Este es nuestro especial de festivales de este verano. O un relato de carretera. O algo, no sabemos.
Capítulo 1.- Empezar de cero
Acababa de levantarse en esa mañana imposible. Puso la radio y confirmó lo que su cuerpo le había susurrado al despertar. «Buenos días, Madrid. Son las 10 de la mañana y el termómetro ha superado ya los 30 grados. Empezamos el informativo». No hacía calor. Era peor. Cuando Eme se sentó en la mesa del desayuno se encontró con que tendría que recomponer su vida de manera repentina.
[pullquote]Exquerido Eme:
No puedo más. Sufrirte es una carrera diaria y no hay medallita al final. Me lo dije en su momento: no es conveniente unir tu vida con la de una persona a la que has conocido a las 6 de la mañana en uno de los escenarios del Dreambeach. Pero soy idiota. Hasta hoy. Adiós. Vera.[/pullquote]
Junto a esa carta con forma de patada en el estómago se desparramaban, cortadas, todas las pulseras que siempre llevaba ella en la muñeca, las de todos los festivales que habían compartido, las de todos los amaneceres eufóricos en los que regresaban al hotel contando los grupos que habían visto, los nombres tachados de la lista, las muescas en el revólver.
El SOS 4.8 de 2009 en el que se enamoraron juntos de P.J. Harvey, el Primavera Sound de 2014 en el que Nine Inch Nails se merendó todo el optimismo que les quedaba o el ya lejanísimo Territorios, cuando Wilco se plantó delante de un convento sevillano y convirtió a La Cartuja en el escenario de la noche perfecta.
Todos esos recuerdos forman parte ahora del cubo de reciclaje porque, y ahora se ha dado cuenta, la historia conjunta de Eme y Vera ya no existe. La memoria no vale nada.
Es 3 de junio de 2016. Hace un calor de pelotas. Eme está solo y tiene todo un verano por delante. Es hora de reescribir su propia historia sin nadie de quién depender, sin más explicaciones que las que tiene que dar a su propia dignidad.
Capítulo 2.- Los dos Emes
Decían Nacho Vegas y Christina Rosenvinge que «aquí las noches llegan y nos pasan como un reactor; todo lo que nace, nace casi como por error; y las gaviotas chillan que ya está cerca el final de un verano fatal».
Eme se siente solo. Está solo. Pero, a la vez, sabe que es él quien va a pasar a las noches como un reactor y sabe que no va a ser un verano fatal. Lo sabe.
Eme abrió el periódico y vio las cifras que ofrecía una distribuidora nacional de entradas para conciertos: «Los 50 festivales de música más grandes de España superaron los 3 millones de espectadores en 2015 con una media de más de 22.000 espectadores diarios». Cada día con una multitud casi equivalente a un estadio de fútbol. Esa era su guerra.
Abrió el armario y se enfrentó a lo que venía. Necesitaba sólo lo básico para afrontar ese verano redentor. Hace tiempo que descubrió que le bastaba con tener ropa interior suficiente, dos camisas hawaianas y una camiseta de Social Distortion con un pequeño agujero en la espalda. Las zapatillas eran las de siempre, las de lona, y estaba en un punto en el que le valía cualquier pantalón que le protegiese mínimamente el trasero. Llenó la mochila con la ropa, la petaca, ibuprofeno y antidiarreicos suficientes para que su plan llegara a buen término.
Mientras apuraba el café con hielo y los fartons del día anterior, se plantó delante de su ordenador portátil y comenzó a analizar el calendario de festivales de los próximos tres meses. Nada más empezar, se dio cuenta de que, por fin, su doctorado en Física Cuántica iba a servir para algo más que para convertirle en el tipo más amargado de este universo y de todos los multiversos paralelos y alternativos.
Lo llevaba todo en secreto en su laboratorio del CSIC y había llegado el momento: el Azkena Rock Festival de Vitoria-Gasteiz y el Mad Cool de Madrid se celebraban el mismo fin de semana. Eme se desdoblaría en Eme_iter_1 y Eme_iter_2 y podría tener una sanadora experiencia en dos lugares simultáneamente.
