Era, soy y seré: el cáncer también se conjuga en futuro

Pasear por P|Art Ibiza esta noche produce una sensación extraña. Los rostros que cuelgan de sus paredes se repiten, más rebosantes en pelo y en sonrisas, en sus pasillos. Ver los 31 retratos de mujeres afectadas por el cáncer de mama impresiona, pero verlas a ellas en persona, sonrientes, exultantes, orgullosas, resta dramatismo. Hay decenas de mujeres admirando los cuadros en pequeños grupos, comentado anécdotas de su realización. La escena produce un murmullo que viste la galería de un aire festivo, como si fuera un favorecedor traje de noche.

«Es lo mejor que ha tenido este proyecto, sin duda». Silvia Amodio señala a las que han sido sus modelos. «Vienen todas desde Italia, pagándose el viaje de su bolsillo. Eso te demuestra lo locas que están. Viven intensamente, se apuntan a todo, no se quieren perder nada». Amodio hace hincapié en este carácter aventurero, que parece un rasgo común de todas sus fotografiadas. No lo era antes del cáncer. Por eso llamó a esta exposición Ero, sono, sarò [Era, soy, seré]. «Su vida se parte en tres», explica, «Quienes eran antes de la enfermedad, quienes son durante ella y sobre todo quienes serán después. Esta experiencia les hace reordenar toda su vida y priorizar lo importante», asegura.

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Silvia Amodio es investigadora, periodista y fotógrafa. El orden importa, esta milanesa aún se muestra reticente a considerarse una artesana de la fotografía. «Nunca he querido serlo», reconoce. Empezó usando una cámara cuando quiso apoyar su tesis con material gráfico. «Para que no pensaran que estaba haciendo idioteces», apostilla. Así que Amodio se paseó por Hawai, cámara en mano, documentando la comunicación de los delfines y cómo estos interactúan con los humanos gracias a un lenguaje no verbal. Le fue bien.

Quizá gracias a esta experiencia, ella misma entendió que podía contar historias más allá de las palabras, y a su vuelta a Italia, cambió el ordenador por la cámara. Con el paso de los años, esta herramienta se ha convertido en su mejor aliada para contar historias incómodas, historias olvidadas.

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«Por eso intento vestir mis fotografías con un halo estético», explica, «para que la gente no quiera girar la cara hacia otro lado». Ya lo hizo cuando contó, a través de instantáneas, los abusos a menores en la Iglesia. Lo confirmó cuando habló de la explotación infantil en Perú, de los estragos y el estigma del sida. Ahora ha vuelto a hacerlo con el cáncer de mama.

En esta serie la estética reside, en gran parte, en un pañuelo de gasa. «Me sirvió como hilo conductor para contar la historia», comenta la fotógrafa. «Además, ayuda a que las fotografías sean menos crudas, a poner en primer plano a las mujeres y no la enfermedad». Amodio sabe que la crudeza del cáncer ya ha sido retratada antes. Pero ella no quería hablar de eso; quería hablar de personas que luchan. Por eso el título incluye un verbo en futuro. Por eso este viaje, que inicia en Ibiza para después recalar en ciudades de Francia e Italia, es tan importante como la exposición en sí.

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