Ricardo F. Colmenero siempre quiso ser escritor y pensó que ser periodista sería la forma más rápida de convertirse en uno. Ahora, con más de dos décadas de profesión a sus espaldas, Colmenero publica su primer libro. Quizá se equivocó en esto de la rapidez. «O quizá no había encontrado lo que tenía que escribir», matiza él.
Más que algo sobre lo que escribir, Colmenero encontró algo sobre lo que reescribir. Literatura infiel, que así se llama su libro, es la conversión de sus columnas literarias (principalmente publicadas por el periódico El Mundo) en una novela autobiográfica. Para dar forma a este libro, Colmenero tuvo que releer y estructurar su propia historia, corrigiendo, cambiando, añadiendo. «Llegó un momento en el que tuve que rellenar los huecos de mi vida sobre los que no había escrito para dar al libro cierta coherencia», explica.
No fue una tarea especialmente difícil. Como el mismo Colmenero reconoce en una de sus columnas, a él le gusta no tanto escribir como leerse. «Sí, bueno; cuando encuentro columnas buenas, y eso es raro», matiza, «tengo un nivel de autoexigencia enorme. Si me dejas puedo corregir una columna hasta hacerte otra. O hasta cargármela». Afortunadamente, la editorial Círculo de Tiza no le dejó llegar hasta tal punto, y las columnas de Literatura infiel componen un retrato fiel de uno de los columnistas más lúcidos del país.
En realidad, Colmenero no es tanto columnista como reportero. Es el corresponsal en Ibiza del periódico El Mundo. Lo de las columnas surgió más como fruto de la temeridad. Colmenero convenció a sus superiores de que le dejaran publicar columnas con tres condiciones: que fuera en su tiempo libre, que no cobrara por ello y que, por favor, no contara su vida. Leyendo el libro uno constata que Colmenero escribe muy bien, pero que cumple las promesas regular.
En sus columnas, Ricardo F. Colmenero habla de su vida. De su Galicia natal o su Ibiza de adopción; de cómo conoció a su mujer o cómo le cambió la vida tener un hijo. De su depresión, de su hermano con discapacidad o de la muerte de su abuela. Lo hace siempre desde el humor y consigue, aun hablando de temas duros, sacarle una sonrisa al lector. «Eso es porque lo hago desde la distancia. Puedo hablar de ciertos aspectos porque los he superado, pero si escribiera en caliente no me habría salido lo mismo».
Él aparece como personaje en las primeras líneas de sus columnas para desaparecer después, sirviendo más bien como receptáculo en que el lector se puede sentir identificado. «Esto funciona porque no hablo de mí, sino de todo el mundo», resume .
Con este argumento defiende Colmenero la necesidad del columnismo literario en la prensa generalista. «Estas columnas no son de actualidad, pero sí son de realidad: la minusvalía de mi hermano es de rigurosa actualidad para las familias que sufren lo mismo, mucho más que el último discurso de Pablo Iglesias; o si te ha dejado la novia, eso es para ti actualidad y prefieres leer sobre eso que sobre la situación de la pequeña y mediana empresa en tu comunidad».
Por eso en sus columnas se trasluce admiración por este oficio y referencias frecuentes a otros columnistas como David Gistau, Manuel Jabois o Milena Busquets. Dice Ricardo Colmenero en su libro que a escribir se aprende por envidia. Y atribuye esta frase a un profesor de universidad. Tiene este autor tanta envidia como agradecimiento, pues las citas a otros escritores son constantes y están bien referenciadas.
Aun así, si tuviera que destacar unas pocas, si tuviera que definir su libro a base de referencias externas, Colmenero diría que es «una mezcla entre el Big Fish de Tim Burton, la serie Cómo conocí a vuestra madre e Irse a Madrid, de [Manuel] Jabois».
De la película de Burton está la historia fabulada, la vida convertida en anécdota, la conversión de persona en personaje. «El de las columnas soy yo tal cual, desnudándome ante el lector; pero como prima el humor, lo que acabas es caricaturizando. Además, escribo desde la distancia y eso lo hace más fácil».
Las otras dos referencias, la televisiva y la literata, hablan del coautor de este libro. «Mi hijo Iago ha estado presente en todo el proceso de crear este libro y ha sido un poco la génesis; me he sentido un poco Ted Mosby explicándole cómo conocí a su madre».
Ricardo F. Colmenero empezó a trabajar en El Mundo con el cambio de milenio. «Ni en mis mejores sueños, cuando entré en esa redacción, podría imaginar que algún día sería mi careto el que saldría en contraportada», dice en una de sus columnas. Entonces se dedicaba a buscar las citas que aparecen en la portada del periódico, una frase famosa que resumía lo acontecido en la jornada. Le pedimos, pues, que haga lo mismo con su libro, que vuelva a sus días de becario y busque una cita para poner en la portada de Literatura infiel. Después de pensarlo un poco, contesta con la frase de una película:
[pullquote]El destino tiene su manera de dar vueltas alrededor de un hombre… y tomarlo por sorpresa (Big Fish, Tim Burton, 2003[/pullquote]