Llevaba uno una mañana tranquila hasta que surgió la dicotomía entre mantener la corrección política y la compostura moral de las que carezco y , directamente, ser fiel a mi naturaleza y lanzarme a lo soez una vez más. Por una vez, comportarse como un cafre tiene premio.
Habrán leído en decenas de sitios múltiples teorías de sesudos analistas de la comunicación acerca de la función y el comportamiento de la comunicación en Twitter, de cómo los usuarios crean la naturaleza de esa «no red social». No se preocupen que aquí no viene otra de esas diatribas. Se lo resumo yo, en una línea y gratis: Twitter sirve para cagarse en todo (siendo en este caso el vecino el político o cantante de turno).
Hagan ahora un ejercicio mental e imaginen que todos los insultos, todas las palabrotas de mierda que se leen en Twitter al cabo del día forma una nube. Les habrá salido una cosa como esta.
Pues bien, por una vez y sin que sirva de precedente, de esa nube no va a manar el caos y la destrucción sino un pastón de cojones que, además, irá a parar donde debe.
Charity Swearbox es una iniciativa de la hostia creada por James Dow y Jay Gelardi, dos compañeros de trabajo que «querían hacer algo bueno con las ideas que surgían de sus cerebros», cuentan en el sitio web. Se trata de una aplicación web que contabiliza las palabrotas -sólo en inglés- que cada uno ha escupido en su cuenta de Twitter y las traduce a dinero que se destina a causas sociales y humanitarias. ¡Coño, qué chulo!
Una swear box es la caja en la que se echa una moneda cuando se dice una palabrota. Así se comporta esta swear box virtual. El malhablado usuario introduce su nombre en Twitter -que no su contraseña-, y la aplicación analiza los mensjaes encontrando las palabras inadecuadas. Posteriormente traduce esas palabras a sumas de dinero y propone la donación a diversas ONGs como WWF, PETA o UNICEF. ¿No es de puta madre? Calculo que este post me ha salido por unos 6 dólares. No me culpen por haberlo manchado.