Putokrío: el humor extremo de un asalariado de las letras

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Muchos se preguntarán, ¿qué es Putokrío? No les culpamos. Es más, intentaremos sacarlos de la duda en la medida de lo posible.

Así, a volapluma, Putokrío es muchas cosas. Piezas de dibujos animados para programas como Alaska y Coronas de La 2 o Adult Swim del canal TNT, una novela gráfica para la editorial de Ponent, tiras de cómic en Mongolia y un webcómic alojado en la página putokrio.me. Pero, por encima de todo, Putokrio es el fruto del «trastorno de personalidad múltiple particular» de Jorge Riera.

Desde hace más de una década, este guionista, escritor, adaptador al castellano de series internacionales, entre otras muchas actividades, lleva entregado a «esta especie de alter ego comprometido con lo políticamente incorrecto y el humor más extremo».

Como sucede con los héroes y los grandes personajes de la humanidad, el nacimiento de Putokrío vino precedido de una serie de inequívocas señales, como la caída de las Torres Gemelas, el ataque al Pentágono, Guantánamo, el éxito de Jon Cobra, Forocoches y Operación Triunfo.

https://youtu.be/VGSMI-TEOt0

Sin embargo, pocos fueron los que advirtieron por entonces la trascendencia que tendría un personaje, cuya primera encarnación se produjo en una serie de collages que Jorge Riera hacía con fotos de su familia y a los que trataba de dar sentido narrativo mediante textos pegados.

«Surgió como respuesta a la frustración de ser una puta de las letras. Tras muchos años entrando y saliendo de series y programas de televisión, empecé a sentirme como un peón creativo fácilmente sustituible. Yo, como la mayoría de patéticos artistillas que conozco, necesito sentirme especial para darle sentido a mi vida. Con Putokrío buscaba reafirmar mi identidad de algún modo».

Esos primeros collages estaban protagonizados por el hermano pequeño de Riera y combinaban las historias «que él me contaba con mis propias experiencias de juventud». A partir de entonces, el elenco de personajes reales y anécdotas verídicas no ha dejado de crecer, hasta convertirse en unos de los mayores atractivos de la serie.

«Putokrío es autoficción que, aunque parezca una tendencia muy en boga en la actualidad, es algo que los artistas llevan siglos haciendo. La diferencia es que ahora se juega de manera más consciente y desvergonzada a manipular la realidad y despertar la duda en el lector de si el escritor vivió o no los hechos contados. Es algo que responde a estos tiempos en los que se mezclan la individualidad y realismo. Gran parte del público huye de la ficción debido a la influencia de YouTube, las redes sociales y los reality-shows porque busca historias verídicas para poder identificarse. Putokrío, en cierto modo, trata de acercarse a ellos. Aunque en muchas ocasiones me gusta incluir elementos surrealistas porque soy bastante autodestructivo en mis principios creativos. Bueno, y en todo lo demás…».

Esta referencia a la autodestrucción cobra mayor sentido si se tiene en cuenta el origen de Putokrío y, en consecuencia, del propio Riera: Valencia. La tierra de las flores, de la luz, del amor, de Rita Barberá, de algunos de los asesinatos más truculentos de nuestra historia, de las drogas de diseño, la ruta del bakalao, del arroz a banda, de la horchata, de los fartons y del miguelete.

«La personalidad valenciana proviene de una mezcla de culturas: cristiana, mora, judía… En mi opinión, esta combinación es tan antagónica que nuestro ADN no ha podido soportarlo y eso nos ha convertido en infraseres llenos de contradicciones. Media un abismo entre lo que somos y lo que pretendemos ser. Por ejemplo, vamos de emprendedores y abiertos, pero en el fondo somos bastante vagos y egoístas. Lo lo único que está claro es que somos unos pirados y nos va la fiesta. Valencia es un pueblo de extremos capaz de lo mejor y lo peor: de Berlanga y Pablo Motos, de la paella y los tetes, de la ruta del bakalao y el Crimen de Alcàsser…».

Algunos pensarán que Riera se está dejando llevar por prejuicios y generalizaciones, o que eso que cuenta es aplicable a cualquier localidad, pero nadie mejor que él para saber de lo que habla y, si alguno aún lo duda, él aporta la información pura y dura.