Llegó el fin de semana y Eme se introdujo en la máquina que él mismo había diseñado: el Desdoblador de Personas 2000. Introdujo coordenadas y el número de iteraciones en las que quería presentarse y le dio al gran botón azul de activación. Azul, sí. Sólo por joder. Porque todos sus compañeros esperarían un gran botón rojo.
El DP2000 comenzó a temblar y, casi al instante, Eme_iter_1 se encontró sano y salvo en un contenedor de basura de la capital alavesa, como si se tratase de El Gran Héroe Americano. Se dio cuenta de que la camiseta de Social Distortion estaba calzada en sus piernas como si se tratara de un pañal para ancianos incontinentes. Sí, aún había detalles que pulir para que el DP2000 fuera plenamente fiable.
Con la ropa en su sitio, Eme_iter_1 entró en el recinto de Mendizabala y se reencontró con The Who, a los que ya había visto en Madrid hacía diez años, en el primer concierto que la apabullante banda británica había dado en España.
Teenage wasteland.
It’s only teenage wasteland.
They’re all wasted!
Azkena Rock Festival (17 y 18 de junio)
Vitoria – Gasteiz Entradas: de 55€ a 90€ (más gastos de distribución).
Nombres grandes: The Who, Primal Scream, Danzig, Imelda May, Radio Birdman, Refused, 091, Supersuckers.
Letra pequeña (y nutritiva): Vintage Trouble, The London Souls, Luke Winslow-King.
A 350 kilómetros de ahí se celebraba Mad Cool. A pesar de que el cartel anunciaba que el festival tendría lugar en la Caja Mágica, lo cierto es que Eme_iter_2 se sintió bastante confuso. Aquello no era una caja y, ni por asomo parecía mágica. Al menos en ese momento en el que la segunda iteración de Eme aún andaba con el típico cosquilleo en el cerebro que provoca un desdoblamiento.
No pasó mucho tiempo. Eme_iter_1 escuchó los primeros acordes de piano y la armónica de After the Gold Rush, la canción con la que Neil Young abría su concierto justo cuando el ardiente sol de ese sábado desaparecía tras los edificios madrileños.
All in a dream, all in a dream
The loading had begun
La quimera del oro de Eme solo acababa de comenzar y esos versos del canadiense eran el detonador de un nuevo futuro: lejos de Vera, lejos de todo lo que conocía. Solo. Libre.
O también era posible que la pastilla de éxtasis que se había tomado estuviera comenzando a hacer efecto. No importaba. Esos momentos de equilibrio absoluto en los que todo lo conocido tiene sentido eran tan escasos en la vida de Eme que no se iba a sentir culpable solo por el hecho de que hubieran sido producidos en algún laboratorio de Holanda. Al fin y al cabo, Eme era científico y un científico tiene como única fe la del tubo de ensayo.
Mientras flotaba de escenario en escenario, veía en su mente las ondas musicales, esa proyección geométrica del sonido que él estaba tan acostumbrado a manejar en su laboratorio. Le llegaban los latidos del soul contemporáneo de Michael Kiwanuka, los ecos de las cristalinas guitarras de Band of Horses o la rotundidad de los graves de Die Antwoord. Ahora lo podía decir: Eme estaba en proceso de metamorfosis.
Mad Cool (16 al 18 de junio)
Madrid – Caja Mágica
Entradas: desde 59€ a 175€ (más gastos de distribución)
Nombres grandes: Neil Young and the Promise of the Real, The Who, The Prodigy, Jane’s Addiction, Biffy Clyro, Garbage, Editors, Band of Horses…
Letra pequeña (y nutritiva): Los Nastys, Ángel Stanich, Temples, The Strypes
Extras: Cine, una galería de arte o un mercado de diseño completan la oferta musical.
