En esta escuela, la tecnología se despoja de su faceta trivial

Los programas en la School of Machines, Making & Make-Believe (School of MA) comienzan con cuestiones del tipo: «¿cómo podemos crear experiencias significativas a partir de datos que analizan los hechos y ficciones de la vida de hoy?» o «¿puede la exploración especulativa del espacio exterior ayudarnos a entendernos a nosotros mismos?». Sus clases no son aptas para aquellos con escaso espíritu crítico e inquietud creativa.

Su fundadora, Rachel Uwa, no lo llega a decir abiertamente en el artículo escrito en Creative Application Network ni en la propia web de la escuela. Pero es algo que se deja entrever con cada puntualización que realiza sobre la razón de ser de School of MA, nacida en Berlín en 2014 y enfocada en la invención y creación de experiencias prácticas basadas en el arte, la tecnología, el diseño y la conexión humana.

«Aquí se aprenden habilidades tangibles como escribir código, electrónica o el uso de herramientas de fabricación digital mediante la exploración de conceptos, la narrativa y el juego». Acercan, dice, la tecnología a los artistas y diseñadores, y la creatividad y el arte al entorno tecnológico.

Cuenta Owe que el objetivo inicial era la exploración «sin sentido» de la creatividad y la tecnología «basándonos en aquello de que la gente aprende mejor cuando se divierte» y que, poco a poco, el enfoque de la escuela se fue ampliando para adentrarse en el ámbito del compromiso social, el diseño crítico y especulativo y la conexión humana.

«Mi intención siempre ha sido la de aunar el mundo de la justicia social y la tecnología. Que esta resulte menos intimidante, más diversa, inclusiva, reflexiva y más divertida», explica Uwa, quien participará en el Internet Age Media Weekend que se celebrará del 7 al 10 de abril en Barcelona.

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Cada programa impartido por School of MA tiene una duración de cuatro semanas, a tiempo completo, y cuentan como profesores con profesionales del mundo del arte, del diseño, de la tecnología y de la industria.

«La idea es que todos ellos proporcionen las herramientas y el escenario para que la imaginación fluya de forma salvaje. Para que los alumnos puedan exponer sus entrañas creativas y puedan darles forma mediante el aprendizaje de nuevas técnicas. Tratamos tanto de ayudar a los que ya tienen un proyecto en la cabeza para que le den forma como a aquellos que necesitan un empujón para desarrollar la idea en su mente».

Desde su fundación, la escuela ha impartido seis programas: Responsive Spaces, Let’s Get Physical (Computing), Interventions, Fabricating Empathy, Facts and Fictions in the Age of Data Visualisation y Coming Soon. Este último celebrado en Turín ha sido el primero en desarrollarse fuera de la capital alemana y trataba sobre la creación de dispositivos conectados capaces de recrear las sutilezas y complejidades de la naturaleza humana.

Los artistas y diseñadores Andrew Friend y Sitraka Rakotoniaina han ejercido de profesores. «Estar rodeados de dispositivos interconectados puede resultar abrumador. A menudo el uso del Internet de las Cosas y este tipo de tecnología se vuelve mundano: gadgets que hacen cosas porque tecnológicamente pueden, pero que no sirven para nada más», explicaba el primero al ser entrevistado por la propia Uwa.

Rakotoniaina tampoco es partidario del uso banal que frecuentemente se suele hacer de estos dispositivos: «Creo que a menudo miramos esa tecnología en general desde una perspectiva mundana, lo que acaba generando un estado de pseudoinnovación permanente».

Por eso ambos apostaron en su curso por un enfoque crítico hacia la tecnología: «Aprendimos electrónica y programación, fabricamos material tridimensional, pero todo desde un marco crítico hacia la tecnología para tratar de ser capaz de detectar todo su potencial». Algo nada habitual porque, dicen, «rara vez se analizan las consecuencias que estos dispositivos pueden tener en nuestras estructuras sociales y culturales».

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