Durante generaciones, los pósteres han servido como reliquias. Los amantes de la música o del cine o de la danza han luchado siempre por conseguir carteles de los espectáculos que les dejan huella para atesorarlos o colgarlos en su casa y tener, así, una puerta de acceso a noches dignas de ser recordadas. Estos carteles nacen como una forma de comunicar el futuro y acaban como vehículos de la nostalgia. Pero los artífices de esta alquimia, los diseñadores, siempre se han relegado a un segundo plano.
Ahora, una aplicación nacida de un grupo de emprendedores de Bilbao ensalza su valor. Se llama Postwall y es una agenda cultural visual que pone el foco en el diseño de los carteles como el mejor lenguaje de comunicación. La app, con un diseño a cargo del estudio Hopper Ink, acumula en cinco meses de actividad 5.000 descargas.
Patric San Juan, uno de los fundadores, cuenta que la idea consiste en «reivindicar el poder del póster que, durante los últimos años, con el avance del mundo online y de las redes sociales, había ido perdiendo un poco de peso».
«Un póster bien hecho, al igual que una carátula de un CD o un vinilo, te anticipa a la experiencia», explica. A pesar de que, en muchas ocasiones, los diseños son verdaderas obras de arte, no han accedido tradicionalmente al reconocimiento que recibe el resto de elementos que componen un acontecimiento cultural.
«En un evento, todo el mundo se enriquece de algún modo: la audiencia acude y se lo pasa bien, la sala gana prestigio, el promotor y los músicos también, pero el diseñador nunca ha formado parte de esa cadena cuando es el ángel que tiene en sus manos la magia de conseguir que el espectáculo resalte frente a las demás apuestas culturales», reflexiona.
La agenda Postwall nace de algunas insatisfacciones con las que se topaban los miembros de su equipo fundador como consumidores de arte. El diseñador y programador Aritz Fernández viajó de vacaciones a Cádiz y se percató de la dificultad de encontrar toda la información cultural de la ciudad. Ninguna web hacía acopio de todos los espectáculos y exposiciones.
Entonces le asaltó la idea: una sola aplicación que recoja toda la oferta cultural y que, al modo de Tinder, te geolocalice y te indique los eventos cercanos; un instrumento que, además, aprenda del usuario y le coloque en la pantalla aquellas propuestas que se adapten a sus gustos. Todo con una navegación ultrasencilla, mostrando únicamente pósters.
«El eslogan, Tú agenda cultural en pósters, no es accidental. Es tu agenda; la idea es que la aplicación de cada persona sea diferente en función de su comportamiento. Si te interesa más la danza, aparecerán más propuestas de danza», detalla San Juan.
Esta idea del filtrado responde a una necesidad: en un momento boyante en cuanto a propuestas artísticas, el consumidor se siente desorientado. «Vivimos una época gloriosa, hay más exposiciones, bolos y conciertos que nunca, pero la información está mal organizada y aturde al usuario».
Existen agendas, tanto online como offline, pero, en muchas ocasiones, son sectoriales: se centran en la música o en el teatro y no tocan otras áreas. Incluso dentro de un mismo arte, parcializan todavía más y, por ejemplo, promocionan solo música underground o solo actuaciones mainstream.
Postwall se adapta a todos los públicos, pero aporta una herramienta muy precisa para los aficionados totales que no acuden únicamente a espectáculos de los que atesoran sobradas referencias, sino que curiosean, indagan y asisten a las representaciones con ganas de dejarse seducir.
A la saturación de agendas e información, se han sumado las plataformas de venta de entradas. «Ahora promocionan eventos y se están intentando posicionar como agendas culturales; sin embargo, solo se interesan por los eventos que cuestan dinero porque ahí está su negocio. No incluyen eventos que no tengan entradas cuando buena parte de la cultura es gratuita o de bajo coste».
Conectando a diseñadores con empresas culturales
Postwall se inclina por recoger desde los bolos de un café hasta los grandes conciertos. Eso sí, con la condición de que exista un póster. Entienden el cartel, en sí mismo, como una unidad completa de significado capaz de transmitir la información y el espíritu del evento. «Nosotros dejamos de lado el Times New Roman 12 y las sinopsis», apostilla.
En su equipo trabajan diseñadores y, en consecuencia, conocen bien las complicaciones del oficio. «Hay casos en que te encanta un póster y cuesta mucho encontrar al autor. Con la aplicación, identificamos al artífice. Los promotores pueden buscar pósters, seguir al autor, conocer sus otros trabajos y contactar con él», expone. La única condición es que sea el propio artista el que suba la imagen a la herramienta.
Para recopilar toda la información, todo el cocido, el equipo cuenta con gestores de contenido muy implicados en el circuito cultural. Uno de sus socios es Jokin Salaverría, bajista profesional y promotor de los conciertos benéficos Concert for Blangadesh, que se conoce al dedillo la escena musical.
Los usuarios más activos de la app tienen entre 25 y 39 años. Son personas que consumen cultura habitualmente y que se prodigan en las redes sociales. Por el momento, tienen más tirón entre los seguidores de la música indi.
«El público indi suele valorar bastante el diseño gráfico; no se queda en lo musical, también se interesa por la componente estética: carátula, pósters, vestimenta de los artistas… y además están acostumbrados a navegar por Instagram de forma puramente visual, que es lo que nosotros ofrecemos».
La app es cincomesina, pero ya funciona en el País Vasco, Barcelona y Madrid, y se está implantando en Sevilla y Valencia. De cara a final de año, proyectan cubrir todas las ciudades españolas y, algo más tarde, saltar a las grandes capitales europeas.
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