Capítulo 3.- Leaving here
Los días, con ese calor sin tregua del mes de junio, pasaban más lentamente de lo que era deseable. Su desdoblamiento era ya sólo un recuerdo pasado. Un emocionante recuerdo pasado. Eme era uno y libre. El torbellino de estímulos que se agolpaban en su mente le habían dejado clara una cosa: había estado muerto, anulado, durante demasiado tiempo. Era hora de decir adiós a su cama, a su habitación, al baño con azulejos roñosos y a la nevera vacía. Nada preocupante ya que es posible encontrar vacío casi en cualquier parte.
Eme caminó hasta la estación de autobuses de la Avenida de América y pidió un billete exclusivamente de ida.
– A Barcelona, por favor. No tengo intención de volver en un tiempo.
– Me parece muy bien y me importa muy poco –, le espetó la mujer que despachaba los billetes sin ningún entusiasmo.
Eme cayó dormido imaginando loops de sintetizadores, lisérgicos, repetitivos… rela…jan…tes. Cuando despertó, se encontraba rodeado de árboles y con la sensación de que ese era el lugar en el que quería estar. El mar no estaba lejos y la brisa dejaba el salitre en su barba lenta e imperceptiblemente.
Sabía que esa era la siguiente etapa, el festival en el que recuperaría el orden en su cabeza emocionalmente averiada. Necesitaba que su tempo vital se estabilizase y el hecho de encontrarse en El Bosc del Vida le había detenido el cuentarrevoluciones existencial.
Eme alquiló una bici en la parte más antigua de Vilanova i la Geltrú. Sería la primera amiga que iba a tener en su nueva vida estival. De la playa, donde decidió dormir, a la Masía d’en Cabanyes. De la masía a un restaurante que le habían recomendado en la calle de la Llibertat. Y de allí, con el buche lleno, a los conciertos de la noche.
Con todo, seguía sujetando una buena cantidad de desencanto en el centro de las tripas. Cuando comenzó el concierto de Triángulo de Amor Bizarro, el nudo se deshizo mágicamente y el dolor se disolvió.
– Llevar navaja siempre es conveniente–, cantaba Rodrigo Caamaño.
Eme, sin embargo, ya no necesitaba la faca. Había expulsado el resto de sus demonios mientras, un poco antes, Isa Cea susurraba los versos catárticos de Nuestro Siglo Fnord.
Lárgate de aquí.
Te prohibo el paso a mi cabeza.
Bórrame.
Hoy no esperaré a que un rayo te parta.
Vida 2016 (30 de junio al 3 de julio)
Vilanova i la Geltrú
Entradas: desde 40€ a 150€ (más gastos de distribución)
Nombres grandes: Wilco, !!! (CHK CHK CHK), Kula Shaker, Nada Surf, The Divine Comedy
Letra pequeña (y nutritiva): Rodrigo Amarante, Perro, Niño de Elche
Extras: Un entorno fetén, zona de entretenimiento familiar, mercado y una programación de cine a cargo del Beefeater In-Edit.
Capítulo 4 .- Más verde
Carretera y manta, que en el norte, de noche, refresca. El verano ya había cambiado. Las cervezas, los helados y el bosque de Vilanova se habían comportado como un bálsamo en la desgastada existencia de Eme. A estas alturas de aventura, en el laboratorio ya estarían comenzando a preguntarse por dónde andaba El Chalado Cuántico, como le conocían desde hacía años. La sensación de Eme era de total indiferencia. Si el universo se había expandido durante milenios sin que sus conocimientos e intervención hubieran tenido nada que ver, podían sucederse algunas semanas más y nada colapsaría. Bueno, al menos, la estadística indicaba que esa posibilidad era tremendamente remota.
Bilbao. Allí comenzaba cuatro días después el Bilbao BBK Live, un festival que Eme guardaba en la memoria por los motivos por los que Eme suele guardar recuerdos en la memoria: porque son desgraciados y miserables.
