Algunos ángeles de la guarda no tienen alas sino coche. Por suerte, el de Caine Monroy necesitaba un nuevo tirador para una de las puertas de su Corolla del 96. Fue así como llegó a la tienda de repuestos del padre de Caine.
Últimamente, el establecimiento de George Monroy no recibía muchas visitas por lo que la de Nirvan Mullick fue, sin duda, muy bienvenida. No sólo por él sino también por su hijo de 9 años que regenta un salón de juegos en la parte trasera del establecimiento.
A Caine le costó todo un verano poner en marcha su negocio. Para ello, utilizó cajas de cartón desechadas por su padre y algunos de sus propios juguetes.
El día que Nirvan llegó a la tienda de su padre en busca de un recambio para su coche, Caine aprovechó para preguntarle si quería jugar en Caine’s Arcade.
La respuesta del director de cine fue ‘Sí’. Algo a lo que Caine no estaba acostumbrado puesto que los demás (y escasos) clientes de su padre solían poner sus prisas como excusa para no aceptar la oferta del niño.
Éste propuso dos opciones a Nirvan: la primera costaba un dólar y por este precio, el cliente podía echar dos partidas. La otra era el Fun Pass: dos dólares a cambio de 500 partidas. “Obviamente me quedé con el Fun Pass”, afirma Mullick.
Las partidas disfrutadas en Caine’s Arcade despertaron aún más la curiosidad de Nirvan por la historia de Caine. También su deformación profesional. El corto sobre el salón de juegos de Caine vería la luz pocos meses después.
En él se recoge, también, el flashmob con el que Nirvan y George sorprendieron a Caine. Miles de personas reclutadas en la página de Facebook y llegados de distintos puntos de EEUU se acercaron a Caine’s Arcade para disfrutar de una tarde de juegos.
Ese día, “el más feliz de la vida de Caine”, según confesó el niño a su padre, fue el inicio de una aventura cuyo siguiente paso fue la creación de una fundación para recabar fondos para niños emprendedores como Caine. La venta de camisetas como la que lleva el único miembro del staff de Caine’s Arcade será la próxima.
Gracias por la pista, Acuam!