Escupidme encima cuando paséis por delante del lugar donde yo repose,
enviándome un húmedo mensaje de vida y de furia necesaria.
Lois Pereiro lleva 15 años debajo de estas palabras. Las escribió el poeta y hoy son su epitafio. El escritor al que llaman “maldito”, “punk”, “de versos oscuros” ha recibido este año el homenaje de la Real Academia Galega en el Día das Letras. Ese ha sido el reconocimiento oficial de este representante de la contracultura de los años 80. Pero también hay una versión extraoficial de recuerdo al poeta. Lejos de pomposidades… En el supermercado.
“Este año el autor elegido era muy distinto a los de ocasiones anteriores. Es un escritor contemporáneo que murió muy joven. Primero le afectó la colza. Después, el sida. Era punk y también, claramente, una persona de la generación de los 80”, explica Xabier Viana.
Este periodista es uno de los cientos de individuos que nunca olvidan a Pereiro y que piensa que su obra merece incluso más que un Día de las Letras. “Lois utilizaba el lenguaje poético más allá del verso. Sacaba la palabra literaria de su contexto habitual y la llevaba a la calle”, especifica.
Las aceras, el asfalto, las plazas… Ese espacio cualquiera fuera del academicismo era el territorio de Pereiro. Por eso Viana decidió formar un grupo para llevar sus versos, por ejemplo, al supermercado. Habló con la cadena Gadis. La compañía se interesó por hacer un homenaje al autor y, con el empuje del periodista y un grupo que creó en Facebook, planearon una lectura pública de sus versos mediante la megafonía de sus establecimientos.
El Día de las Letras, en varios supermercados Gadis de Galicia, se sustituyó la información del precio de los tomates que suena por los pasillos por la prosa de Pereiro. Los leían fans del poeta. “Eran palabras frescas y en crudo. Las recogimos en vídeo como retales de distintas personas leyendo sus poesías en diferentes lugares. Es una acción simbólica”, explica Viana.
Los poemas de Pereiro se rotularon en las bolsas de esta cadena y todavía continúan acompañando el paseo de la tienda a casa de yogures y latas de atún por las calles de Galicia.