Él ya había estado en Kobetamendi en 2011. Aquel año, a Eme le dio por pasar el aburrido trago de Thirty Seconds to Mars doblándose copas de txakolí de Getaria como si la uva fuera a extinguirse al día siguiente. Los recuerdos posteriores son eufóricos. Concierto de The Black Crowes, al que fue expresamente desde Madrid. Solo, sin compañía. Cuando uno tiene una misión en la vida, pensó en aquel momento, solo necesita arrojo y voluntad. Y algo más de decoro, como aprendió esa noche.
Tras Remedy, el tema con el que los Crowes fulminaron su repertorio, Eme sufrió un fundido en negro. Cuando despertó, de madrugada y aterido por el frío, se encontraba doblado como una alcayata en uno de los tramos de escaleras que descendían desde Kobetamendi hasta Basurto. La imagen era la de un desecho humano envuelto en vómitos y orines, un ecce homo que acababa de asesinar a la poca dignidad que le quedaba. Pero eso fue en 2011.
Desde entonces, todo había cambiado. Eme había recuperado la autoestima semanas antes y en el BBK Live de 2016 tocaban los Pixies. Era hora de saldar cuentas con el pasado.
With your feet on the air and your head on the ground
Try this trick and spin it, yeah
Your head will collapse.
La letra de Black Francis fue premonitoria de la manera en que se ha de ganar una guerra. Al día siguiente de ajustar la factura con los años 90, Eme decidió lanzar los pies al aire, dejar la cabeza en el suelo e intentar un truco que consistía en ingerir un poco de LSD que le había ofrecido un tipo simpático y barbilampiño de algún sitio entre Gante y Brujas. Conoció a Rudy en una parada de autobús junto a Zorrotzaurre, el Manhattan bilbaíno, y lo unió a su banda unipersonal de mercenarios de la redención.
Cuando comenzó Tame Impala, sintió palpitar sus globos oculares y una explosión de fractales le arrojó pacíficamente a un viaje por los senderos más sinuosos y alterados de la percepción.
It feels like I only go backwards baby
Every part of me says «go ahead”.
La orientación y el sentido del tiempo desaparecieron. Sin embargo, hubo una novedad. Cuando Eme aterrizó, se irguió en pie totalmente renovado. Otra batalla vencida contra los demonios que le había mantenido atado durante meses. Adiós, Rudy, adiós LSD, adiós Bilbao.
Bilbao BBK Live (7 al 9 de julio)
Bilbao – Kobetamendi
Entradas: desde 58€ a 130€ (más gastos de distribución)
Nombres grandes: Arcade Fire, Pixies, Tame Impala, New Order, Underworld…
Letra pequeña (y nutritiva): Courtney Barnett, Father John Misty, Hinds, Wolf Alice.
Extras: Un refrescante y espacioso monte que, comparado con los polvorientos festivales del sur, es como salir de senderismo una agradable mañana de primavera.
Capítulo 5.- Se juega el clásico
La nave espacial lisérgica en la que Eme había embarcado hacía unos días le dejó en Benicassim sin ni siquiera pasar por casa a cambiar la muda. Aunque pareciera que su rumbo fuera incontrolado, él no tenía ninguna sensación de deriva. Cada vez reconocía con más claridad al viejo Eme, al Eme pre-Vera, al que nunca decía que no a ningún plan, al comodín para llenar cualquier plaza libre.
Las costuras de su corazón estaban empezando a cicatrizar por la causa más sencilla y apacible: había encontrado mejores cosas que hacer que boxear con sus recuerdos y con sus emociones.
Así que allí estaba él, en las puertas del festival más clásico del país, el festival al que había perjurado no ir salvo que David Bowie encabezase el cartel. El problema era que el británico había decidido partir en su nave interestelar pocos meses antes, sin dar aviso de despegue. Como cada persona interpreta las señales según su propio diccionario, a Eme le pareció que Bowie le estaba diciendo que se fuese al FIB y se dejase de zarandajas.
