Sharona, la historia de amor detrás del single más machacón de los 70

The Knack

Cuando el grupo The Beat sacó su primer álbum, pensaron que iban a triunfar. Estaban en el lugar adecuado –Los Ángeles– y el momento exacto –1979– para la gran explosión del power pop que se avecinaba. Pero unas semanas después de salir el disco apareció la banda The Knack y los recién llegados se comieron todo el pastel de un solo bocado. Paul Collins, líder de The Beat, acabaría siendo considerado «rey del power pop», pero quizás habría cambiado su corona por los cheques que engrosaron los autores del que, a día de hoy, es uno de los temas más reconocibles de esta etiqueta musical.

Hay que subrayar que el presupuesto promocional con el que se lanzó este single fue desorbitado. Revistas y televisión copados con la imagen de estos uniformados en trajes de blanco y negro, y las radios pinchando sin parar su coreable canción de marras. Pero también vivieron el lado oscuro del negocio; la prensa se volvió en su contra cuando se negaron a dar entrevistas.

Los llamaron engreídos y misóginos. Los acusaron de ser ya mayorcitos para andarse con esa música de adolescentes. Los tildaron de hype –banda de gran éxito nada más ser lanzada gracias al respaldo de la industria–. Incluso, una broma que lanzó un periodista bajo el slogan «Nuke the Knack» –«Volemos a los Knack»–, acabó creciendo cual bola de nieve y extendiéndose por toda la ciudad en forma de pintadas callejeras. Sí, hubo un momento en que no fue fácil ser un Knack.

El detonante de todo, lo bueno y lo malo, fue la canción My Sharona. En la portada del single aparecía una atractiva chica con ceñida camiseta blanca y sin sujetador. La chavala sostenía el primer álbum de The Knack. El single llegó directo al número 1 y fue el disco más vendido del año. El sello Capitol Records no había lanzado un debut de semejante éxito desde comienzos de 1964, cuando probaron suerte con unos ingleses llamados The Beatles. Pero entre los millones de copias despachadas no todos sabrían entonces –y algunos seguirán desconociendo hoy– que la chica de la portada era la Sharona de la canción, y que detrás de ese hit se escondía una gran historia de amor y obstinación.

Doug Fieger, cantante de The Knack, tenía 25 años cuando en 1978 entró en una tienda de ropa de Los Ángeles. La dependienta que le atendió tenía 17 primaveras y se llamaba Sharona Alperin. Doug se enamoró instantáneamente de ella. No le importó que la chica tuviese novio, ni que él mismo tuviese pareja desde hacía años, ni que ella le rechazara en los primeros intentos de acercamiento. Doug comenzó a vivir con Sharona metida en su cabeza. Su obsesión se abrazó a un pegadizo riff que tenía el guitarrista Berton Averre y que andaba huérfano de letra. Doug escribió la letra desde el punto de vista de un adolescente cegado por el amor y un día invitó a la chica a un ensayo de la banda. Sharona salió flipando. Habían escrito una canción con su nombre.

Un año después de su primer encuentro la joven cedió al perseverante cortejo y comenzó a salir con Doug. Vivió con él su ascensión a la fama y se fue con ellos de gira. La gente la reconocía por la portada del single. Las vidas de ambos cambiaron a la par, saborearon el éxito; Doug le dedicó otras canciones, fueron días felices.

Pero Sharona vivió también la parte oscura. No solo los ataques mediáticos y populares que sufrió el grupo. También estuvo ahí cuando Doug comenzó a dejarse llevar por su alcoholismo y el estilo de vida de las estrellas del rock. Cuatro años después ella puso fin a la relación. Cuando la prensa le preguntó la razón, respondió que había llegado el momento de convertirse en su propia Sharona, y no la de ningún otro.

Tras años distanciados, Doug y Sharona volvieron a ser buenos amigos. Ella estuvo a su lado en su última semana de vida, antes de que Doug muriese de cáncer el 14 de febrero de 2010, casualmente, el día de los enamorados.

Foto: Wikimedia Commons. James No from Seattle, WA

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