Y tú más: ¡Bollera!

Si la semana pasada fue tortillera, hoy llega el turno de bollera, que también tiene su miga. (Reflexión: no deja de ser curioso que el sexo entre mujeres se identifique con las cosas de comer).

Dice el Diccionario de la RAE sobre bollera:

1. m. y f. Persona que hace o vende bollos.
2. f. despect. coloq. malson. lesbiana.

Sobre la primera definición, nada que objetar. Claro, que sobre la segunda, Félix Rodríguez, catedrático de Filología Inglesa en la Universidad de Alicante y autor del primer diccionario gay-lésbico en español, sí tiene algo que decir. En concreto, que lo de «despectivo» es solo en boca de heterosexuales. Las lesbianas, porque no creo que haya nadie por ahí con la suficiente inocencia –o ignorancia- para no saber que una bollera es una lesbiana, lo usan para referirse a ellas mismas al igual que los gays usan «maricón». Cogen al insulto por el moño y lo transforman en bandera orgullosa de su condición sexual.

Según Rodríguez, la opinión más extendida es que bollera se habría formado a partir de bollo por similitud con el acto de amasar, al igual que tortillera, si aceptamos la teoría de que imita el sonido de la tortilla de maíz al pasar de mano a mano.

Lo cierto es que bollo es como se denomina en muchos lugares hispanohablantes al órgano sexual femenino. No es de extrañar entonces que encontremos definiciones como las que aseguran que bollera es la que gusta jugar con ese pastelito ajeno.

La mitología también quiere ofrecer explicación a bollera. Y nos remite a la época en que la religión era matriarcal y no patriarcal, aludiendo a ritos y procesiones con carros de bueyes conducidos por sacerdotisas en honor a la diosa de la Tierra, a quienes se le ofrecían después ritos orgiásticos lésbicos para que no se olvidara de fecundar los campos. La Tierra, la Naturaleza eran femeninas. Y solo las mujeres podían interactuar con ellas. Así que, machos fuera y a por otra cosa, mariposa. A estas sacerdotisas se las conoce como Boyeras.

Etimológicamente, boyera, que viene de bos, bovis (y que nos dio buey), no parece ser el origen de bollera. Pero quizá sí su simbología y su interpretación, ya que la tarea de conducir carros y guiar ganado para el arado de los campos era tradicionalmente una labor propia de hombres puesto que requería fuerza física. A las mujeres que asumían esos oficios se las consideraba masculinas y quizá de ahí empezó a usarse este nombre a modo de insulto, confundiéndose después con la palabra bollera, que suena igual pero no es lo mismo.

¿Conclusión? Que con las cosas de comer sí se juega, al menos, lingüísticamente hablando. Queda hecha la gracia. Así que mejor no sigáis por ahí…

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