Ya lo decía Jesús Puente

_Lo que necesitassss es amoooor… ná ná… todo el mundo neceeeeesita amoooor… nanáinoooo_

Aquel que no recuerde esta sintonía creció cerca de una mina al aire libre y una mala explosión lo dejó sordo durante toda la década de los noventa. Una pena, porque yo la escucho y me transporta. Puedo notar hasta un ligero regusto a Nocilla en la punta de la lengua.

Qué gran verdad contenía este alegre estribillo. Se te pueden colar todas las viejas en el autobús, pueden intentar atropellarte o incluso pueden decirte que este artículo es una shit, que tú sigues tan feliz.

¿Por qué? Porque el amor corre por tus venas y te la pela.

Pero aún más curioso que los efectos secundarios del amor entre los homínidos que usan ropa (humanos, gente, para los de la L.O.G.S.E.) es que nosotros, a diferencia de otras especies, somos capaces de experimentar el amor por objetos e incluso por marcas. ¿Cómo te quedas?

Toda esta diatriba surge tras mi encontronazo digital con una curiosa web, se llama MarketinLove.com. Nuestros coleguitas de Market in Love aseguran que son capaces de encontrar el target ideal para cualquier marca, pero no como una agencia de medios sino como lo haría e-Darling o Meetic. ¡Es un web de citas para que las marcas encuentren el amor!

Y si lo piensas, ¿qué diferencia existe entre el amor por las personas y por las marcas?

Al fin y al cabo, cuando llevas tu marca favorita es como estar enamorado. Te sientes más seguro y confiado; te ves más guapo y los demás lo notan. Cuando eliges a tu pareja, buscas estar alineado con sus valores… de marca, y no te gusta que cambie con el paso del tiempo, te gusta esa “marca” que conociste el primer día y con la que te ponías todo… nervioso.

Entonces, parafraseando a mi querido Jesús Puente: lo que necesitas es amor, eso sí, fíjate bien en la marca que lleva.

Si me queréis… ¡Amarse!

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