Yellow Spot: el urinario portátil que se lo pone más fácil a las mujeres

9 de agosto de 2018
9 de agosto de 2018
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Orinar cuando se está fuera de casa es un problema que se hace más complicado en el caso de las mujeres. La diseñadora mexicana Elisa Otáñez ha creado un urinario portátil que podría resolver esta necesidad no solo en entornos urbanos, sino en campos de refugiados o situaciones de emergencia.

Cuando el Ayuntamiento de Eindhoven decidió colocar urinarios públicos gratuitos en las calles de esa localidad holandesa, se decantó por unos modelos que, a pesar de su cuidado diseño, tenían un grave problema: eran verticales y estaban pensados únicamente para hombres.

Las mujeres con necesidad de utilizar un urinario debían acudir a un bar, un centro comercial o gastar su dinero en un urinario público de pago. Una nueva faceta de la llamada «tasa rosa» que no pasó desapercibida a la diseñadora Elisa Otáñez.

«Hay una brecha muy grande entre hombres y mujeres cuando se trata del acceso gratuito a baños públicos. En el caso de Eindhoven, conté alrededor de diez mingitorios públicos gratuitos para hombres y solo un baño unisex disponible para mujeres con un coste de 50 centavos».

Lo más sorprendente del caso es que la razón que hizo que el Ayuntamiento instalase esos mingitorios en la calle fue que los hombres orinaban en las esquinas con las consiguientes molestias para la ciudadanía. Un hecho que llevó a Otáñez a preguntarse: «si ellos son recompensados con baños gratuitos por un acto así, ¿cómo deben manifestarse las mujeres para obtener un beneficio semejante?».

Para intentar concienciar del problema, la diseñadora decidió que era necesario visibilizarlo y hacer partícipe a la población femenina de la ciudad. Se entrevistó con otras mujeres para conocer su opinión al respecto y comenzó a darle vueltas a una solución que no excluyera a la mitad de la población.

«El tema es complejo porque para los hombres es fisiológicamente mucho más fácil y rápido orinar, mientras que las mujeres generalmente necesitan más espacio y privacidad. En ese sentido, es comprensible que una solución para mujeres pueda costar más dinero, pero las diferencias sexuales o los presupuestos no deben usarse como justificación para que las mujeres no cuenten con un servicio tan básico. De hecho, históricamente las mujeres han tenido que adaptarse a diseños estándares. El problema es que la norma y lo estándar es masculino, diseñado por y para hombres».


En 2015 la holandesa Geerte Piening se vio en la necesidad urgente de orinar a altas horas de la madrugada. Al no disponer de un baño público, decidió hacerlo en la calle y fue multada por ello. En su comparecencia ente el juez, Piening se negó a pagar la multa argumentando que no tuvo otra opción ante la falta de baños para mujeres. Finalmente, la multa fue reducida pero no eliminada. Su Señoría mantenía que, a pesar de todo, pudo haber orinado en un mingitorio para hombres.

«No conozco los números exactos de mujeres en el departamento de diseño urbano de Eindhoven, pero sé que el líder es hombre. Aunque sé que es consciente del problema, el cambio debe crearse a través de estrategias bien planificadas que incorporen institucionalmente la perspectiva de género en las decisiones que se toman. Por eso, es indispensable que más mujeres se incorporen en la toma de decisiones a nivel municipio y ciudad».


Mientras que eso sucede, Elisa Otáñez decidió dar su propia solución. Echando mano de sus conocimientos como diseñadora industrial y su especialización en desigualdad de género, creó Yellow Spot, un mingitorio portátil que podría desplazarse por la ciudad y que preservaba a la usuaria de la vista de los curiosos gracias a una cortina amarilla sostenida por un soporte metálico con ruedas.

«Cuando lo saqué a las calles, hubo reacciones de todo tipo. Muchas personas se acercaron a hacer preguntas y a tomar fotos. Definitivamente, el baño se convirtió en una provocación y en un objeto que generaba la reflexión. En algunos momentos fue incluso una plataforma para por fin hablar del problema. Además, el hecho de que el baño sea totalmente portátil y pueda moverse con facilidad le añadió un factor de diversión al verlo desplazarse y moverse de lugar a lugar con su lema político: “baño gratuito ocupado por mujeres”».

Sin embargo, no todo el mundo se lo tomó igual de bien. Una de las veces que sacó el urinario a la calle, un par de policías se acercaron a Elisa Otáñez y le informaron de que necesitaba un permiso para instalarse ahí.

«Mientras eso pasaba, dos mujeres se acercaron y empezaron a empatizar con el proyecto, compartiendo sus opiniones conmigo y con la policía mujer. Este fue un momento muy interesante porque se hizo física la fricción invisible que existe entre lo permitido y el espacio para la informalidad. Les expliqué a los oficiales que el proyecto se trataba justamente sobre eso: el hecho de que nosotras, las mujeres, tenemos que encontrar estrategias para proveer para nosotras mismas, pero, al mismo tiempo, se nos quiere sancionar por hacerlo».

Además de llamar a la reflexión sobre la brecha de género, Yellow Spot es un proyecto que resuelve problemas reales, tanto en la ciudad como en zonas de conflicto o donde se hayan producido emergencias humanitarias. De hecho, no sería mala idea que alguien decidiera producir el diseño de Otáñez a gran escala.

«Como opción de emergencia creo que podría funcionar bien. Principalmente porque el diseño del urinario fue inspirado por el Jerry can, el contenedor de combustible y otros líquidos, que se caracteriza por ser resistente y portátil. Sin embargo, por el momento no he planeado producirlo a gran escala ya que, escalar el producto actual, implica un rediseño que sea capaz de contener mayores cantidades de orina o ajustes como agregarle un tanque como plataforma. El proyecto, tal y como está ahora, estaba concebido solo como un baño portátil que yo misma pudiera mover para protestar y generar el debate».

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