El sudor es la secreción que quizás capte más nuestra imaginación. El cine lo sabe y lo usa para alterar nuestra percepción de las historias.
«Sangre, sudor y lágrimas», dijo Churchill para concienciar a los británicos del esfuerzo contra la Alemania nazi. La traducción de la frase original sería: «Sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor». En cualquier caso, la palabra que más atrae la imaginación es sudor. El cine lo demuestra.
El poder del sudor
Cuando una película comienza con un personaje llorando o sangrando, el público puede sentir curiosidad, pero necesita contexto. Aún no sabe si el personaje es un héroe o un villano, y merece sufrir por sus acciones. El público es consciente que la sangre es falsa y que la lágrima probablemente lo sean.
Si en la primera escena hay un personaje sudando, el público no cuestiona si el sudor es auténtico o trabajo del equipo de maquillaje: se siente inmerso en la historia.
La ventana indiscreta
Un ejemplo es el comienzo de La ventana indiscreta (1954), con James Stewart empapado en sudor. Hitchcock nos dice que la trama se desarrolla en lo peor del verano y que su protagonista es un hombre corriente.
En las películas, parece que los ricos solo sudan practicando tenis o con el footing, mientras que los héroes sudan cuando realizan un esfuerzo titánico para como Bruce Willis en La jungla de cristal (1988), Sigourney Weaver en Alien (1979) o Bruce Lee frente a una legión de enemigos.
Cuando suda un hombre corriente nos resulta más frágil o incluso patético.
Qué bello es vivir
Frank Capra ya resaltó a través del sudor la fragilidad de Stewart en el cuento de hadas Qué bello es vivir (1946). En una blanca Navidad, el sudor empapa a James Stewart mientras se plantea el suicidio, y luego lo acompaña cuando explora un mundo alternativo donde él no ha nacido.
La idea de separar la realidad de la imitación a través del sudor también la plasmaron las hermanas Wachowski en Matrix.
Matrix
Morfeo conoce las reglas de Matrix (1999) y esto le permite controlar el sudor en el dojo luchando contra Neo mientras que el pupilo suda. Más tarde, el agente Smith somete la voluntad de Morfeo y este pierde el control sobre sí mismo, llegando a sudar copiosamente. En este momento, el agente Smith dice mientras toca la cabeza sudorosa de Neo:
«Odio este lugar. Este zoológico. Esta prisión. Esta realidad, sea lo que sea que quieras llamarle, no puedo soportarlo más. Es el olor, si es que hay alguno. Me siento empapado por él». Y mientras pasa la mano por la cabeza sudorosa de Morfeo, Smith añade: «Puedo saborear tu hediondez y cada vez que lo hago, temo haber sido infectado de alguna manera».
Infectados por el sudor nos sentimos cuando caemos en el universo del espagueti wéstern.
Hasta que llegó su hora
El comienzo del filme de Leone Hasta que llegó su hora (1968) es un ejemplo de cómo el sudor en el espagueti wéstern sería como el claroscuro en la pintura renacentista: añade intensidad, contraste y realismo a las escenas. El sudor que recorre el rostro de los pistoleros y arrastra la suciedad de la cara, nos lleva a un Oeste que sentimos verdadero.
Mientras que el sudor nos introduce en el verismo de Leone, el sudor en Apocalypse Now (1979) nos atrapa en una pesadilla.
Apocalyse Now
En este film, Coppola crea una cárcel sin barrotes en la que opresión viene del río, la humedad de la selva recalentada por el sol y el sudor que empapa de día y de noche. El sudor que baña al coronel Kurtz refleja su agotamiento físico, mental e incluso moral mientras relata cómo vacunó a niños vietnamitas contra la polio y poco después, los lugareños amputaron los brazos vacunados.
Apocalypse Now no es la única película en la que se asocia sudor con la precipitación moral de los personajes, como prueba el cine donde el protagonista es un pelele manipulado por una femme fatale.
Fuego en el cuerpo
De entre este subgénero del cine negro destaca Fuego en el cuerpo (1981). En este thriller erótico protagonizado por William Hurt y Kathleen Turner, más sofisticado y moderno que muchos hechos hoy mismo, una ola de calor en Florida hace que muchas personas no puedan pensar con claridad.
«Desde que empezó la ola, tenemos más de todo lo malo», dice uno de los detectives. «La gente se viste de forma diferente, se siente diferente, suda más, se despierta de mal humor y nunca se recupera. Cuando hace tanto calor, la gente intenta matarse entre sí».
Una ola de calor que funciona como eco del paso de Kathleen Turner. Cuanto más suda Hurt en su día a día, más presente tiene a la femme fatale que lo conduce al asesinato.
Pero el sudor no solo está asociado al mal.
12 hombres sin piedad
Hacer lo justo, lo que es bueno y decente, es un trabajo agotador para Henry Fonda en 12 hombres sin piedad (1957). La película comienza estableciendo un tópico: los personajes fríos rara vez sudan, mientras que a los personajes emocionales no les cuesta sudar ante el mínimo estrés. El esfuerzo titánico de Henry Fonda por cambiar un veredicto de culpabilidad a inocencia se refleja en su sudor creciente, y también en cómo todos los miembros acaban sudando, con la ayuda, eso sí, de uno de los días más caluroso del año. Si el pan se gana con el sudor de la frente, también la justicia.
A través de estos ejemplos seleccionados entre muchos, vemos que el sudor es más que una cuestión ambiental, sino que contribuye a mostrar cómo es el personaje, y en ocasiones, como en la isla de Lost (2004-2010), parece funcionar como un personaje más, incluso antagónico. Así lo revela quizá la escena más conocida de la saga Misión Imposible (1996), aquella de la primera película en la que Tom Cruise desciende hasta una sala protegida por amplias medidas de seguridad y atrapa una gota de sudor de su frente con la mano antes de que toque el suelo y haga saltar las alarmas.