Había un tiempo en el que los clubs de gentlemen constituían un reducto de reafirmación masculina en el que no cabía otra cosa que no fuera virilidad, póker, alcohol de contrabando y un ambiente donde el humo del tabaco podía cortarse con un cuchillo. Mini abrió su itinerante Mini Paceman Club en Barcelona y Madrid la pasada semana y en ambas ciudades se llenó de caballeros aunque que, en este caso, eso no es lo mismo que decir hombres.
La supremacía de género es un concepto anacrónico y sin sentido. Por eso, el hecho de estar en el más interesante club de caballeros que se haya abierto en los últimos años no quiere decir que los que allí se encuentren tengan que ser exclusivamente hombres. El comportamiento que se exige es el de un caballero y son bienvenidos los bigotes como materialización de la actitud propia de un caballero pero, por fortuna, no existe el requisito de pertenencia al género masculino.
Así fue cómo la fiesta de Madrid, que se celebró junto al Museo del Ferrocarril, en la vieja estación de Delicias, rindió homenaje a la cultura de las diversión pasada por el tamiz de las buenas maneras. Con el dixieland de No Reply atronando la sala, los asistentes pudieron disfrutar de un combate de boxeo mientras apuraban sus gin fizz entre conversación y conversación. Limpiabotas, barbero, sala de lectura, bar y trajes, muchos trajes, terminaron de dibujar el escenario del Mini Paceman Club.
Tras el directo de No Reply, Bimba Bosé se ocupó de las tornamesas hasta que los agentes de la autoridad procedieron a clausurar el local e incautar todo el material. El ambiente de la noche, exclusivo, masculino y selecto, encajó a la perfección con el espíritu del MINI Paceman, un coche para descubrir lugares únicos de la ciudad y vivir al máximo las ocasiones especiales.