La igualdad de género es una cuestión de espacio. Y en una sociedad que avanza hacia la posesión compartida del espacio, donde las mujeres salen de los márgenes para ocupar un centro históricamente masculino, la existencia de lugares solo para ellas a veces resulta chocante.
Hay gimnasios, clubs sociales, circuitos de networking y, últimamente, aulas exclusivas para mujeres. La escuela femenina ha resurgido en diferentes ámbitos y para todos los niveles educativos.
LAS CHICAS CON LAS CHICAS
En sus orígenes, la educación segregada servía para alejar a las niñas de los estudios superiores. Bajo la primera ley educativa de España, promulgada en 1857, los colegios impartían materias diferentes a chicos y chicas. Ellos se formaban para trabajar y ellas para quedarse en casa.
La Segunda República, inspirada en la Institución Libre de Enseñanza, introdujo la educación mixta en 1931: todas y todos aprendían lo mismo en la misma clase, pero ese período de igualdad formativa duró poco. La dictadura franquista volvió a separar al alumnado desde 1938.
En los años 50 las niñas cursaban la asignatura de Hogar, que las enseñaba a limpiar, planchar, coser y cuidar de la familia. Su educación física se limitaba a la gimnasia y a los deportes femeninos, y las estudiantes del Bachillerato Laboral Femenino solo podían prepararse para acceder a determinados puestos de trabajo.
La coeducación no regresó hasta 1970, y la ley la amparó de nuevo a partir de 1985. El acceso de las mujeres a la formación igualitaria, después de tantas décadas de discriminación machista, no fue precisamente fácil ni agradable.
DIVIDE Y APROBARÁS
Las escuelas segregadas, pese a su turbia historia, todavía existen. Se calcula que en 2018 había unos 170 centros educativos que separaban a niñas y niños. Actualmente, por lo menos 63 de estas escuelas son concertadas (propiedad de empresas, pero parcialmente financiadas con fondos públicos); el resto son privadas y ninguna de ellas es pública.
Sin embargo, los motivos para dividir a los estudiantes en función de su género han cambiado y se han modernizado. Los defensores de la educación diferenciada sostienen que chicas y chicos tienen ritmos de maduración y estilos de aprendizaje distintos, por lo que los colegios deben adaptarse a sus particularidades para aprovechar al máximo su potencial. En su opinión, los buenos resultados académicos obtenidos en estos centros respaldan sus argumentos.
En el extremo contrario, los partidarios de la educación mixta critican que los colegios segregados transmiten la idea de que mujeres y hombres no son iguales y tienen capacidades distintas; y reprochan a estos centros la creación de entornos artificiales que no se corresponden con la realidad, más diversa y con múltiples perspectivas de género.
Ante el argumento de las buenas notas, achacan que estas no pueden desligarse de las circunstancias socioeconómicas de los estudiantes, y a la vez rechazan subvencionar las escuelas single-sex con dinero público. El Gobierno está de su parte: desde enero de 2021, la LOMLOE o ley Celaá niega la financiación pública a este tipo de colegios.
LOS ESTEREOTIPOS, FUERA DE CLASE
La razón de ser de muchos proyectos formativos solo para mujeres está relacionada con el espacio que ellas ocupan en el mundo y con la reivindicación de una verdadera igualdad de oportunidades. La National Coalition for Girl’s Schools (NCGS) sintetiza esta idea: «Al apartar a los chicos, el ambiente exclusivamente femenino suma oportunidades para las chicas».
Sin hombres, no hay asignaturas masculinas ni femeninas. Las alumnas se liberan de los roles y las expectativas asociadas a su género, pudiendo así explorar las materias que les interesan (ciencias, deporte, negocios) sin toparse con el obstáculo de los estereotipos. Por el mismo motivo, tienen más facilidades para desarrollar aptitudes típicamente masculinas como el liderazgo y la confianza en sí mismas.
El derribo de los estereotipos y el espacio para destacar forman parte de un largo listado de razones en pro de las escuelas femeninas. La NCGS reúne catorce argumentos a favor y la European Association of Single-Sex Education (EASSE), nueve.
MAESTRAS EN SORORIDAD
Programación, cine, música, conducción, emprendimiento… Las escuelas y proyectos de formación femenina van más allá del colegio y abordan ya todo tipo de disciplinas.
