Las buenas prácticas en la industria de la moda se multiplican. Cada vez son menos las empresas y marcas que no cuentan entre sus directrices las de conseguir reducir su impacto medioambiental. Y sin embargo, los datos no dejan de señalarlo como uno de los sectores más contaminantes.
Los números hablan por sí solos: cada año se producen alrededor de 100.000 millones de prendas en el mundo, que generan 92 millones de toneladas de desperdicio textil. El 87% se incinera o acaba en el vertedero y únicamente el 13% se recicla o reutiliza. Y el futuro próximo no pinta mucho mejor: para 2030 se espera que los residuos textiles alcancen los 134 millones de toneladas a lo largo y ancho del planeta.
El propósito de alcanzar la circularidad en sus procesos de producción por el que aspira buena parte de los agentes de la industria resulta una utopía en un sector cuyas cifras de producción y de consumo se aceleran. Compramos más ropa y cada vez la usamos menos, lo que no hace si no consolidar la linealidad del modelo productivo.
Desde T_NEUTRAL consideran que resulta preciso abordar el tema de una manera global, acaparando todas las aristas, incluidas las relacionadas con el lenguaje. De hecho creen que la reinvención de la industria pasa por la homogeneización del lenguaje, en el que términos como residuos se sustituyan por otros como recursos. Un cambio de paradigma necesario que Mariana Gramunt y Carlota Gramunt, cofundadoras de T_NEUTRAL, explican con más detalle en este artículo.