¡Sal del armario, dibujante!

Y entonces suena Should I stay or should I go, perfecta para este instante. Acabo de pasar un resfriado –literalmente– de tres pares de narices y no es cuestión de estar en enero, en Madrid, chupando frío en una nave enorme sin calefacción.

Me habían dicho que la cosa empezaba a las 19:30. Pero no.

Me acerco a Lucas Agudelo, director del cotarro (y tal vez del catarro).

El pobre hombre está intentando colgar unas luces de las vigas sixtinas de La Tabacalera y me anuncia que están un poco fuera de hora, pero que habrá, como todos los martes desde abril del 2010, Dibujo Madrid.

El cable pasa por fin a través de la viga, los focos iluminan el escenario: todo lo demás es pan comido.

Empieza a llegar gente con blocs bajo el brazo. Ocupan su sitio y sacan lápices, témperas, ceras, tizas, acuarelas, rotuladores y cualquier cosa que pinte. Cincuenta dibujantes se preparan para el espectáculo de la noche. Ese es el lado A.

En el lado B hay nueve tremendos especímenes de macho humano en shorts. Son los Madrid Lions, los modelos elegidos para esta ocasión.

«El rugby», se presenta el capitán del equipo a los dibujantes, «es un deporte de bestias jugado por caballeros».

Los caballeros que juegan lo de las bestias adoptan incómodas posiciones del juego y ahí se quedan, estáticos, con la pierna atrapada en una patada o con el brazo congelado en un lanzamiento.

El vértigo de los quince minutos sosteniendo una acción.

Au: eso debe doler.

Frente a las estatuas de los rugbiers, el frenético movimiento de las manos de los dibujantes.

Se escucha el pasar de las hojas con su ruidito de insecto.

Espío lo que dibuja Madrid y veo bosquejos de nada, trazos, primeros planos, panorámicas del equipo, un muslo musculoso, una nariz a un hombre pegada, un brazo en alto con un balón oval.

Hay quienes machacan la página y hay quienes la rozan apenas. Hay profesionales y amateurs. Hay caricaturistas y dibujantes clásicos. Hay quien dibuja de pie. Hay quien lo hace sobre un libro en japonés. Hay quien piensa que es jodidamente jodido dibujar una mano. Hay quien esconde lo que ha hecho de los demás. Hay quien roe un bocadillo. Hay quien pasa de los Lions y se inspira en una grieta de la pared. Hay quien ha encontrado en este grupo un motivo para seguir haciendo garabatos y para seguir disfrutando en este momento ingratísimo con toda forma de felicidad.

Y hay quien escribe lo que otros dibujan.

María Fernanda Ampuero es escritora.

Fotos e imágenes: Dibujo Madrid

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