Valerio Rocco: «Solo se innova conociendo y amando lo que se hereda»

Valerio Rocco

El director del Círculo de Bellas Artes de Madrid, Valerio Rocco, repasa la trayectoria de esta institución cultural referente en España y Europa, sus retos de futuro y su compromiso con la innovación, la democratización cultural y la transformación social. Con la mirada puesta en el centenario del edificio en 2026, defiende un espacio abierto, independiente y crítico en el corazón de la capital

¿Cómo ves la evolución del Círculo de Bellas Artes y cómo ha logrado mantenerse hasta el día de hoy?

El Círculo celebra en 2026 el centenario del edificio diseñado por Antonio Palacios, aunque la institución tiene ya casi 150 años. Su permanencia se explica por un rasgo fundamental: la independencia. Fundado como asociación, con socios artistas, intelectuales y ciudadanos, ha sabido mantener esa autonomía frente al poder político y empresarial. Durante casi un siglo funcionó como club elitista, pero desde los años 80, con Martín Chirino y Juan Miguel Hernández León, se transformó en un gran centro cultural abierto e internacional. Esa independencia y la adhesión sentimental de la ciudadanía lo han mantenido vivo y en crecimiento.

¿Qué disciplinas, artes y ciencias priorizáis en el Círculo?

El Círculo programa en todas las áreas: cine, artes plásticas, música (jazz, clásica, contemporánea), teatro, danza, filosofía, humanidades, ciencia e innovación. Incluso cuenta con una editorial, una radio (ahora convertida en plataforma de pódcasts) y la Escuela SUR. Sin embargo, las artes plásticas son la columna vertebral: las exposiciones marcan las líneas de programación y articulan cada temporada con coherencia temática.

¿Qué hacéis para promover el pensamiento crítico?

Creemos en la participación ciudadana y en generar espacios de encuentro físico donde pueda darse un debate genuino. Ejemplos son el Refugio Climático o el Festival de las Ideas, que llevan la cultura a la calle y a las plazas. Defendemos no solo el pensamiento crítico individual, sino lo que llamamos pensamiento en común, ese espacio compartido en el que entre todos intentamos aportar ideas para la construcción de un futuro más justo, solidario y sostenible. Desde esa base es posible cuestionar discursos hegemónicos, sospechar de las preguntas y formular otras nuevas.

Valerio Rocco

¿Crees que el Círculo tiene un propósito definido? 

Más allá de difundir arte, cultura y pensamiento, el propósito esencial del Círculo es ser un espacio de encuentro. Aquí conviven generaciones distintas, personas de ámbitos económicos y sociales diversos e incluso ciudadanos con visiones enfrentadas. En un mundo cada vez más fragmentado, la institución se orienta al bien común y busca promover un pensamiento crítico y transformador.

¿Cómo puede la cultura ser transmisora de innovación y desarrollo sostenible?

Innovación y tradición no son opuestos: solo se innova conociendo y amando lo que se hereda. Además, la innovación no puede reducirse a lo digital o tecnológico. Lo más innovador es cambiar las preguntas, sospechar de ellas y abrir nuevas posibilidades, algo que siempre han hecho la filosofía y el arte. Desde el Círculo defendemos esta visión humanística de la innovación, vinculada también a retos como la sostenibilidad y la conciencia crítica frente a la crisis climática.

La cultura se ha visto históricamente vinculada a élites sociales. ¿Cómo acercáis el Círculo a toda la sociedad?

Primero, reflexionando sobre qué significa hoy el elitismo cultural. Después, abriendo la institución: sacándola del edificio monumental para llevarla a las calles, con iniciativas como el Refugio Climático o los Paseos Filosóficos. Además, mantenemos precios deliberadamente asequibles: recitales de pianistas de talla mundial por 30 euros o ciclos de cine y jazz a costes muy reducidos. La democratización cultural también pasa por evitar barreras económicas y acercarse a los públicos más jóvenes a través de redes sociales y nuevos formatos.

¿Qué papel crees que juega el Círculo en el entramado cultural de Madrid y de Europa?
El Círculo está enclavado en pleno centro, rodeado tanto de instituciones culturales como de hoteles de lujo, y no puede ignorar ese escenario. Es, a la vez, escaparate internacional y actor local que debe denunciar desigualdades y abrirse más allá de su edificio. A nivel europeo, es uno de los centros privados más importantes, comparable solo a grandes instituciones por su volumen, independencia y calidad de programación.

¿Cómo puede el Círculo capitalizar el momento dulce en el que se encuentra Madrid a nivel cultural?
La calidad y la cantidad de instituciones culturales que hay en el centro de Madrid no tiene comparación en ningún lugar del mundo, ni siquiera en Londres, Berlín o Nueva York. Esto atrae turismo cultural de calidad, también en verano, cuando la ciudad antes era un desierto. El reto es aprovecharlo sin olvidar a la población local, que a menudo sufre los efectos de la gentrificación. El Círculo quiere ser parte del éxito, pero sin perder de vista a los desplazados, a los marginados y a quienes quedan fuera de ese triunfo y sin olvidarse de hacer comunidad. Por eso es muy importante para nosotros incluir y hacer partícipes en esa oferta cultural a las personas que forman parte de su entorno más próximo.

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Las alianzas entre el sector cultural y entidades privadas y públicas son cada vez más necesarias. ¿Cómo las promueve el Círculo?

La financiación pública apenas llega al 7%, lo que asegura independencia pero obliga a tejer colaboraciones. Trabajamos con Administraciones en proyectos de impacto ciudadano —como el Refugio Climático, el Festival de las Ideas o la Bienal Ciudad y Ciencia—, pero también con empresas privadas en alianzas estratégicas. Un ejemplo es Allianz como patrocinador del Festival de las Ideas, porque los seguros y la filosofía comparten grandes temas: la vida, la muerte, la incertidumbre. Cuando la alianza es natural, funciona y respeta nuestra libertad.

¿De qué logro te sientes más orgulloso en tu gestión?

Internamente, de haber conformado un gran equipo profesional, que quizá sea el mayor legado. Externamente, del Festival de las Ideas, por su magnitud, dificultad y éxito. La emoción de ver en la plaza de España a más de mil personas escuchando a grandes pensadores fue un hito que simboliza lo que el Círculo quiere ser: un espacio de pensamiento compartido y transformador que excede a nuestro propio edificio.

¿Cómo imaginas el Círculo del futuro?

Será cada vez más heroico, como una aldea gala rodeada por un entorno cultural cada vez menos libre. Frente al riesgo de que las instituciones se plieguen a la política o al mercado, el Círculo deberá seguir siendo una isla de independencia, justicia y libertad. Ese será su desafío y también su mayor razón de ser.

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Patrick Thomas

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