Querido yo del verano del 2007.
No estudies Publicidad.
En serio. Sé que estás hecho un puto lío. Que has marcado casillas tan disciplinariamente alejadas como Periodismo y Ciencias del Deporte o Filología Hispánica y Turismo. Que terminarás matriculándote en Valladolid para estudiar lo primero, y luego renunciarás a la plaza para entrar en la Universidad de Vigo y en Publicidad. Que lo harás encomendándote a la Divina Providencia o a algún santo patrón de los descarriados, porque tener, lo que es tener, no tienes ni puta idea de lo que te espera.
Yo, que te escribo desde el futuro, sí que lo sé. Créeme: no estudies Publicidad.
Renuncia también a la segunda plaza y tómate un año sabático. O no abandones Periodismo. O que les jodan a todos y vete a Santiago a ser filólogo y a meterles por el culo las salidas o no salidas y demás perspectivas mercantiles. Tres, cuatro o cinco años después, estudies lo que estudies, no tendrás trabajo. Deja de creer que tu carrera definirá el resto de tu existencia e inscríbete en el mayor capricho académico que tengas. Hazme caso.
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Deja de creer que tu carrera definirá el resto de tu existencia e inscríbete en el mayor capricho académico que tengas
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Si dudas de mi palabra, te mudarás a una ciudad a 30 km de la casa de tus padres para hacer el gilipollas durante una licenciatura. Las facultad te desencantará. Las materias te desencantarán. La mayor parte del profesorado te desencantará. Faltarás sistemáticamente a clase hasta arrastrar un buen número de pendientes que te dará progresiva pereza aprobar. Lo más interesante de tus años universitarios consistirá en echarte una novia con la que joderte la vida mientras se la jodes a ella.
Por supuesto: los amigos. Te llevarás contigo, siempre, a los amigos. Los compañeros de clase. Los compañeros de piso. Los buenos amigos, las risas, las borracheras, las lágrimas, los abrazos, los recuerdos. Los amigos te crearán el mito personal de que «ha merecido la pena». Pero no seas iluso. Confía en tu yo adulto. La amistad vale tanto como la familia. Pero hasta los mejores amigos pueden desaparecer. Nuestra madre no. Nuestra madre va a seguir ejerciendo de madre aunque te folles a su exnovia (te lo digo así, con una metáfora bastante bruta, porque te conozco bien y sé que siendo irreverente te cala el mensaje).
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No estudies Publicidad, Néstor de 18 años. Porque te sentirás culpable de no estudiar y comenzarás demasiado pronto a trabajar. Trabajos de mierda no relacionados con la publicidad y trabajos de mierda publicitarios que te quemarán muy rápido. De los primeros prefiero no contarte mucho porque van a tocarte sí o sí. En cuanto a la Publicidad, voy a hablarte del territorio creativo, que es el que conocerás:
No tiene nada que ver con Mad Men, una serie que han estrenado tu 19 de Julio, pero que no verás hasta segundo de carrera. No hay gloria, ni poder, ni éxito, ni erótica de la gloria, el poder y el éxito. Por haber, ya no hay ni alcohol. La profesión de creativo publicitario (al menos en este país) es profunda y jodidamente miserable. Aunque tu contrato te defina como «redactor creativo», no eres más que un vulgar oficinista disfrazado de moderno. Tu día a día consistirá en un chorreo de tecleos para realizar pequeñas ejecuciones –y correcciones de esas ejecuciones– que implementan una mierda que alguien se ha inventado, todo el mundo repite y nadie sabe qué es, llamado transmedia.
Ese tal transmedia –formado por ads de Facebook, post patrocinados, virales, gráficas de prensa y un sinfín de palabrejas que te aprendes en dos horas y sin necesidad de una puta carrera– se denomina también comunicación de marca. ¿Qué marcas? Las marcas de los clientes de la agencia. ¿Qué clientes? Aquellos que contratan agencias, que a su vez te contratan a ti, para convertir sus marcas en marcas más grandes. Véase: los putos amos, la mandanga, la orden directa en la oscuridad.
