Primero es un fogonazo de color, un estallido que inunda la pupila, pero sin llegar a cegarla. Entonces el ojo se da cuenta de que lo que ve es una figura humana, casi siempre femenina, que permanece impasible y seria al saberse contemplada.
«Me atrae mucho conseguir combinaciones cromáticas poco usuales, incluso difíciles, que sean capaces de atravesar el ojo del que mira», justifica Agnes Ricart, la artista valenciana autora de estos retratos. «En mi trabajo, el color prevalece por encima de la forma, con la intención de que las imágenes tengan cierta dosis de intensidad energética».
Los personajes de Agnes Ricart nunca sonríen. «Tal vez las sonrisas concedan cierta liviandad emocional a mi trabajo que actualmente no me interesa representar», justifica la artista. Para ella, su estilo «habla sobre sexualidad y género a través de una estética dinámica y enérgica, con composiciones directas y trazo ligeramente naif».
A veces es posible reconocer en esos rostros a algún personaje célebre. Personas que resultan interesantes para Ricart, «especialmente referentes feministas contemporáneos de diferentes ámbitos culturales», explica. «Sin embargo, muchas de mis ilustraciones no parten de personas reales, sino que se configuran como rostros o identidades inventadas».