En True Detective 2 hay tres samuráis a la deriva: el detective Velcoro ( Colin Farrell), la detective Ani Bezzerides (Rachel McAdams) y el oficial de policía Woodrugh (Taylor Kitsch). Nic Pizzolatto, el creador de la serie, deja una pista en la casa de Ani: un ejemplar de Hagakure: El libro del samurái. (Contiene spoilers).
El Hagakure dice: «el colmo de la locura para un Samurái es perder el control de sí mismo […] Un Samurái no debe ni beber demasiado ni estar demasiado seguro de sí mismo ni darse a la lujuria».
Velcoro bebe demasiado; Bezzerides está demasiada segura de sí misma y Woodrugh es adicto al sexo. La presentación de cada uno de estos personajes muestra su debilidad.
LA PRESENTACIÓN DE LA DETECTIVE ANI BEZZERIDES
Un personaje se crea con tres patas: la familia, la profesión y lo privado. La presentación de Ani comienza con lo privado.
La escena comienza con detalles del piso de Ani Bezzerides: un blanco de tiro; el Hagakure y libros sobre cuchillos; la pistola y la placa policial. Junto a la entrada al dormitorio un panel con cuchillos, cinta americana y distintas herramientas.
Ani sale con cara de fastidio de la habitación seguida por un hombre que suplica retomar los juegos sexuales. Mientras ella toma café, el tipo está perplejo por «esos juegos».
Esta escena ha irritado a parte de la crítica oficial: «machista» dicen unos; «innecesaria» dicen otros. Pero, fijémonos: es una presentación fuerte de un personaje fuerte: la detective es una guerrera (las armas blancas, el Hagakure) que quiere controlar todas las situaciones.
—¿Te gusta eso? —dice el tipo—. No creo que a la mayoría de las mujeres… No estoy acostumbrado.
La presentación de Ani la sitúa cercana a Lilith: la primera esposa de Adán (según la mitología judía) que escandaliza por su iniciativa sexual. Por esto es un demonio para los judíos y por otro lado un símbolo feminista. (Sobre Lilith escriben Robert Graves y el antropólogo judío Raphael Patai en el ensayo académico Los mitos hebreos).
La paradoja es que el afán de control también es la flaqueza de Ani. La lleva a enfrentamientos agotadores con su hermana (sexo-trabajadora virtual) y con su padre (charlatán que dice haber conocido a Ginsberg, ideólogo de los sesenta, inspirador de Janis Joplin y Jim Morrison).
La detective Ani sigue la consigna del Hagakure:
«Reprender y corregir a alguien por sus errores es importante. Este acto esencialmente caritativo es la primera obligación del Samurái».
Sin embargo, Ani no lo hace como propone el libro:
«La crítica sólo debe intervenir después de haber discernido si la persona la aceptará o no […] Hay que sentir el buen momento y la buena manera de ejercer la crítica» (que deberá ser benevolente y constructiva).
LA PRESENTACIÓN DEL DETECTIVE VELCORO
La primera escena de Velcoro revela la fuerza y la debilidad del detective: su hijo. La madre del pequeño —la esposa de Velcoro— fue violada por un extraño. Al tener al bebé lo abandonó. Velcoro cuidó al niño como un padre entregado y en el presente lucha por la custodia. Al detective, como a muchos padres, le duele el acoso al que es sometido el pequeño. Pizzolatto quiere que sintamos compasión por Velcoro.
Por esto, las dos escenas de violencia interpretadas por Velcoro tienen distinta realización: no hay imágenes del detective dando una paliza al periodista que denuncia la corrupción de la ciudad. (Nos gustan los periodistas valientes). Ni vemos la cara del periodista. Pero vemos a Velcoro un minuto antes dándose ánimos con alcohol. No quiere hacer el encargo del villano.
Sin embargo, sí vemos a Velcoro, amparado en su placa, dando una paliza al padre del niño acosador. La escena es cruda. Nada hace pensar que el padre fomente el vandalismo de su hijo, pero sentimos que es inevitable por la ceguera de Velcoro. Después, Velcoro ahoga las culpas en alcohol, y provoca lástima. Incluso Frank Semyon, el villano (Vince Vaughn), recomienda a Velcoro que se busque una buena mujer.
LA PRESENTACIÓN DE EL OFICIAL DEL POLICÍA PAUL WOODRUGH
La primera escena de Woodrugh revela la obsesión del agente por el sexo. Aceptar la proposición de la estrella de cine para evitar la multa tiene consecuencias:
—Aceptar una mamada para evitar una multa —dice el superior de Woodrugh—. Ese no eres tú, chico.
La frase revela que Woodrugh fue un buen chico tiempo atrás.
«Estábamos trabajando para América, señor», dice Woodrugh antes de salir del despacho. El motorista es un soldado desubicado. La moto (la velocidad) una forma de evadirse de la realidad.
Woodrugh es víctima de un estereotipo: el tipo fuerte y silencioso (the strong silent type del cine clásico): el héroe sin fisuras que no habla de sus debilidades. Toma Viagra a escondidas para preservar la imagen.
La felación a Woodrugh se opone al sadomaso de Ani Bezzerides. Woodrugh como macho dominante parte de la fragilidad; la controladora Ani de la seguridad en sí misma.
LA SALVACIÓN DEL SAMURÁI
Los detectives Velcoro y Bezzerides, y el oficial del policía Woodrugh parten a la aventura desde la debilidad como los héroes clásicos del cine.
El Hagakure reconoce que «abominar del mal y conducir su vida con rectitud se vuelve extremadamente difícil». Sin embargo, ofrece un camino: «Esta vía consiste en hablar con otros. […] La razón es que se puede superar la propia facultad de discernimiento si uno aprende a escuchar con provecho a los demás».
Escuchar a los demás es el trabajo de los verdaderos detectives.