Diversos estudios neurocientíficos vienen avalando desde hace años los beneficios que determinados planes de ocio aportan al desarrollo creativo de los profesionales. La coach Ale Furvis ha recopilado algunas de las últimas investigaciones sobre el papel que, en este sentido, desempeñan prácticas como la siesta, el humor y los videojuegos.
«La mayoría de las veces no somos conscientes de que no dedicamos suficiente tiempo a entrenar la creatividad», comenta Furvis. A su modo de ver, esta es como un músculo que, al no ser utilizada, termina atrofiada, lo que se traduce en las enormes dificultades con las que a veces nos encontramos a la hora de resolver problemas complejos.
Una forma de poner en forma nuestra creatividad pasa por la realización de algunas de las actividades con las que solemos recargar las pilas en vacaciones. Incorporarlas a nuestra cotidianeidad una vez de vuelta al trabajo podrían aportarnos gratos beneficios, asegura la coach.
BENDITA SIESTA
Una siesta diaria de unos 20 minutos puede ser la mejor vía para tener la mente preparada para la resolución de problemas complejos. Es la conclusión de un estudio publicado recientemente por la revista científica Creativity Research Journal.
La investigación contó con la participación de 42 estudiantes estadounidenses que cursaban estudios internacionales en universidades suecas. Expuestos ante las mismas problemáticas, eran aquellos que habían logrado alcanzar la fase REM durante su breve siesta los que mejores soluciones encontraban.
«Este estudio se suma a otros anteriores que demostraron más beneficios del sueño, como potenciar la memoria, la intuición y la capacidad de adaptación o plasticidad neuronal».
Para Furvis, «no se trata de volverse perezoso y pasar todo el tiempo en el sofá, sino de planificar correctamente los tiempos productivos y de descanso. Crear rutinas para potenciar la creatividad de la misma manera que vamos cada semana al gimnasio o a la piscina».
La coach se pregunta si, al igual que la jornada laboral de profesionales como bomberos o sanitarios que trabajan en los servicios de urgencias incluyen periodos de descanso, sería posible trasladar tal modelo a otros sectores.
«Un trabajador de oficina sumergido en responder correos urgentes y entregar proyectos importantes, ¿no debería dedicar un tiempo al descanso en proporción?».
Algo difícil a día de hoy debido a la tecnología, que «nos mantiene conectados todo el día y pendientes de las alertas». Pero, sobre todo, al «tejido empresarial jerárquico (por no decir paternalista»). «Cualquier empleado que un día tras otro se quede dormido 20 minutos en la oficina, daría lugar a unas reacciones y comentarios bastante obvios».
El primer paso sería, pues, echar por tierra creencias del tipo «hay que ser productivo siempre». El siguiente, que la empresa pusiera a disposición de los empleados espacios para la «recarga» de la creatividad.
Los empleados, por su parte, también pueden hacer algo para facilitar la aprobación de este tipo de política en la compañía: «Por ejemplo, aportando datos científicos que relacionan descanso y creatividad. Tanto para jefes como para empleados, la productividad sostenible sigue siendo un interesante argumento».
Y si no cuela, siempre queda la opción de hacerlo por nuestra cuenta: «Desconectar las llamadas telefónicas y las alertas de mensajes durante 20 minutos al día, los duermas o no, es un descanso ya de por sí. He visto casos de trabajadores que no fumaban y empezaron a fumar para tener la oportunidad de salir y dejarse el teléfono en el despacho…».
¡A REÍR!
El ji, ji, ja, ja no está del todo bien visto en la oficina. Sin embargo, puede venirnos de perlas en momentos de bloqueo creativo. Ale Furvis vuelve a recurrir a un estudio, en esta ocasión de las Universidades de Taiwan y Connecticut, para explicar la causa por la que nuestro cerebro se muestra más productivo tras unas buenas risas.
La investigación Why Humor Enhaces Creativity concluye que la risa produce en nuestro cerebro ciertas sustancias que reducen el miedo y las resistencias, e incrementan la capacidad de aprender y pensar con más libertad.
«Esto explica la relación entre el ja,ja y el «ahá» que experimentamos cuando se nos ocurre una solución».
Es, de nuevo, la mal entendida seriedad que ha echado raíces en la cultura empresarial el principal freno del buen humor en el ambiente laboral. A las compañías que han superado esa forma arcaica de entender la profesionalidad, Furvis invita a desarrollar determinadas prácticas para fomentar el buen rollo entre sus trabajadores: «Empezar el día con una breve actividad musical o de movimiento, en las que las personas puedan activarse y hacer equipo, es una de ellas».
La clave, dice, es «“reírse juntos” y no “reírse del otro”». «Hay que crear un ambiente libre de prejuicios y, sobre todo, saber diferenciar la ironía el buen humor, del sarcasmo cortante, en el que nos estamos riendo a modo de defensa o protección, y a veces incluso como agresión».
Rebajar el ego y mostrarse vulnerable no debe ser visto, en su opinión, como síntoma de debilidad sino como la clave para pasar del sarcasmo al buen humor.
BUENA NOTICIA PARA LOS JUGONES
Otro estudio, este de la Universidad de Iowa, avala los efectos positivos que determinados videojuegos pueden generar en la creatividad.
La investigación se realizó con un grupo de jugadores de Minecraft de entre 18 y 20 años, a quienes distribuyó, a su vez, en dos subgrupos: unos jugaron con instrucciones y otros sin ninguna indicación previa. Estos últimos demostraron más creatividad en la resolución de problemas.
«La metáfora que representa el juego es fundamental para generar ideas creativas, y los videojuegos nos abren la puerta a gamificar tareas de nuestro trabajo convirtiendo problemas en retos motivadores, resolviendo enigmas con estrategias innovadoras», concluye Furvis.