Ahí les dejo el titulazo de película de José Luis Ozores. Estarán, como todos andamos, harto preocupados por el nivel de la prima de riesgo, el número más temido desde el 13 que va junto al martes. Yo, sin ir más lejos, he dejado de comer, al menos hasta la hora de la cena. Como aquí somos de ofrecer soluciones, aquí va una buena: la web para tener controlada a la prima al instante. O, lo que es lo mismo, la página que nos dirá cuándo es el momento de meternos en el búnker con nuestra escopeta de cartuchos y 1000 latas de melocotón en almíbar.
No sé ustedes, pero yo ya no pienso en otra cosa. No todos tenemos la suerte de manejar la tensión como se debe y, hablando de manera totalmente particular, yo no alcanzaba estos niveles de estrés desde que, en el colegio, me dijeron que el cantante de Europe había muerto. Yo, que rezaba todas las noches para que la parca se llevase a Jon Bon Jovi, no podía creer cómo el que hay ahí arriba se cargaba «al de Yurop». Era la prueba clara de que dios no siempre se lleva a los mejores. Poco después me enteré de que no era cierto y, visto el retorno a los escenarios que tuvo el grupo no hace muchos años, no habría estado de más, la verdad.
Volvamos a centrarnos. Cuando los mayas decían ’21 de diciembre de 2012′, se referían a ‘517’ en la prima de riesgo. De un error de traducción vienen estos lodos. Ese es el nivel en el que los mares se teñirán de rojo, habrá una plaga de langostas africanas, Amaia Montero sacará un nuevo disco y Rodrigo Rato conseguirá que un banco que preside dé beneficios.
Como estas cosas conviene verlas con antelación, acabo de comprar un plasma de 50 pulgadas que he puesto en el techo, sobre mi cama. Y desde ahí escribo estas líneas, observando a la cifra sin pestañear y abrazado a un bote tamaño XXL de Trankimazín que me lleve de la manera más plácida allá donde Messi vive y reina.