Vivimos momentos de cambio. En los momentos de cambio, no solo cambian las respuestas. Muchas veces cambian las preguntas también. Hay cuestiones que antes eran fáciles que se convierten en difíciles. Otras que parecían muy difíciles, de repente, tienen una solución sorprendentemente sencilla.
Empecemos por una pregunta que tradicionalmente ha sido muy fácil pero que se ha vuelto muy difícil: ¿Profesión? Cada vez que voy al notario y me pregunta la profesión digo una diferente al azar. Últimamente digo: «astronauta». No sé si os ha pasado a vosotros, pero yo he tenido que reinventarme varias veces en la vida. Además, si el estado quiere saber mi profesión, mejor que me dé un empleo.
[pullquote]Con el 20% de la población activa buscando empleo, y prácticamente el 50% de los jóvenes sin él, la pregunta «¿Profesión?» se ha vuelto realmente incómoda, difícil o, directamente, imposible[/pullquote]
Supongamos que tienes un oficio hoy: deberías preguntarte cuál será tu oficio mañana. Los algoritmos, las máquinas, los robots van a hacer desaparecer en los próximos años el 47% de los oficios que nos son familiares. En el transporte, en la fabricación, en muchas actividades de administración y servicios, en buena parte de las actividades de ventas que consideramos tan «personal».
Con el 20% de la población activa buscando empleo, y prácticamente el 50% de los jóvenes sin él, la pregunta «¿Profesión?» se ha vuelto realmente incómoda, difícil o, directamente, imposible. Pero vayamos a las preguntas que se han vuelto fáciles.
Wikipedia, pero también Youtube o Twitter resuelven muy fácilmente una pregunta que antes era muy difícil: ¿Qué quieres saber? Y lo hacen de una forma nueva: cada uno comparte lo que sabe. Se organiza mediante reglas y se pone a disposición de todos. Wikipedia se hizo hasta el 2009 con menos del 1% del tiempo que los americanos dedican a ver la televisión, y hoy da servicio a 500 millones de personas cada mes.
Blablacar pregunta a los conductores con plazas libres en sus coches a dónde van. Y les ayuda a encontrar ocupantes con los que compartir trayecto y costes. Mueve 2 millones de pasajeros en Europa cada mes, un tercio del tráfico de autocares entre ciudades en España, sin invertir en vehículos ni personal. Más frecuencias sin más inversión.
¿Qué quieres hacer? La fabricación aditiva permite pasar de la idea al objeto a un coste ridículo: sin moldes. Sin diferenciar entre tiradas largas o cortas o niveles de complejidad. Se pueden imprimir pitos con la bola dentro, sin necesidad de hacer dos mitades, meter la bola dentro y juntarlas después.
[pullquote]Cuando los ciudadanos ponen en común lo que cada uno sabe o tiene, o lo ponen a disposición de otros, generan un nuevo modo de producción: el modo de producción ciudadano[/pullquote]
Son más eficientes: hacen más con menos o casi todo con casi nada. Generan abundancia donde antes había escasez. Beben de nuevas fuentes de confianza; de la confianza entre extraños o en las reglas abiertas. Retan en muchos campos las ventajas de la escala. Se nutren en buena medida de proveer ingresos con ocupaciones esporádicas, lejos de la seguridad del empleo tradicional. Generan mucho valor aunque aún no sepamos contabilizarlo.
Preguntas nuevas: ¿Cuánto vale secar la ropa al sol? En la ciencia, en la educación, en la sanidad, en la fabricación, en la política o en la empresa, cuando los ciudadanos ponen en común lo que cada uno sabe o tiene, o lo ponen a disposición de otros, generan un nuevo modo de producción: el modo de producción ciudadano. Además de saber gestionar la escasez a través del mercado (vendiendo al mejor postor) o de la redistribución pública (para compensar la desigualdad) ahora podemos organizarnos para crear abundancia compartida. O, en palabras del alcalde de Seúl: «Un estilo de vida regido por el sentido común».
Este artículo deriva del principio de la charla que di el pasado 12 de septiembre en TEDxMadrid.
(Imagen: Shutterstock)