Dentro de la industria musical, Beats By Girlz trabaja por cerrar la brecha de género en las aulas y las empresas. Ángela Cortés, directora de expansión para Latinoamérica y España, afirma que «a través de los cursos muchas chicas encuentran nuevos referentes, crean y consolidan lazos profesionales y personales con personas afines a sus gustos e intereses, y encuentran representación en aquello que les apasiona: la música y el sonido».
La ONG mantiene activos 33 capítulos en 15 países, todos ellos dirigidos a mujeres y a personas de género expansivo. «La premisa de nuestro proyecto es la inclusión», explica Cortés. «Dedicamos todos nuestros esfuerzos a trabajar con identidades de género tradicionalmente marginadas, dándoles acceso a herramientas, recursos y formación educativa de calidad».
Alejandra participó en Beats By Girlz en 2019. Ahora es DJ en Alliee Fields y estudiante de producción musical. De su paso por allí recuerda «el empoderamiento femenino y la comodidad de poder compartir tus opiniones o preguntas sin sentirte juzgada por ser minoría». Gracias a esta iniciativa consiguió contactos y algunas puertas abiertas. «Si el proyecto fuera mixto, las mujeres no tendrían la misma visibilidad», comenta.
Otro sector tocado por la desigualdad es el audiovisual. Como solución a este problema nació Coofilm, un programa de residencias colaborativas para mujeres cineastas enfocado a la conciliación familiar. «La conciliación es una vía para garantizar que las mujeres puedan jugar en igualdad de condiciones», expone Gabriela Garcés, su directora y fundadora.
«En esta residencia estaba muy clara la defensa de la salud mental y la conciliación», cuenta Nadia Mata Portillo, directora, guionista, docente y residente de Coofilm. «Facilitar el acceso a las clases, la flexibilidad en los plazos de entrega, los horarios… Muchas de nosotras hemos estado dando la teta mientras nos conectábamos a las clases».
Aparte de la conciliación, para la cual el programa prepara ludotecas y actividades infantiles, Coofilm se centra en crear y visibilizar referentes femeninos en el cine. «Si no lo ves, no puedes ni imaginar lo que puedes llegar a ser. Las residentes se convierten en profesoras para sus compañeras, y es lo más bonito del programa», defiende Garcés.
Andrea Casaseca, estudiante en Coofilm, está de acuerdo, y hace énfasis en la sororidad del proyecto: «Por primera vez tengo un grupo de mujeres que se dedican a lo mismo que yo. Lo que encuentro es apoyo porque, a veces, como mujer, lo que más necesitas es que te comprenda una mujer. Te sientes arropada porque conoces a otras mujeres que o están en tu misma situación o han pasado por ahí»
LOS NEGOCIOS SON COSA DE MUJERES
En el área de los negocios y el emprendimiento también hay agrupaciones femeninas y servicios solo para mujeres. Se basan en el mismo principio que la educación para chicas: las profesionales no ostentan el mismo espacio que los profesionales.
Olaia Calvo es mentora de mujeres a las que ayuda a reinventarse y encontrar su propósito laboral. Su trabajo se distingue por aplicar la perspectiva de género en sus mentorías; la noción de que el contexto social limita el universo de posibilidades de las mujeres y forja sus creencias y puntos de bloqueo. La orientación pasa por conocer estos hechos, reivindicar el espacio de las mujeres en el mundo profesional y sacarlas de su eterno papel secundario.
«Nos han educado en que la mujer es competencia, es mala, es envidiosa. Cuando hacemos networking y escuelas para mujeres unimos fuerzas, compartimos espacios y nos entendemos; cosas que no se nos han dado», razona Calvo.
Aunque no todas son iguales, las mujeres tienen en común unos códigos, un lenguaje y una socialización de género distintos a los de los hombres. La mentora explica que «el sistema, los métodos, las condiciones y las formas de trabajar se crean en torno al hombre. Tenemos que movernos en modelos masculinos. Gran parte del sufrimiento profesional de las mujeres tiene que ver con responder a parámetros masculinos». Las mujeres que llegan a entornos profesionales femeninos, en la experiencia de Calvo, se sienten comprendidas, respetadas y empoderadas.
Al final, ni las escuelas ni los servicios profesionales expulsan a los hombres por completo de sus espacios. «Los hombres son nuestros aliados, y contamos con ellos para hacer crecer nuestro proyecto», declara Cortés desde Beats By Girlz. «Hay hombres muy volcados en Coofilm, como profesionales e involucrados también dentro de nuestras entidades colaboradoras», dice Garcés. «Podemos aprender mucho de los hombres», remata Calvo.