La policía de una localidad cercana a San Petersburgo (Rusia) recibió una llamada del vecindario quejándose del ruido y los destrozos que estaba ocasionando un hombre mientras tiraba objetos por la ventana.
Cuando las autoridades llegaron, el hombre enfurecido tiró su tableta contra el suelo y empezó a ingerir sus componentes con rabia. La policía forcejeó con él para impedirlo, pero ni esta ni los testigos allí presentes pudieron impedir que ingiriera una buena parte de la tableta.
Una ambulancia acudió poco después de la llamada de la policía, pero no pudo hacer nada por este hombre. Suponemos que se comería cada vez más rápido sus componentes una vez ingerido el procesador.
Su vecindario le debe de conocer ahora como el monstruo de las tabletas. Por eso, qué menos que levantar en su honor una escultura al estilo Triki con un iPad hecha a base de galletas con forma de circuitos y microchips.
Caso opuesto
Al otro lado del planeta, Santiago, un niño residente en Bahía Blanca (Argentina) pidió una tableta por el Día del Niño y sus padres le dijeron que no se lo podían permitir. Le regalaron una tabla de madera para comer asados envuelta en papel de regalo, que simulaba una tablet. Pero lo que no se podía esperar es que luego se la regalarían de verdad. Mientras unos se las comen, otros las desean.
https://youtu.be/TzvjRC6ftBI