Si has tenido la (macabra) suerte de visitar el mausoleo de Lenin en la Plaza Roja de Moscú, es posible que, a la salida, en la parte posterior del cubículo de granito que aloja los restos del dirigente soviético, te hayas fijado en una serie de tumbas que se reparten por el camino que lleva hacia la salida del recorrido.
Algunos nombres, quizá, te hayan sonado familiares. Los restos de soviéticos ilustres descansan allí. En ese pequeño panteón al aire libre están Yuri Gagarin, Iósef Stalin o, para los más puestos en la materia, incluso Felix Dzerzhinsky, fundador de la Cheka.
Durante la Unión Soviética, que te enterrasen en la muralla del Kremlin, a pocos metros de la Plaza Roja, de la tumba del soldado desconocido y del mausoleo de Lenin (a partir de 1924, tras la muerte del líder soviético) era equivalente a tener un funeral de héroe. Si terminabas tus días al pie de las murallas rojas del centro político de la URSS, con toda probabilidad habías hecho aportaciones de calado a la expansión del comunismo por el globo.
Por ello, además de figuras prominentes de la revolución rusa y la Unión Soviética, en el Kremlin descansan los restos de un buen puñado de extranjeros. De entre todos ellos, solo tres llegaron del principal rival político de la URSS, Estados Unidos. El más famoso es John Reed, autor de una de las mejores crónicas sobre la revolución rusa, Diez días que estremecieron el mundo.
Reed, además del cofundador del Partido Comunista Obrero de América, fue uno de los principales reporteros de los medios de izquierda radical de Estados Unidos. Contribuyó con su oficio a la mítica The Masses, que terminó echando el cierre tras varias polémicas judiciales.
Su editor, Max Eastman, decidido a garantizar una cobertura de los asuntos públicos con perspectiva socialista, acabó fundando The Liberator, para la que también contaría con la pluma de Reed.
La revista The Liberator se publicó en Estados Unidos de 1918 a 1924. Al final, terminaría fusionándose con otras revistas socialistas americanas, dando lugar a The Workers Monthly. Tras una serie de cambios de nombre, se transformó en la revista Political Affairs, que siguió publicándose en papel hasta 2008 y en digital hasta 2016.
Cada una de las portadas de la revista tenía una portada original, con temática relacionada con el movimiento obrero. Las finanzas de la revista, sujetas al enorme gasto en colaboradores, no permitían más que la impresión en el papel más fino y barato posible. De ahí que la mayor parte de las tiradas de los diferentes números se hayan terminado perdiendo.
Las que quedan, propiedad de varias bibliotecas y coleccionistas americanos, están ahora digitalizadas gracias al Marxists Internet Archive.