A veces, uno necesita que un tsunami se lo lleve por delante. Por eso, cuando Muse apareció en el escenario, todo lo que quiso Eme es formar parte de la artillería de fuegos artificiales, explosiones multicolores y efectos atronadores. Se imaginó, volando entre esferas de color, entre chasquidos interminables de pólvora y entre estallidos de luz cegadora.
How much are you worth
You can’t come down to earth
You’re swelling up, you’re unstoppable
Lo del día siguiente, lo de Kendrick Lamar, fue la epifanía que le convirtió en un ser libre. Eme estuvo todo el concierto quieto, en pie, firme; mirando al escenario sin gesticular, sencillamente observando cómo los labios de Lamar expulsaban rimas sin tregua. En un momento, llegó a ver cómo las palabras salían literalmente volando fuera del escenario. Él las veía de color blanco, en tipografía Baskerville cursiva y formando ondulaciones en caudal constante.
Nazareth, I’m fucked up
Homie, you fucked up
But if God got us then we gon’ be alright
Eme nunca había estado cerca de ninguna religión, pero por un momento sintió que la encarnación más similar a un dios que él, ateo convencido, podía concebir, era esa aparición material de palabras que le iluminaban. Si él las veía, existían. Y nadie necesita más que su fe para creer en su propia deidad. Esos versos redentores eran lo único en lo que él creía en ese momento. Volvió a repetírselos a sí mismo.
Nazareth, I’m fucked up
Homie you fucked up
But if God got us then we gon’ be alright
FIB (14 al 17 de julio)
Benicàssim
Entradas: desde 35€ a 300€ (más gastos de distribución)
Nombres grandes: Kendrick Lamar, Muse, Disclosure, The Chemical Brothers, Major Lazer…
Letra pequeña (y nutritiva): Mac DeMarco, The Coral, Juventud Juché, Perlita, Fuckaine…
Capítulo 6 .- La traca
Sólo quedaban dos destinos a los que ir antes de poner el contador a cero en Madrid. Eme llevaba mucho tiempo dándole vueltas a la idea de ir al sur. Durante años, un martilleo constante de conocidos le había repetido como un mantra: «El mejor festival del mundo se celebra en Málaga». Tenía que ser ese año.
El Canela Party, el festival más divertido del planeta Tierra y del resto del sistema solar (acreditado ante notario) celebraba su décimo aniversario. Contaba la leyenda que todo comenzó como una juerga de amigos y que todos y cada uno de los asistentes preparan durante un año el mejor disfraz para hacerlo trizas en unas pocas horas de juerga desenfrenada. El pitote del verano, lo llaman por ahí. Diez años después, el festival ha crecido con control, pero la esencia se ha mantenido.
Eme preparó con esmero su disfraz. Se depiló el cuerpo entero, lo tiñó con betún para hacerse pasar por afroamericano y consiguió una inmensa media negra de árbitro que rellenó de periódicos. Se la colgó de la cintura y dejó de ser Eme para convertirse en El Negro del Whatsapp. El plan era pasar la noche haciendo photobombing en las fotos de los demás canelistas. Le importaba muy poco la gracia que le hiciese eso al resto de la parroquia. A él le pareció la mejor idea del mundo y así trazó su plan. No contaba con que el primer acorde garagero de King Khan and the Shrines desataría un huracán que daría con su polla, la falsa, pisoteada por una marabunta disfrazada.
El siguiente huracán que se desató fue el de su propio reencuentro. Por fin, Eme se dio cuenta de que era capaz de disfrutar sin depender de Vera. Tras la derrota de semanas antes, tras la carta, breve pero cruda, como un disparo al tobillo, tras la deprimente imagen de las pulseras desparramadas por la mesa, él, el renacido, solo quería que la jarana no terminase nunca.
Canela Party (4 al 6 de agosto)
Málaga
Entradas: desde 30€ a 40€ (más gastos de distribución)
Nombres grandes: King Khan and the Shrines, Airbag, Toundra, Nueva Vulcano, Delorean…
Letra pequeña (y nutritiva): Atención Tsunami, Sen Senra, Juventud Juché…
Extras: No los necesita. Todo es cercano, verdadero, real.
