De la tienda de Slowdown Studio cuelga un cartel que reza «Low budget, high spirit». Se podría pensar que Marc Hendrick lo colgó porque la máxima que proclama (presupuesto bajo, ambiciones altas) resume a la perfección la historia de su negocio, que empezó hace cinco años con 5.000 dólares y un montón de ganas. Pero no es así. «Este print es de Eike König, uno de mis diseñadores favoritos», explica Hendrick. Y esa afirmación, viniendo de alguien que se dedica profesionalmente a decidir quienes son sus diseñadores favoritos, suena a palabras mayores.
Hendrick selecciona ilustraciones para plasmarlas en otros formatos, especialmente sábanas y toallas, que después comercializa bajo el paraguas de Slowdown Studio.
No se trata de una gran cadena textil, ni es un tipo con una plancha que se dedique a imprimir dibujos sobre telas. Hendrick entiende su trabajo de selección como algo más parecido al comisariado de una exposición y el proceso de impresión como la adaptación de obras gráficas a otros formatos más atrevidos. «Creo que tanto los artistas como los clientes saben apreciar la diferencia» aventura.
El recorrido de esta tienda de Los Ángeles, que empezó como una afición y acabó convirtiéndose en un oficio a tiempo completo, parece darle la razón. Ayuda el hecho de que el propio Hendrick haya sido director artístico y diseñador gráfico durante muchos años: tiene una sensibilidad especial con el trabajo de otros artistas.
Slowdown Studio quiere luchar contra una creencia muy extendida, la de que el arte debe estar en los museos y la ilustración se debe plasmar solo en papel. «¡El mundo sería un lugar muy aburrido si todas esas cosas fueran verdad!», espeta Hendrick. «La creatividad proviene de tomar nociones aceptadas y desafiarlas. Una de las cosas más agradables del arte es poder sorprender constantemente», defiende.
El nombre de su estudio, Slowdown, hace referencia al estilo de vida relajada que promueve, pero también al uso de sus productos, pues, como observa Hendrick, «todos tienen que ver con el relax». Son toallas y mantas, pero muchas terminan colgadas en la pared a modo de exhibición, más que sobre una cama o una playa. A pesar de su éxito, no son de edición limitada, no pretenden ser elitistas; tampoco tienen una gran tirada, no quieren pasarse de comerciales. En ese complicado equilibrio se mueven en Slowdown Studio.
Aunque lo más importante, reconoce Hendrick, es la selección de autores con los que trabajan. Nombres como YUK, Elliott ‘Numskull’ Routledge o Nadia Hernández se cuelan entre sus tejidos. Aunque cada uno tiene su estilo y personalidad, ellos se encargan de que todo tenga cierta homogeneidad, cierto aire compartido. «En el arte», comenta el autor, «me atraen el color y el sentido del humor». Sus piezas tienen en común estos dos elementos y la ejecución en trazos orgánicos, simples: «Nada demasiado perfecto y preciso».
Marc Hendrick asegura estar siempre a la caza de nuevos artistas. No los busca a través de agentes, sino haciendo scroll en Instagram. Parece algo extraño, pero él tampoco expone su trabajo en una galería, sino en una tienda. Los tiempos han cambiado: el arte puede estar fuera de los museos y la ilustración se plasma en otros formatos más allá del papel.