No es que me quiera convertir yo ahora al nacional catolicismo, nada más lejos de mi intención. Lejos no… a teratrillones de años luz. Pero es que ha llegado el veranito y una tiende a viajar a la vieja Castilla, donde en más de una fachada podemos ver el escudito de marras con su yugo y sus flechas y, claro, se me inunda el espíritu de patria rancia y la mente se me tiñe con el lema de los Reyes Católicos.
No lo neguéis. Si yo os digo «tanto monta», más de uno continuaréis: «monta tanto, Isabel como Fernando». ¡Cuánto daño nos hizo la EGB! Lo que seguro que sabemos todos es que se usa esta expresión para decir que una cosa es equivalente a la otra, que está en la misma categoría, al mismo nivel y a la misma altura que su contraria. Que vale igualmente, vaya.
Pero vuelvo a la segunda parte de la expresión: «monta tanto» etc. Porque vino mucho… muchísimo después.
«El Tanto monta es un proverbio clásico, cuya expresión completa es: Tanto monta cortar como desatar», nos cuenta José María Iribarren en El porqué de los dichos. Y no, no fueron los Reyes Católicos sus autores. Lo sentimos por los seguidores de Franco, de la Falange y otros… movimientos.
Covarrubias nos lo explica bien en su Tesoro de la lengua castellana: «Tomose este modo de decir de aquel nudo Gordiano que no pudiendo desatar Alejandro (Magno), le cortó diciendo las sobredichas palabras».
Cuenta el historiador Quinto Curcio que Alejandro Magno, en una de sus campañas de conquista, encontró un yugo atado con un nudo complicadísimo e imposible de desatar.
Según la profecía, aquel que fuera capaz de desatarlo se convertiría en el nuevo señor de Asia. Así que Alejandro, que andaba con mucha prisa por el mundo, sacó su espada y lo cortó diciendo: «Da lo mismo (tanto monta) cortar como desatar». Una manera rápida y precisa de cumplir una profecía.
Esta historia, nos sigue explicando Iribarren, debió contársela Antonio de Nebrija (sí, el de la Gramática) al rey Fernando II de Aragón, a la sazón esposo de Isabel I de Castilla, y componente del famoso dúo Los Reyes Católicos, sugiriéndole que incorporara el lema a su escudo heráldico, acompañado de la imagen del famoso yugo y el nudo gordiano de la leyenda de Alejandro Magno.
Cuentan los entendidos en heráldica que lo del yugo era un guiño cariñoso que le hacía a su santa esposa, ya que empezaba por Y, que era también la primera letra del nombre de la reina Isabel (escrito en la época Ysabel).
Por su parte, Isabel I tenía en su escudo un haz de flechas atadas. Y ¿adivináis? Sí, también era un homenaje a su esposo el rey Fernando ya que «flecha» empieza por la letra F, y esa era también la inicial del nombre del rey.
La cuestión es que el lema «Tanto monta» pertenecía solo a Fernando I, aunque luego apareciera en el escudo heráldico de la pareja, uniendo los elementos de uno y de otro.
Fue mucho después –siglos, para ser más exactos– cuando se añadió el «…monta tanto, Isabel como Fernando» a la expresión primitiva. Sucedió en la dictadura franquista ya que este régimen bajo el que algunos afirman que se vivía mejor idealizó e idolatró el reinado de los Reyes Católicos, puesto que para el dictador y sus secuaces fueron ellos quienes habían llevado a España a la gloria y a su completa unidad.
Además, equiparaba de esta manera el poder de ambos monarcas, indicando que eran igual de poderosos y que las decisiones de uno eran tan importantes y válidas como las del otro.
A pesar del franquismo, no todo escudo con yugo y flechas que veamos en la fachada de algún edificio histórico cuando viajemos por España corresponde al Régimen, sino que seguramente esté haciendo referencia a los Reyes Católicos. Y ellos, por mucho que Franco los usara como símbolo de su gobierno, no tienen la culpa del manoseo del dictador.
Como diría un guarda gitano en una obra: «Respeten, primos».