Los miembros de Pixies lo tenían claro. A ellos se les daba bien hacer música. El diseño, mejor en manos de alguien que controlase de lo suyo. Así lo hizo saber Kim Deal a las cámaras de la BBC en una entrevista en 1989. «Nosotros le dejamos hacer lo que quiere con nuestras portadas y el resultado es buenísimo». Palabras que pueden provocar incredulidad entre grafistas acostumbrados a clientes que se meten hasta en los detalles más nimios de una pieza.
La exbajista de la banda estadounidense hablaba de Vaughan Oliver, el legendario diseñador de portadas que sigue colaborando con ellos hoy día. «Me sigue pareciendo impresionante que 30 años después de embarcarme en esto, todavía haya gente interesada en algo tan especializado como diseñar cubiertas de discos», explica Oliver por teléfono.
Hoy gran parte del consumo de la música se ha divorciado de la experiencia física que proporcionaban los elepés sustituyéndose por archivos digitales. A principios de los 80 el contacto físico con el disco lo era todo. «Por lo menos era algo que obsesionaba a Ivo, fundador de la discográfica 4AD», dice el inglés.
El diseñador fue el primer empleado de Ivo Watts, un brillante obseso de la música con una visión muy particular sobre lo que significaba tener un sello. Ese afán por buscar música transgresora lo llevó a descubrir bandas como Bauhaus, Pixies, Birthday Party liderada por Nick Cave y Cocteau Twins. Watts proporcionaba el oído y Vaughan, una identidad gráfica absolutamente única. Ninguna portada que salía de 4AD lo hacía sin pasar por sus manos.
Con el tiempo los melómanos podían distinguir con facilidad las novedades del sello con tan solo mirar su empaquetado. Aun así, el británico insiste en que siempre se buscaba primar el grupo por encima de la discográfica. «Creo que logramos labrarnos nuestra imagen sin restar personalidad a cada artista y a su individualidad», cuenta el diseñador gráfico, que estará en Madrid a finales de esta semana como ponente estrella en MadinSpain (Nota: Yorokobu es medio colaborador).
Durante la entrevista, Oliver pregunta una y otra vez sobre le decisión de llevar la palabra slow en el subtítulo de Yorokobu. «Es algo en lo que siempre he creído aunque antes no lo sabía. Lo que veo ahora con algunos compañeros es infame. Les llegan clientes que piden una portada de disco el viernes por la mañana para que esté lista para el lunes. Así no se puede crear nada de calidad. Necesitas dejar las cosas reposar y volver a ellas con ojos frescos».
No es que Oliver no trabajase incansablemente. «Era un completo workaholic, creo que es bastante difícil hacer grandes cosas sin serlo, lo que pasa es que tenía un método mucho más paciente. Vivía la escena musical. Me metía en la cultura. Los Pixies se pasaban por las oficinas de 4AD y charlábamos un rato. Esa noche iba a verlos en directo. Al día siguiente también. Me encerraba a escuchar el disco repetidamente y la letra era quizá lo que más me inspiraba para representar visualmente lo que ellos querían transmitir con sus temas. No había secreto, era un proceso basado en el sentido común, que parece bastante ausente hoy».
El creador inglés insiste también en la importancia de la colaboración. «Mi trabajo ha sido sobre todo eso: colaborativo. He trabajado con ilustradores increíbles, artistas y fotógrafos».
«Hemos banalizado la palabra indie»
«Hemos perdido el verdadero significado de la palabra indie. Se ha convertido en un producto de consumo carente de significado», reivindica Oliver mientras recuerda la importancia de lo que significaba este termino en los primeros tiempos de 4AD. «Lo verdaderamente revolucionario de Watts era su actitud hacia los grupos. Indie significaba dar libertad a los artistas para desarrollar su talento. Significaba llegar a un acuerdo con un grupo para hacer un disco juntos sin atarlos más allá de ese trabajo. Luego ya veríamos si seguir o no, pero lo importante era trabajar hacia un fin común. Allí es donde Ivo fue absolutamente pionero».
«Estamos perdiendo la expresividad del diseño»
Oliver invierte una parte importante de su tiempo en docencia. «Trabajo para dos universidades» y allí encuentra muchas posibilidades de interactuar con las nuevas generaciones. «Está claro que no puedo ignorar la tecnología y hay algo de ellas que me atrae, pero creo importantísimo mantener el contacto con las manos y por eso intento hacer muchos ejercicios de este tipo».
En la enseñanza del diseño Oliver echa en falta más énfasis en trabajar la personalidad de cada uno. «Encuentro demasiados proyectos realizados desde el pensamiento de lo que ellos creen que debería ser una portada de un libro en lugar de meter sus experiencias personales en su trabajo. Aprovecha lo que tienes a tu alrededor y utilízalo para inspirarte. Si eres rapero, usa esa expresión artística para hacer diseño que venga de ti. No separes tu hobby del oficio».
En el terreno profesional también encuentra muchas cosas que le incomodan de un mercado que considera que está absolutamente dominado por lo corporativo. «Cuando pides a estos diseñadores salir de un brief muy concreto se pierden. No saben trabajar sin instrucciones y eso me parece muy triste. Estamos perdiendo toda la expresividad del diseño», afirma Oliver con rotundidad.
«Hace poco me invitaron a formar parte de una organización de diseñadores muy elitista llamada AGI. Buena parte de las personas que estaban allí son conocidos por haber hecho cosas para grandes clientes y marcas. Me enorgullece no haber tenido que hacer eso para llegar hasta allí. A veces concentrarse en una cosa muy específica te puede llevar lejos».
Aunque a Oliver es inevitable preguntarle sobre su pasado, sigue trabajando de lleno en su oficio. «Ya no me quedo toda la noche currando porque tengo familia, pero sigo muy volcado. Hace poco hice otro trabajo para Pixies en el que colaboré con el ilustrador Ian Pollock. Es curioso cómo un sueño que empezó con 16 años, cuando decidí que quería diseñar portadas de discos, me llevó a hablar contigo de algo que ya casi no existe o que se ha vuelto completamente de nicho».
Cada paso que da este grafista procura que una frase nunca le abandone. «Siempre me ha marcado la cita de Robert Doisneau ‘Describir es destruir, sugerir es crear’. Quiero crear ambigüedad del misterio. Estoy en el oficio de meter muchas preguntas en las cabezas de las personas que ven mi trabajo. No tendrán respuestas concretas cuando vean ese cartel pero se acordarán de ello. Es a lo que he dedicado toda mi vida profesional. A crear una atmósfera»