que rompían las normas o realizaban imprudencias. Poner en evidencia estas prácticas se consideró una medida más eficaz que apoyarse en la corrupta policía de tráfico, una situación con muchas similitudes con lo que acontece en esta ciudad actualmente.
“Buscamos imponer sanciones morales como alternativa a un sistema policiaco corrupto que no pone multas. Algo sencillo y divertido que se comprenda por los automovilistas”, añade Cáñez, que atiende la entrevista por Skype vestido con el atuendo de Peatónito.
Durante sus expediciones urbanas, el superhéroe y sus acólitos cierran calles, piden que los conductores que obstruyen los pasos de peatones dejen de hacerlo y denuncian coches mal aparcados. Aparecen cuando uno menos se lo espera para dejar en evidencia a los automovilistas poco cívicos.
“Nuestro principal radio de acción es hacer respetar el espacio cebra, algo que, según las normas de tráfico, se debería sancionar con un importe de 5 veces el salario mínimo pero que nunca se aplica. También realizamos acciones tales como quitar los automóviles que aparcan en las aceras. Se trata de hacerles ver que existimos y que nos deben de tener en cuenta”. Escenarios que en un 90% de las situaciones producen risas y cierta complicidad. “La gran mayoría se lo toma bien. Solo un 10% te llega a mentar a la madre (insultar)”, añade el superhéroe.
Durante el último medio siglo, Cáñez lamenta que el D.F. haya sufrido la ola motorizada que llevó a ciudades en todo el mundo a olvidarse de la importancia de hacer ciudades humanas y vivibles. “Se destinaron grandes cantidades de dinero para hacer autopistas que solo utiliza el 20% de la población mientras que el resto no nos beneficiamos de ello”.
También reclama una mejora de las condiciones para obtener un carné de conducir. “Ahora mismo conseguir una licencia es como ir a comprar chicles. Vas a la delegación pertinente, pagas y te la dan. El gobierno te da un arma y te cree capacitado sin una formación adecuada”.
Pero el humor no debería distraer de los fundamentos sólidos en los que se sustentan sus reclamaciones. Recientemente ha conseguido reunirse con representantes del gobierno. “Una ciclista de 20 años fue atropellada por un microbús y nos llamaron para ayudar a planificar la seguridad vial. Ya nos están escuchando, que es mejor que nada”.
Hay señales, además, de que la ciudad poco a poco empieza a abrir nuevas vías de movilidad alternativa. “Se ha pasado de un 1% de la población que se mueve en bicicleta a un 5%. Ha tomado más fuerza que el peatón y se empieza a sentir una revolución no motorizada”.
Tras pronunciar esas palabras de optimismo, Cáñez cambia de registro y se vuelve a meter en su alter ego. “No voy a descansar hasta que los viandantes tengan el espacio que les corresponde. Hasta que no se produzca ninguna muerte de peatón en la ciudad”.
Mira a la cámara consciente de la magnitud del proyecto que le queda por delante. Pero en el futuro no tiene por qué estar solo. Su personaje ha sido registrado con licencia Creative Commons para que cualquiera con iniciativa despliegue sus superpoderes por el mundo. Los conductores imprudentes que no residen en México pueden descansar tranquilos por el momento, pero quizá no por mucho más tiempo.
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Este artículo fue publicado en el número de Abril de Yorokobu.