Marcas más grandes a costa de tu tiempo, esfuerzo y dinero.
¿No me entiendes?
En el 2010, cuando ingreses en el maravilloso mundo laboral, todo estará tan jodido que serás tú el que tenga que pagar por trabajar. Sí, sí. No te estoy mintiendo para tratar de disuadirte. Solo tienes que esperar y verlo. Las agencias hace mucho que se inventaron una puta-mierda-de-nombre-chachi-guay para definir al becario de toda la vida: TRAINEE. ¿No te mola? ¿No te mola tanto que, sin siquiera haber empezado a estudiar, te jodería eso de ser becario, pero no te importaría en absoluto ser trainee? Paladea las sílabas mientras lees. Trai-ne-e. Repítelo. Trai-ne-e. Mola de cojones, y es el concepto más vendido de todo lo que llevamos de siglo XXI. Mucho más que Just do it.
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Trai-ne-e. Mola de cojones
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Si estudias Publicidad, cumplirás 25 años viviendo en Madrid con los ingresos periódicos de papá y mamá. Tendrás que soportar la vergüenza y la deshonra de pedir cada mes su ayuda para costearte el alquiler. El techo bajo el que descansar las horas que necesitas para rendir como creativo en una agencia creativa española: 10 diarias. Y sé que eres muy listo y que ahora estás leyendo entre tus líneas futuras que el tono amargo de la carta responde únicamente al dinero; o a su ausencia. Pero no. No, Néstor no. No te digo que no estudies Publicidad porque no vas a cobrar una mierda a no ser que hagas mierdas o seas el rey del ad-baile.
Te lo repito: la profesión es miserable aunque cobres 50.000 anuales. Una bajada de bragas continua que dudosamente compensan las fastuosas cenas de navidad, los premios o los egos en una cena de exalumnos. Tienes 18 años y eres ambicioso, ingenioso e ingenuo. No dejes que trabajar en Publicidad malogre tus ideas. Acorte tus textos. Convierta tu vida en un tablón de Pinterest (no sabes a qué me refiero, pero ya llegará, ya llegará).
Puede que mañana me llegue un mensaje del Néstor con 30 años –que pasa los inviernos en una mansión de Malibú mientras teletrabaja para Coca Cola enviando un par de guiones al mes que se llevan a producción sin cambios–, diciéndome que te diga que quemes esta misiva. No lo creo. Te rodearás de creativos mayores en talento e ingresos que tú, y el cinismo siempre será el mismo.
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Te rodearás de creativos mayores en talento e ingresos que tú, y el cinismo siempre será el mismo
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Néstor, en serio, no estudies Publicidad porque la publicidad no se estudia. Ahorra un año viviendo en casa y vete a recorrer el mundo. Estudia filología en Santiago y enciérrate a escribir algún proyecto novelesco. Sigue con el deporte que tanto te relaja, tanto te centra, y conviértelo en tu forma de vida. Termina Periodismo y márchate lejos a buscar reportajes. No te ates a un escritorio a «pensar». Los concursos se caen. Las buenas ideas nunca cuentan con la valentía de las marcas. Los briefings siempre son el mismo briefing. Envejecer con tatuajes en la piel no enrolla tanto como crees…
Si la creatividad publicitaria es tu sino, ya tendrás tiempo de llegar a ella por otros derroteros. Aunque no voy a seguir contándote más. Sé que al final vas a hacer lo que te dé la puta gana y a desoír todos y cada unos de mis consejos. Tú mismo. Que eres yo mismo. Nos veremos pronto. Intentaré escribirte desde Malibú.
Cuídame mucho.
Siempre tu-yo, Néstor.
P.D.: Haznos un favor y aprueba Derecho de la Información en la primera convocatoria.