Quiero SER el próximo Mark Zuckerberg


Lamentablemente, me llegan decenas de currículos últimamente. Intentamos contestarlos todos agradeciendo su envío, aunque solo sea por los miles que envié antes de conseguir mi primer empleo y que jamás nadie contestó.
En mi obsesión de venderme como promesa de la publicidad, decidí un día vaciar un bote de pastillas. No, no estaba tan desesperado por conseguir un empleo.
Lo rellené con caramelos, lo tapé, hice una bonita caja de cartón y escribí un gracioso prospecto en el que la medicina era yo mismo. No tenía contraindicaciones, podían usarme hasta embarazadas, mi composición eran muchos diplomas, muchas ganas pero escasa experiencia. Era especialmente indicado para agencias con necesidad de ideas frescas y con alguien dispuesto a trabajar con la mayor ilusión del mundo.
El precio era secundario, podría hasta no ser, me hacía tanta ilusión poder tener una tarjeta de visita con mi nombre que lo de cobrar era secundario (bueno, los tres primeros meses, por decir algo).
Tampoco este dulce currículo obtuvo respuesta alguna.
Me llega hoy un email de una profesional a la que admiro. Me habla de una muy popular red social en la que acaba de ingresar, con millones de usuarios, cuyas cuotas de pertenencia son subvencionadas los tres primeros años, pero cuyo ingreso no es voluntario sino forzado y su salida deseada por la gran mayoría de sus miembros. Tuve que releer el email para darme cuenta de que había sido despedida y de que la red social de la que me hablaba era el SEPE (anterior INEM).
Tu situación laboral es una anécdota en ti. No condiciona que seas mejor o peor persona, peor o mejor profesional.
Tú no eres el problema, lo es la casta política que nunca ha creado empleo y nunca lo creará. Como mucho, crean las condiciones propicias para que los empresarios y los emprendedores lo creemos. Pero aquí, ni eso.
Leo en Yorokobu que las empresas de selección de personal en California están teniendo problemas para fichar candidatos. No es que no quieran trabajar, lo que ocurre es que cuando les llaman, les proponen que inviertan en sus proyectos porque no quieren trabajar para un Mark Zuckerberg, quieren SER el próximo Mark.
(Este artículo fue publicado antes en la revista de julio y agosto de Yorokobu)

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Patrick Thomas

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