Estar embarazada no elimina la sexualidad

31 de octubre de 2018
31 de octubre de 2018
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Uno de los motivos por los que el embarazo cambia la vida de las mujeres es porque cambia la forma en la que son percibidas por los demás. No se trata solo de los cambios que ocurren realmente a nivel fisiológico, sino del cambio, sin sentido, que se opera en el ámbito sociológico, cuando se pasa de ser «una mujer» a ser «una mamá», incluso antes de que el bebé nazca.

Aunque se supone que podría tener sus ventajas, como que tu entorno esté más atento, te eviten esfuerzos o se te ceda el asiento en el metro (cosa que por desgracia no siempre ocurre), este «cuidado» a veces peca de paternalista. De esta manera, se pasa de ser un sujeto con capacidad de decisión propia a un objeto sobre el que todo el mundo parece tener algo que opinar. Incluso en temas más íntimos como la sexualidad.

Por mucho que se escriba sobre la sexualidad en el embarazo, aún hay quien lo ve o como un tabú o como un fetiche, sin tener en cuenta cómo se ve la mujer a sí misma.

Una vez más: el sexo no hace daño al bebé

Aunque debería ser una cuestión consabida, muchas parejas vivencian su sexualidad con miedo durante el embarazo, principalmente por temor a hacer daño al bebé.

Por si acaso quedan dudas, Ruth Arriero, enfermera y sexóloga en Serise, explica que algunos de los mitos más habituales en consulta son: «la penetración vaginal puede dañar al bebé; las mujeres embarazadas no tienen deseo erótico; con los orgasmos se puede desencadenar el parto; el bebé es consciente de lo que se está realizando; durante el embarazo no se pueden tener prácticas anales». Todos ellos son falsos.

La experta añade que «como suele ocurrir con estos fenómenos, se lleva a cabo una generalización de esas creencias, consolidándose socialmente y chocando en muchos casos con las vivencias de la sexualidad de cada mujer en particular».

«Hay tantas formas de vivir los cambios del cuerpo en el embarazo y en relación con la sexualidad que sería imposible realizar una generalización», afirma Arriero. Y esa es la única gran afirmación que puede hacerse al respecto.

Sin embargo, sí se pueden tener en cuenta algunas cuestiones, sobre todo en cuanto al mito de que «las mujeres embarazadas no tienen deseo».

Insistiendo en que todo lo que hable de generalidades debe repensarse, la enfermera y sexóloga añade que «hay mujeres que a lo largo del embarazo no tienen cambios, otras que tienen un aumento del deseo, otras que en algunas fases del embarazo lo mantienen o se eleva y en otras fases disminuye e, incluso otras que durante todo el embarazo viven una disminución de ese deseo concreto (lo cual no quiere decir que no tengan otro tipo de deseos eróticos)».

Lo que no quiere decir que su sexualidad desaparezca en ningún momento, solo que quizás se vivencia de diferente manera, y puede tener otras necesidades.

La realidad del posparto

Arriero dice que, si bien casi toda la atención se centra en el embarazo, quizás el proceso más complejo, y del que falta mucho por hablar, es el del posparto. «Es importante resaltar que el momento del posparto es el que suele generar más vivencias negativas con el cuerpo.

Parece que, tras el parto, por arte de magia el cuerpo vuelve al estado previo al embarazo y lo cierto es que se trata de un proceso lento y progresivo que puede llevar en muchos casos, meses de duración». Es decir, nada que ver con las fotos de Instagram de las famosas que parecen estar recuperadas en apenas unas horas.

En este sentido, «la presión social hacia las formas andróginas que marcan el modelo de belleza actual (sin barriga, con pechos pequeños, sin volumen en las caderas…) hace que sea una etapa en la que, frecuentemente, la aceptación del cuerpo y la vivencia de sentirse deseada (tan importante en el asunto del deseo femenino) se encuentran con múltiples obstáculos en el camino de la satisfacción».

Ser madre sin pareja

El otro gran tabú es que siempre que se habla del sexo en el embarazo se hace desde la perspectiva de la pareja. Pero las cifras hablan de que no todas las futuras madres viven el embarazo con una pareja al lado. Los datos del INE apuntan a que el porcentaje de hijos nacidos de madres no casadas en España ha pasado del 30,25% en 2007 a un 45,88% en 2016.

Aunque hay que tener en cuenta que muchas de ellas tienen pareja aunque no estén casadas, también es cierto que el número de madres solteras por elección va en aumento.

Y desde luego esas mujeres siguen teniendo deseo sexual y necesidades a nivel afectivo. «El hecho de que una mujer embarazada mantenga relaciones con una pareja que no sea estable es, a día de hoy, aún un tabú», insiste la sexóloga.

Algo que no solo se podría observar si se hiciera un perfil con una foto estando embarazada en Tinder, sino que se vive en actos tan sencillos como la consulta médica, «donde no se contempla este hecho». De esta forma, en algunas ocasiones «se obtienen respuestas con más juicios que consejos», según Arriero.

En ocasiones ni si quiera se trata únicamente de sexo. Solo cabe recordar aquel capítulo de Friends en el que Rachel sale una noche con Joey para poder sentirse mujer en una cita, como siempre. La pena es que tenía que recurrir a su mejor amigo para ello.

Pareja no es sinónimo de hombre

Asimismo, en el mundo de las generalidades del embarazo, cuando se acuña el término «pareja» se suele dar por sentado que esta es masculina, y que cuando se habla de relaciones sexuales, se entiende penetración por defecto.  Algo que desde luego tampoco encaja con la realidad de muchas futuras mamás, que esperan un bebé con su pareja femenina. Aunque obviamente las parejas heterosexuales tampoco central toda su vida sexual en la penetración (o no deberían).

En este caso, la sexóloga apunta que, de hecho, la perspectiva de las parejas de mujeres homosexuales es más positiva. «En parejas de mujeres no suelen darse tantas insatisfacciones y presiones que cuando se trata de parejas heterosexuales.

El tipo de erótica femenina, más frecuente en ambas partes, hace que exista una mayor libertad y respeto hacia el ritmo individual y, por otro lado, la presión que marca la penetración vaginal está ausente». Así, «al ser probable una erótica más corporal, en la que la piel tiene el protagonismo que se merece, existe un mejor ajuste erótico en la pareja».

Por último, la experta concluye que más allá de que la pareja sea femenina, masculina, estable u ocasional, o que incluso se opte por vivenciar aún más el autoerotismo en esta etapa, las únicas generalidades que sí se deberían tener en cuenta son:

  • Escucha tu cuerpo, tus necesidades y tus deseos. Es posible que lo que se espera de ti a todos los niveles no se corresponda con lo que sientes. Date permiso para sentir la vivencia que estás teniendo.
  • Evita exigirte deseo de excitación. Las presiones no ayudan en absoluto, generan ansiedad y esta frena su aparición.
  • La piel es el órgano sexual más grande que tenemos y el cerebro, el más potente. Tienes un abanico de posibilidades interminables, placenteras y satisfactorias.
  • Comunícate. Expresa tus deseos. Negocia cómo podéis sentir satisfacción ambos sin presiones.

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