Capítulo 7.- Ancha es Suecia
Había que huir del mar. La influencia de la costa comenzaba a desestabilizar a Eme, como si el levante hubiera estado acosando a su razón un día y otro. Dicen que en algunos lugares, el viento excesivo es un atenuante ante un tribunal. Por algún motivo, para Eme esa extraña historia tenía sentido. Quizás era el viento, quizás era la vitalidad y el tumulto de la costa mediterránea. Él había disfrutado todo eso. Hasta el día en el que emprendió camino hacia el interior.
El camino era largo y Eme, que seguía su viaje en solitario, pensaba en voz alta para escuchar a alguien hablar. Se contaba todos los mitos que había escuchado acerca del Sonorama de Aranda de Duero: los ríos de vino, las noches frescas de agosto y la comida en cantidades catedralicias; un pueblo entero volcado en un festival y compartiendo todo aquello que, por algún motivo, nos hace humanos. Esta etapa era su particular proyecto de recuperación de la fe en el ser humano.
Al llegar a Aranda, a Eme le pareció encontrarse en un resort de las islas Canarias: había decenas de personas con el cabello rubio y una pulsera en la muñeca. Cuando vio que el cartel del festival estaba encabezado por los suecos Mando Diao, le encontró sentido a todo. No sin sorpresa, se percató de que los otros cabezas de cartel eran The Hives. «The Hives es la banda que Suecia ha ofrecido al mundo para pedir perdón por habernos castigado previamente con Abba o Roxette», pensó. «Ellos están en un rincón de Castilla, en lugar de en algún soleado refugio de la costa. Esta es otra señal».
El fin de semana fue una constante montaña rusa de grupos suecos, after en casas ajenas, Quique González, comidas opíparas compartiendo mesa con bellas desconocidas, Love of Lesbian, abrazos fraternos a lugareños generosos y, sobre todo, 091. Granada y Aranda no se parecen en nada pero, por una noche, la Torre de la Vela estuvo en la provincia de Burgos.
Pero no busques muy dentro de mí porque allí encontrarás
Un corazón destrozado en preguntas sin contestar
Mejor que busques si hay luz de luna entre las sombras
Porque ya sabes que sin duda alguna
Allí estaré.
Sonorama (11 al 14 de agosto)
Aranda de Duero (Burgos)
Entradas: desde 60€ a 100€ (más gastos de distribución)
Nombres grandes: The Hives, 091, Mando Diao, Kula Shaker, Quique González…
Letra pequeña (y nutritiva): León Benavente, Belako, Trajano!, Triángulo de Amor Bizarro.
Extras: Los conciertos de la Plaza del Trigo son la materialización del hedonismo popular alejado de las grandes urbes.
Capítulo 8.- Going home
Sabía que ya estaba bien, que ya había sido reparado. Sin proponérselo, Eme se despertó una mañana de agosto en la más absoluta quietud de su cama. En Madrid no quedaba ni un alma. No quedaba ni siquiera el calor de su propio infierno del mes de junio. Entraba algo de brisa por la ventana del dormitorio, la suficiente como para empujarle a levantarse con entusiasmo.
En el cuerpo llevaba dos mil kilómetros de asfalto, un montón de heridas empaquetadas y arrojadas al vertedero, una camiseta de Social Distortion y dos camisa hawaiianas desaparecidas en acto de servicio y un disco duro, el de su memoria, totalmente formateado. A veces, uno sólo se necesita a sí mismo para rescatarse. Eme abrazó al ruido de cada festival, un ruido que, entre la euforia de su percepción alterada, le dejaba escucharse solo, a sí mismo. El verano que él quería, el de la reforma y rehabilitación, estaba a punto de terminar. No había sido en vano.
[…] Vinyl […]
[…] con hasta el último festival presente en cada confín de la península, nosotros hemos hecho un recorrido por los siete a los que iríamos (¿iremos?) durante este 2016. Bueno, no nosotros sino Eme, el protagonista del […]