Hay ocasiones en las que donde caben dos, caben tres. O incluso más. Porque no existe una forma estándar de poliamor. Esta palabreja, cada vez más presente en cualquier discurso sobre las diversas formas de relacionarse, podría definirse como cualquier relación de amor y compromiso (y no necesariamente sexual) de más de dos personas al mismo tiempo.
Desde hace tiempo se habla de la monogamia como un mito tanto entre los animales como entre los seres humanos. Parece demostrado que engañar a la pareja es algo común en ambos sexos. Y que, mientras que el deseo de tener múltiples parejas es natural, la monogamia no lo es. La monogamia social existe en muchas especies y no tiene pinta de estar a punto de desaparecer, pero la sexual es algo insólito en la naturaleza.
Sin embargo, y por poner solo un ejemplo, la no-monogamia es mucho menos aceptada por la familia o la sociedad que la homosexualidad. Para Miguel Vagalume, terapeuta, activista sexual y creador de la plataforma Golfxs con principios, esto se debe a todas las costumbres sociales que cuestiona.
«La familia mediterránea gira, sobre todo, alrededor de grandes celebraciones en torno a una mesa, y eso sigue siendo bastante incompatible con el tsunami que supondría aparecer con tus dos (o más parejas)», explica a Yorokobu.
«En nuestra sociedad patriarcal, la monogamia es un mito muy potente que sustenta todo el sistema económico capitalista, un sistema asentado sobre la base del dúo que se reproduce y de la familia nuclear», cuenta a nuestra revista Coral Herrera, doctora en Humanidades y creadora de la plataforma online Otras formas de quererse.
«El capitalismo necesita a ese dúo hombre-mujer porque no le viene bien que nos organicemos y convivamos en grupos; porque un mundo organizado en grupos dispersos, pequeños, numerosos, que mutan…. sería mucho más difícil de controlar».
Aún cuesta entender que una persona no tiene por qué cubrir todas las necesidades de otra durante toda su vida. Y que el poliamor aspira a convertirse en una forma de relacionarse con otros basada en la honestidad y la aceptación de nuestros deseos naturales.
«Para que se dé un cambio de mentalidad hará falta lo que siempre los ha provocado: los cambios sociales, el trabajo activista, la reflexión académica y no académica, los medios de comunicación generalistas mostrando nuevos modelos, etc. Pero, mientras tanto, todas esas dificultades no van a impedir que mucha gente vaya buscando sus propias maneras de hacerlo posible, como ya lo están haciendo. Eso sí, discretamente, como la inmensa mayoría de los casos que conozco en mi entorno y en consulta», reflexiona Vagalume.
Desde hace tiempo, se habla de lo propensos que son los seres humanos a las relaciones extramaritales. Parece que muchos son más monógamos de boquilla que de corazón. Un informe elaborado en 2014 por el Instituto Ipsos revelaba que el 35% de los hombres y el 26% de las mujeres reconocían haberle sido alguna vez infiel a su pareja.
Estos son algunos de los principales mitos asociados a las relaciones poliamorosas:
El poliamor se basa en la conversión de una relación de pareja monógama en abierta. Puede ser eso, pero no es lo único. Muchos piensan (equivocadamente) que el poliamor es simplemente la mejor forma de que una pareja no se destruya con el paso del tiempo.
«Es una de esas percepciones lógicas, viniendo como venimos de un modelo de relaciones exclusivas. En los casos que me han llegado y conozco, es más común que cueste entender que se pasa a vivir en dos sistemas a la vez: una dinámica de pareja entre cada dos, pero una de grupo para el conjunto total de relaciones, con lógicas diferentes», apunta Vagalume.
Solo soy poliamoroso para poder follar más. Aunque es cierto que ser poliamoroso te da la oportunidad de tener relaciones sexuales con múltiples parejas, no es menos verdad que ser poliamoroso puede resultar tener menos sexo.
«El problema lo veo en la desconsideración hacia las personas con las que se relaciona, si necesita engañar a sus relaciones para conseguir follar más, entendido como cuántas más, mejor, como un trabajo en el que hay que ser eficaz, a costa de lo que sea», comenta el terapeuta.
Soy alérgico a cualquier tipo de compromiso. Muchas personas poliamorosas tampoco están necesariamente saliendo o buscando parejas adicionales todo el tiempo. Una persona puede tener múltiples parejas y no considerar su relación abierta, si alguna de las personas involucradas no desea agregar más socios. Algunas personas llaman a esto poliamor cerrado.
«Sí es fácil que quien busca poco compromiso intente tener relaciones poliamorosas, pero el día a día supone mucho esfuerzo para quien quiere evitar compromisos. En ese caso, es más sencillo aparentar estar cumpliendo el acuerdo de monogamia. Otra cuestión es que en las relaciones heterosexuales sea algo común», añade el cofundador de la plataforma Golfxs con principios.
Desde el punto de vista cultural, el compromiso se entiende como la capacidad de estar dispuesto a tener sexo con una única persona. Pero para muchas personas poliamorosas, el compromiso está en ser honesto con las personas con quienes comparten su vida y con tratarlas bien y estar a su lado.
