Todo el mundo necesita a alguien a quien amar, todos quieren gobernar el mundo, todo el mundo hace daño y todo el mundo lo sabe.
Además de eso, a todo el mundo le gusta escribir bien y, por eso, existen millones de libros que hablan del tema y centenares de cursos de escritura creativa.
De hecho, uno de ellos lo imparte el periodista Will Storr, que acaba de lanzar The science of storytelling. El libro explica no solo cómo escribir bien sino los mecanismos neurológicos que hay detrás de ello, vamos, los fundamentos científicos que se esconden detrás de eso que llamamos ‘escribir bien’. Así lo cuentan en Big Think.
Al cerebro le gustan estas 5 cosas más que unos callos con vermú
- Los cambios: estamos diseñados para el cambio. Nuestra mente, siempre alerta, vive en constante observación y captación de los cambios de nuestro entorno. De un coche que se cruza por la calle, de la temperatura de tu cuerpo o de la personalidad de tu tía Conchi, que no veas cómo se puso cuando se enteró que le había sisado 1000 pelas para los recreativos cuando tenías 11 años.De la misma manera, «las buenas necesitan que un personaje cambie. Las mejores requieren que el protagonista se enfrente a un reto definitivo, forzándolo a confrontar un cambio capaz de alterar su vida».
- La importancia de que haya consecuencias: el experto en literatura Jonathan Gottschall afirma que «cuando una historia está incompleta, el cerebro automáticamente rellena los huecos».Esta es la explicación de que tratemos de encontrar significado a todo lo que hacemos, incluida nuestra propia existencia. Como la religiones ofrecen respuestas a esas inquietudes, el negocio les ha ido fehacientemente bien. Las buenas historias están llenas de causas y efectos.
- Las imperfecciones: ser perfecto da asco. Y es un coñazo. La cosa se pone interesante cuando un personaje cree que es perfecto, que tiene el control de la situación y se da cuenta de que la ha cagado. Las cosas se desmadran y las narraciones se animan. «La clave para crear personajes memorables para por exponer sus imperfecciones».
- Una multitud de ‘nosotros’: Storr dice que muchos escritores fracasan porque se involucran en exceso en su protagonista a nivel emocional. Ya sabes, la respuesta a «¿cuánto hay de autobiográfico en este libro?». El escritor siempre muestra parte de sus defectos en sus propios personajes. Está bien que ocurra. Así debe ser.La cosa es que no somos siempre la misma persona. Hay muchos ‘yos’- Muchos ‘nosotros’. «Estamos influenciados por el entorno en el que estamos y las personas que nos rodean y la cantidad de cafeína que bebemos», dicen en Big Think. «Tenemos mucha menos fuerza de voluntad por la noche que por la mañana. Nuestras metas y deseos cambian a cada momento. Somos muchas personas durante todo el día».
- El viaje del héroe: una de las estructuras narrativas más viejas que Kirk Douglas. Funcionaba en la antigua Grecia. Funcionaba en la Ilustración. Funcionaba en el siglo XIX. Funciona hoy y funcionará toda la puñetera vida.Las historias jugosas llevan al héroe hasta el límite en un proceso de transformación a partir de sus mayores defectos o imperfecciones. Y, en definitiva, lo que también ha funcionado siempre es una narrativa en la que el lector se proyecte. Porque de eso va la ficción, de abandonar, aunque sea por un momento, la insulsa vida que nos tiene aquí, delante del ordenador, con el sol tan estupendo que hacer ahí afuera.