Seth Armstrong empezรณ pintando cuadros de batallas y de las Tortugas Ninja. Tenรญa entonces cinco aรฑos. Un cuarto de siglo mรกs tarde este pintor esboza escenas de realidad con una maestrรญa reservada solo a unos pocos. Cuando se contempla una obra de Armstrong una sensaciรณn de deja vรบ invade al espectador. Recuerdos onรญricos se amontonan y hablan de un pasado que nunca se viviรณ, de una escena que nunca se llegรณ a presenciar. La vivacidad de sus cuadros es tal que despierta algo en el subconsciente, una vaga familiaridad, una certeza de realidad.
Armstrong tiene 30 aรฑos, un miedo irracional a las abejas y un prestigio in crescendo que le ha llevado a exponer en las galerรญas mรกs importantes de ciudades como Nueva York o Berlรญn. Pero este artista californiano tiene los pies en el suelo, es impermeable a las alabanzas y confiesa que aรบn no ha encontrado su estilo. ยซNo estoy seguro de cuando lo encontrarรฉยป agrega lacรณnicamente.
Las pinturas de Armstrong son realistas. No se adscriben a una corriente artรญstica, su realismo no es formal sino de fondo, de contexto. Sus pinturas parecen haber captado un momento que forma parte de una acciรณn que se desarrolla en el tiempo. Una narrativa a pinceladas que presenta historias para que estas evolucionen en la mente del espectador.
Durante algรบn tiempo Armstrong colaborรณ con distintas galerรญas de la bahรญa californiana, instalando y desinstalando exposiciones ajenas. Tambiรฉn trabajรณ en la construcciรณn, dando clases de matemรกticas o paseando perros. Pero desde hace unos aรฑos puede vivir de la pintura.
Empezรณ combinando pequeรฑas exposiciones con encargos para revistas como Esquire o Mr. Porter. Una serie para este medio, โBook your stayโ, fue reseรฑada en publicaciones especializadas como Itโs Nice That. En ella, Armstrong dibujaba las carรกtulas de los hitos de la novela americana sobre el paisaje que estos libros evocaban al lector. Una idea tan simple como brillante que sirviรณ de carta de presentaciรณn para un trabajo prolรญfico, autรฉntico y diverso.
ยซCreo que si no fuera un artista serรญa considerado una amenaza pรบblicaยป asegura con sorna Armstrong sobre el tono, decididamente voyeurรญstico, de algunas de sus obras. El pintor no niega la bรบsqueda del morbo en muchos de sus cuadros, incluso llega a justificar el aire retro de su estilo porque ยซhabรญa muchas chicas desnudas en los sesenta y setentaยป.
En un tono mรกs serio, afirma que ยซhay una excitaciรณn innegable en el acto de mirar algo que te gusta pero que no deberรญas verยป. La languidez de los cuerpos, la sensualidad cotidiana, espontรกnea que emana de sus modelos, parecen confirmar silenciosamente sus palabras.
Pero los รณleos de Armstrong son mucho mรกs que un conjunto de cuerpos bonitos. El autor reconoce beber de fuentes tan diversas como el cรณmic, la publicidad y postales antiguas que encuentra en mercadillos.
El protagonismo de la arquitectura en sus obras recuerda al Hopper mรกs intimista; la rapidez del trazo, a los impresionistas europeos y el cuidado diseรฑo de interiores parece asemejarse a una exquisita revista de decoraciรณn. La obra de Armstrong es un collage de estilos con un resultado รบnico.