«Para que te hagas una idea de nuestra idiosincrasia, dos datos: somos la comunidad autónoma con más grupos de música por kilómetro cuadrado y el primer manicomonio del mundo tuvo lugar en la Terreta. Los valencianos no tenemos remedio, pero hay que querernos porque de tan absurdos, inspiramos ternura».

Todos los que conocen a Jorge Riera coinciden en destacar su buen corazón, su simpatía y, sí, también su ternura. Sólo así se entiende que una decena larga de los mejores ilustradores del país hayan dibujado, o estén dibujando en la actualidad, las aventuras de Putokrío. Una colaboración que lo hermana con autores del tebeo internacional como Harvey Pekar.

«Colaboro con varios dibujantes por una cuestión meramente práctica: agiliza el proceso. Como casi ninguno cobra, repartir el trabajo es una forma de no explotarles demasiado. Salvo eso, no creo que Pekar y yo nos parezcamos demasiado ni en lo personal ni en lo temático. Pekar practica el realismo y yo la comedia. Pekar pertenece a la era pre-internet y yo a la post-internet. Pekar es profundamente americano y yo profundamente español. De hecho, creo que mi estilo, por mi afición a las tramas violentas, los personajes marginales y el lenguaje contundente, tiene mucho del clásico tremendismo ibérico».

Hablando de tremendismo, de realidad, de ficción, de ser especial y de versatilidad, sorprende que Putokrío, que siempre estuvo a la última y tuvo blog cuando los blog estuvieron en auge, no se haya encarnado en uno de los fenómenos audiovisuales más importantes de los últimos tiempos: YouTuber. Una especie de Rubius pero punk.

«Las opiniones facilonas y agresivas suelen confundirse con la visión crítica. El personaje de Putokrío se ríe de eso, de modo que sería un buen YouTuber. Ojo, que no tengo nada en contra de los YouTubers, de hecho, me resulta un fenómeno muy interesante, pero jamás me convertiría en uno porque no tengo opinión sobre todo. Opinar sin saber es moneda común, pero deberíamos acostumbrarnos a callarnos y actualizar nuestros conocimientos mediante la experiencia antes de soltar la primera chorrada que nos viene a la cabeza».

Descartada la opción YouTuber, y dado que la ficción nacional se decanta por bromear con la forma de ser de los habitantes del norte y del sur pero no con los de Levante, todo apunta a que Putokrío nunca dará el salto a la pantalla, grande o pequeña, pero con personajes reales.

«Se intentó hacer una adaptación con actores. Andrés Vicente Gómez, el productor de El día de la bestia y Torrente, me encargó el guión, pero el proyecto no llegó a cuajar. Al final decidí renunciar al dinero a cambio de recuperar los derechos sobre el personaje. Actualmente estoy escribiendo un nuevo guión para un largometraje de animación que me gustaría dirigir. En Valencia, uno de los pocos sectores que ha sobrevivido a la debacle de Canal 9 es el de la animación, así que espero encontrar alguna productora que se alíe conmigo para algo tan descabellado».

Si ese proyecto descabellado tiene que salir, Valencia es el sitio. En todo caso, y si se frustra, Putokrío no puede quejarse de falta de proyectos. A las actuales colaboraciones en prensa e internet se les sumará en unos pocos meses una nueva aparición en una revista cuatrimestral de cómics que editará Libros de Autoengaño y una novela gráfica que dibujará Javier Peinado. «Se titulará Regreso a Violencia. Narrará mi vuelta a mi ciudad natal tras casi veinte años fuera y mi historia de amor con una cantante punk mientras escribía el biopic de La Banda Trapera del Río para un afamado director de cine».

Llegados a este punto lo único que le falta a Putokrío es protagonizar una aventura en la que este superhéroe de barrio cruce su personal universo con el de un superhéroe de Marvel o DC.

«En ese caso, si Putokrío tuviera que juntarse con algún superhéroe se juntaría con Iron Man. Tony Stark es uno de los pocos supertipos que se han declarado alcohólicos y seguramente no tendría ningún problema en tirarse toda la noche mamando birras con él. Además no olvidemos que es multimillonario, lo que le convierte en la víctima perfecta para convertirse en el mecenas de sus locos proyectos».

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