Me dice un amigo, asรญ por charlar, que un ruso en la Plaza Roja de Moscรบ se ha clavado los huevos al suelo este domingo para protestar contra la โindiferencia polรญticaโ de la sociedad. De primeras mi reacciรณn fue pinchar una patata frita del plato y mirar la hora. No sabรญa yo que aquella primicia iba a tejer tela en mi subconsciente.
โDe quรฉ escriboโฆโ, pienso mรกs tarde sentado en el sofรก mientras me desespero rastreando. Entonces unas palabras rebrotan en mi cabeza y me pregunto: โยฟpor quรฉ coรฑo un ruso se ha clavado los huevos al suelo en la Plaza Roja?โ Miro al infinito. Tal pensamiento me lleva, por un lado, a agarrarme las costuras en una involuntaria comprobaciรณn de que todo va bien, y por otro, a una incรณgnita: ยฟcuรกnto ha cambiado nuestro modo de reivindicar las cosas?
Yo no sรฉ si nos estamos pasando. Y no se me tome por un revientaprotestas que aquรญ uno ha corrido como el que mรกs y se ha llevado mรกs de un porrazo y algรบn pelotazo de goma. Lo que digo es que de unos siglos para acรก, en lo que a protestas se refiere, no ganamos para disgustos.
Que la culpa no es nuestra, que la culpa es de la sofisticaciรณn armamentรญstica de nuestros cuerpos de seguridad y de todos esos derechos revolucionarios que perdimos el dรญa en que nos convertimos en estados consolidados. Pero que pienso que antes se ahorcaba a un Luis XVI a nada que viniesen cuatro mรกs bestias que los mosqueteros y se arreglaban las cosas en una maรฑana.
El ruso que se ha perforado el escroto a escasos metros del mausoleo de Lenin se llama Piotr Pavlenski. Es un artista que, harto de la clase polรญtica de su paรญs, ha decidido llamar la atenciรณn de sociedad y autoridades taladrรกndose las bolas en pรบblico. Y de algรบn modo -al menos mediรกticamente- ha surtido efecto. ยฟEstรก empezando a depender el รฉxito de las protestas de su efecto main-stream?
Solo con poner โruso testรญculosโ en Google contabilizo cerca de un centenar de entradas que hablan del protestatario. Lo que se traduce en cientos de miles de visitas. Lo que quiere decir centenares de comentaristas interesados. De pronto, por algo asรญ, muchos de esos que ni siquiera leen los periรณdicos ahora saben que hay gente en Rusia que estรก muy disgustada con su clase polรญtica.
Parece que nos estamos acostumbrando a que las campaรฑas sociales empiecen por un sacrificio humano o, mรกs bien, parece que nos hemos insensibilizado a los problemas a no ser que los que reivindican sus soluciones se arriesguen a llamar la atenciรณn del modo mรกs macabro.
Escribo โprotestas extremasโ en el buscador. De una pรกgina a otra me voy encontrando con ejemplos similares al de Pavlenski que me certifican que desde hace unas dรฉcadas a esta parte, de entre las protestas que mรกs acaban calando, abundan las que impactan a la masa por su autoflagelamiento.
Casi pioneros en esto de las quejas radicales virales estรกn los monjes budistas (en japonรฉs bลzu, bonzo en castellano). Y eso que no existรญa ni el YouTube cuando se pusieron a ello. Thich Quang Duc, monje budista vietnamita, se suicidรณ quemรกndose vivo y sin rechistar en una zona muy concurrida de Saigรณn el 11 de junio de 1963 y su hazaรฑa creรณ una ola de suicidios idรฉnticos entre hermanos de fe a principios de los 60.
Protestaban contra el rรฉgimen tirรกnico de Vietnam del Sur. La expresiรณn quemarse a lo bonzo adquiriรณ estatus de nombre propio, y solo con echar un vistazo a Wikipedia se contabilizan cuatro decenas de aficionados imitadores al estilo cuya causa tuvo un fuerte impacto social o periodรญstico.
Entre ellos estรกn algunos de esos que firmaron en los libros de historia. Mohamed Bouazizi, por ejemplo, fue el vendedor ambulante tunecino que tras autoincendiarse en protesta por el trato que recibรญa del organismo local hizo estallar la revoluciรณn tunecina que derrocรณ al presidente totalitario Zine El Abidine Ben Ali y causรณ el levantamiento de la Primavera รrabe en los paรญses vecinos.
Dice mi explorador que hay al menos dos ciudadanos iranรญes que se hicieron cรฉlebres por coserse la boca para continuar con la huelga de hambre que habรญan iniciado tras la negativa recibida a su asilo polรญtico en Grecia. Tirando de ese hilo me vuelvo a encontrar a Pavlenski, el que se ha clavado los huevos al suelo, que al parecer hace no mucho tambiรฉn se hizo punto de cruz en los morros.
Leo sobre tipos crucificados, chinos, coreanos e indignados que se cortan dedos para dar pรกbulo a sus exigencias, obreros que se encaraman en grรบas durante meses soportando las inclemencias meteorolรณgicas, un hindรบ que se corta la lengua y una lista bien nutrida de manifestantes sufridores que a menudo no lo cuentan.
En el ranking de reivindicaciones con sufrimiento penal, encabezan la lista las acciones de las rusas Pussy Riot y el zapato que el reportero iraquรญ Muntazer al Zaidi lanzรณ al expresidente estadounidense George W. Bush como desahogo por el sufrimiento provocado a su pueblo.
El caso es que todos esos sucesos, rรกpidamente reproducidos por los medios locales o internacionales y viralizados en las redes, a menudo han adquirido su sentido al conseguir llamar la atenciรณn de sociedad y dirigentes. Una atenciรณn de la que a menudo carecen las otras reivindicaciones por falta de โcarismaโ.
Debe ser que el mundo de los levantamientos ha cambiado y ahora que ni tenemos a Asterix que nos defienda, ni supermanes que nos venguen, ni guillotinas con las que saldar deudas regias en las plazas pรบblicas el รฉxito parece radicar en la popularidad que adquiere el suceso protestatario, y ese, a su vez, a menudo depende del impacto sรกdico y conmovedor que causa el propio acto. ยฟPodrรญa ser que en la sociedad donde โtodo el mundo ya lo ha visto todoโ ni polรญticos ni medios ni conciudadanos estรฉn dispuestos a inmutarse para atender a nadie que no cause el mรกximo impacto? ยฟDependen nuestras luchas de un retuit? En la era mainstream, ยฟla difusiรณn de las reivindicaciones estรก sujeta a un clic que prometa imรกgenes con sobreaviso al daรฑo de sensiblidades?
Como autoevaluaciรณn de la raza humana โservidor incluido- me arriesgo a decir que damos un poco de pena. Como opiniรณn de aquellos que han sabido aprovechar la estupidez colectiva para captar la atenciรณn sobre los problemas: olรฉ los huevos del ruso que se los clava.