Cada vez que miraba uno de aquellos enormes y brillantes pendientes de oro no podía más que respirar satisfecha. Eran el premio a todo el duro trabajo, a tantos sacrificios, a esas galas agotadoras. La de aquella noche se emitiría en televisión, por eso decidió ponerse ese par.
Impelida por la música de las guitarras, la Faraona se arrancó a bailar. Y en uno de los giros flamencos, uno de los pendientes salió disparado. Al notar la pérdida, inmediatamente paró la actuación y se agachó a buscar la joya perdida. Pero no aparecía. Tras unos minutos de búsqueda infructuosa, El Torbellino de colores sabía que no podía seguir haciendo esperar al público, que debía seguir con la actuación.
«Bueno, ustedes me lo vais a devolver porque mi trabajito me costó», comentó resignada. Y tras dar las gracias a los espectadores por aguantar la interrupción sin un reproche, y recordar al presentador del programa «mi pendiente, Íñigo, no lo quiero perder», reanudó la actuación como si no hubiera pasado nada.
Para comprobar la veracidad de esta historia basta con darse un paseo por YouTube. Además de la relacionada con el pendiente, Lola Flores nos dejó un montón de frases icónicas, pero nos vamos a quedar con esta por lo llamativo que resulta escuchar un «ustedes» hoy en una sociedad donde el tú se ha hecho ley.
Estamos ante un pronombre personal tónico que se usa en España en la norma culta como tratamiento de cortesía. Procede de aquel vuestra merced que tan a película nos suena, se emplea igual en masculino y en femenino y tiene diferentes abreviaturas (Ud., Vd., U. y V.), si bien la preferida del personal (y de la RAE) es Ud. y su plural Uds.
Aunque hace referencia a la segunda persona, ya que designa al interlocutor al que se habla, gramaticalmente es un pronombre de tercera. Y, por tanto, si actúa como sujeto, debe concordar con el verbo también en tercera persona. Esto es algo que la grandérrima Lola se pasó por el arco de su bata de cola. Y por muy Faraona que fuera, lo de «ustedes me lo vais a devolver» sigue siendo incorrecto.
Oye, que debió de sentirse tan entre amigos en aquel escenario, que se arrepintió de la formalidad del usted, tan distante y tan frío, y lo enmendó con esa segunda persona del plural mucho más campechana, quién sabe. Correcto no es, pero personalísimo, un rato ¿Y el pendiente? Apareció, por cierto. No preocuparse.
«debió sentirse TAN entre amigos» suena raro. Tan qué? Especial? 😉
Mi merced se agracia con el artículo