Muchos se sienten más comprometidos con sus parejas actuales que con las personas con las que salieron monógamamente porque son sinceros y se abren con ellos, sobre todos los pensamientos que pasan por su cabeza.
Esto es solo una excusa para que los tíos se la peguen a su chica. No son pocos los que piensan que muchos hombres se escudan en el poliamor para ponerle los cuernos a su pareja. Además, la gente asume que todo esto es cosa de hombres, pero lo cierto es que son bastantes las mujeres que lo hacen.
«En los eventos que se organizan, suelen ser más chicas que chicos. Supone mucho esfuerzo de trabajo emocional como para atraer a quienes no están a gusto en ese terreno o tienen una justificación social para tener otras relaciones a escondidas. Hay toda una serie de argumentos que de siempre han disculpado las necesidades masculinas, como si aún no hubiesen aprendido a comportarse como alguien adulto», señala a nuestra revista Vagalume.
«La poliamoría es maravillosa para las mujeres, en tanto en cuanto el adulterio femenino ha sido siempre muy castigado de una manera cruel y violenta», comenta Herrera, que considera que hay un grueso de la población femenina que está tratando de adaptarse a la poliamoría cuando toda su vida ha vivido una estructura de monogamia, algo que resulta sumamente complicado.
«Se ha extendido el mito de que la poliamoría no es patriarcal y que es feminista, y muchas mujeres se obligan a sí mismas a entrar en el maravilloso mundo del poliamor, pero también hay gente que sufre muchísimo. Son muchos siglos de patriarcado encima, y las mujeres siempre hemos sido invitadas o seducidas con la idea de un amor verdadero, que es exclusivo, etc., por lo que es bien complicado romper esa estructura», explica.
Soy todo un coleccionista de ETS. Estereotipo absurdo, pues el contagio de ETS depende exclusivamente del tipo de prácticas que se realicen y el tipo de protección que se utilice en esas relaciones.
Y precisamente porque con frecuencia tienen relaciones con distintas personas, los poliamorosos suelen tomarse esto del sexo seguro muy en serio y presentan tasas significativamente más bajas de transmisión de ETS, además de ser mucho más dados a someterse a pruebas de detección de enfermedades venéreas que aquellos que mantienen relaciones a varias bandas vía amantes o engañando a su pareja (que, por supuesto, piensa que son monógamos).
Todos somos blancos, de clase media alta, bisexuales, urbanitas y sin hijos. Es evidente que no todas las personas que practican el poliamor responden a un mismo perfil. «Sin duda, hay una cuestión de clase ya que es muy complicado en circunstancias precarias o comunidades donde la identidad depende de un proyecto familiar monógamo», argumenta el terapeuta.
«Obvio que se dé en grandes ciudades porque es más fácil evitar la presión social, pero cada día hay más ciudades donde aparecen nuevos grupos, como Santiago de Compostela, Málaga, Albacete, Oviedo, Bilbao…, y también abunda en algunas ecoaldeas y pueblos pequeños».
No tengo límites a la hora de tener sexo. Ser poliamoroso no hace que, por defecto, uno esté abierto a tríos, bondage y cualquier práctica sexual que se tercie. Ni que viva enganchado al sexo.
«Que un poliamoroso tiene que estar todo el tiempo teniendo relaciones y follando como loco es un estereotipo. Dentro de la poliamoría, que es muy diversa, hay muchas formas y mucha gente. Gente que tiene pocas parejas, otra que tiene muchas, otra que abre su relación en determinados momentos y la cierra en otros… Lo bonito que tiene la poliamoría es que hay mucha diversidad y que cada cual busca la manera de relacionarse intentando adaptarse a los nuevos tiempos», sostiene Herrera.
Es un estilo de vida despreocupado y maravilloso. Los problemas de una pareja poliamorosa no distan demasiado de los que pueda tener cualquier pareja de otro tipo. Sin embargo, logísticamente, entran en juego más personas con las que compartir tiempo, lo que puede ser algo difícil. El poliamor requiere de tiempo y dedicación.
También resulta complicado hablar abiertamente de una relación de este tipo, dado el estigma social. «Hay una idea de que la poliamoría es como jauja y que todo vale. Que todo es maravilloso, que no hay reglas y que la única norma consiste en disfrutar. Pero hay gente que está trabajando mucho para derribar todos estos mitos y estereotipos, y para visibilizar la diversidad que hay en las nuevas formas de quererse», apostilla la activista.
Abordar el tema desde los mitos lo hace muy accesible, incluso invita a buscar grupos en tu ciudad. Bella nota.
Cuando existe un enamoramiento profundo y limpio xq encuentras a una persona a la que aparte de encajar en la vida amorosa la admiras como persona, la valoras objetivamente y esos sentimientos son recíprocos, es imposible que quepan mas personas en ese tipo de relación. Siempre habría perdedores y sufridores. Creo que el poliamor es el invento de los picaflores sin compromiso o que no han tenido la suerte de estar hasta las trancas por una persona con el paso del tiempo.