Tomar heroína para calmar la tos

En términos de fortaleza física, creo que está claro que la especie humana está en franca decadencia. Todos hemos oído historias del tipo: “Mi abuelo no fue al dentista ni una sola vez en su vida, fumó desde los 12 años y murió a los 90”. Ahora es difícil encontrar a alguien menor de veinte que no haya llevado aparato en los dientes, sea alérgico a algo o no esté a dieta. Y no digamos si buscas a alguien que quite la chapa de una botella con los dientes. ¿Qué nos ha pasado? Se dice que la culpa es de la contaminación o de la alimentación. Es posible, pero de todos modos tampoco son los jóvenes de ahora los primeros que han bajado el nivel, la cosa viene de lejos.

Una demostración de esto puede encontrarse en el mundillo de la farmacopea, que era ya un gran negocio hace unos cien años y fue uno de los sectores pioneros en la publicidad. Echemos una mirada a algunos de sus anuncios y veremos como entonces la gente era de otra pasta.

En los albores del gigante farmacéutico Bayer, la Aspirina (recién inventada) se vendía a la par que otro producto que ahora es más difícil de encontrar (o al menos, más caro).

La heroína era entonces un potente calmante para la tos.

La cocaína se estuvo vendiendo hasta la primera guerra mundial como calmante dental, remedio contra la caspa y tónico medicinal.

Aparte de servir como ingrediente en algunos otros productos de sobra conocidos por todos.

En aquellos tiempos la respuesta a un problema común podría venir del método más inesperado, como por ejemplo curar el asma con cigarrillos. Eso sí, no recomendados para menores de 6 años.

Cuando no existían los antibióticos, los niños tenían que agarrarse a lo que podían para curarse de resfriados, toses y cualquier enfermedad de la garganta o los pulmones. La morfina atacaba entonces esos problemas, combinada a veces con un poquito de heroína. ¿Eso no fue lo que mató a John Belushi?

Otra solución recomendada era el cloroformo.

Ni idea de lo que contenía el Pain Annihilator, pero está claro que pegaba fuerte y que tenía unos anuncios bastante guays.

Unos años después los laboratorios se centraron en solucionar otros problemas como el sobrepeso, que tenía su enemigo en las anfetaminas. De 10 a 14 horas de entusiasmo y cero apetito.

Algunos de los anuncios se explican solos, como los dos siguientes: “Muchos de nuestras pacientes, particularmente las amas de casa, están abrumadas por tareas aburridas y rutinarias que les conducen a un estado de gran fatiga emocional… La Dexedrina les proporcionará una sensación de energía y bienestar, renovando sus ganas de disfrutar de la vida”.

“Cuando los pequeños comienzan a ponerse nerviosos… Cuando necesitan calmarse rápidamente (y la vía oral no es posible)… Pruebe los supositorios de Nembutal Sódico… No producen resaca a la mañana siguiente en prácticamente ningún caso.” ¿Pero no era el Nembutal lo que usaba James Bond para dormir al tío ese de los dientes de hierro?

Para las amas de casa con los mismos problemas que los nenes, mejor meterse una píldora de Butisol. Impresionante anuncio para terminar digno de Don Draper.

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Yorokobu es una publicación hecha por personas de esas con sus brazos y piernas —por suerte para todos—, que se alimentan casi a diario.
Patrick Thomas

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